Acercar las Ciencias Sociales a la gente: una
década del programa de doctorado UCA/UDB
Bringing Social Sciences Closer To The People: A Decade Of The

UCA/UDB Doctoral Program

Carlos Iván Orellana
Editor

Me llamaba la atención el esplendor del universo, me fascinaba la
perspectiva de comprender cómo funcionan realmente las cosas, de ayudar
a descubrir misterios profundos, de explorar nuevos mundos… Popularizar

la ciencia —intentar hacer accesible sus métodos y descubrimientos a los no
científicos— es algo que viene a continuación, de manera natural e inmediata.

No explicar la ciencia me parece perverso.

En el imaginario y las prácticas sociales de El Salvador actual es posible
encontrar trazos de pensamiento mágico-religioso, creencias no científicas,
cultura política contradictoria y antidemocrática, sobreexposición a pantallas y
seguimiento a las noticias falsas que ahí proliferan, y analfabetismo en temas
de derechos ciudadanos modulados por la propaganda oficial.

Editorial
DOI: https://doi.org/10.61604/typ.v22i45.382

Cuando uno se enamora, quiere contarlo al mundo.
Carl Sagan (1995/2022, p. 43)

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Editorial: acercar las Ciencias Sociales a la gente:
Una década del programa de doctorado UCA/UDB

Vol. 22, N.o 45, semestral: septiembre-febrero, 2024, pp. 9-18

Carlos Iván Orellana

https://doi.org/10.61604/typ.v22i45.382
http://hdl.handle.net/11715/2728
ISSN 1994-733X e-ISSN 2707-7411
CC BY-NC-SA

Por ejemplo, 56% de personas salvadoreñas con 18 años o más
teme al demonio o a entidades demoníacas; 47% tiene dudas o cree en la
astrología, y 27% y 16%, respectivamente, duda o de lleno no confía en las
vacunas o en que la tierra sea plana. Asimismo, 62% acepta la democracia,
pero, simultáneamente, 48% acepta un gobierno fuerte y autoritario (Centro
de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia, CEC-UFG,
2024a, 2024b). También, 51% de personas salvadoreñas brinda un alto apoyo
al sistema democrático, pero manifiesta baja tolerancia política, lo que sitúa la
cultura política del país en la categoría de “estabilidad autoritaria”, a la cabeza
de 22 países de América (Lupu et al., 2023).

Por su parte, las pantallas son el vehículo preferido de información
política en el país: la televisión es el medio principal de información sobre
política nacional para casi siete de cada 10 personas, especialmente si superan
los 65 años. Entre quienes declaran informarse por redes sociales, que suelen
ser los más jóvenes, el 94.3% identificó a Facebook como la red principal
utilizada, seguida de quienes lo hacen a través de YouTube (54.7%). El uso de
otras redes —especialmente X (antes Twitter)— incrementa con la escolaridad
(Rodríguez y Argueta, 2024). Buena parte de esta misma población (64.4%)
desconoce los derechos y garantías suspendidas por el régimen de excepción
vuelto permanente, pero le otorgan una alta valoración, especialmente en la
medida en que existe exposición a y confianza en la información gubernamental
(Instituto Universitario de Opinión Pública, IUDOP, 2024).

Si las contemporáneas constituyen sociedades de la información
y del espectáculo, lo son también de la desinformación y del control —
emocional, opinático, del saber y la mirada— a través del entretenimiento.
Las plataformas de la red distan de ser cognitiva, social y políticamente
inocuas. Una investigación, que contó con datos de 208 millones de usuarios
estadounidenses de Facebook, comprobó que la plataforma segrega usuarios
por ideología (conservadores y liberales) según estos interactúan con las
noticias disponibles, y que las personas conservadoras tienden a consumir más
desinformación/noticias falsas. Esto, a su vez, inclina a la plataforma misma a
la proliferación de información dirigida a este segmento poblacional de visiones
políticas conservadoras (González-Bailón et al., 2023).

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En sociedades donde el Gran Hermano mira, pero, sobre todo, te hace
mirar, educar la mirada y amueblar bien la cabeza es fundamental. Para ello,
el entrenamiento en el desarrollo del pensamiento y de una cultura científica
se vuelve esencial. Pensar como una persona científica no es ni debería ser
privativo de quienes tenemos la ciencia por afición u oficio, aun cuando quizás
tengamos la mayor responsabilidad de pensar, divulgar o compartir con otros
sobre estas cuestiones, especialmente, cómo se hace y sobre qué utilidad
cotidiana tiene esta forma de aproximarse al mundo.

Harrison (2016, p. 28) invita a pensar “como un científico en la vida
diaria”. Esto supone comprender, apreciar, entrenar y “usar el cerebro” en
formas que permitan reconocer la vulnerabilidad y la tendencia humana a
tergiversar realidades y creer sinsentidos. Carl Sagan (1995/2022) sostiene
que las bases fundamentales del pensamiento científico son el escepticismo
y el asombro3. Aprender a maravillarse sin llegar a la credulidad, cuestionar
como motor de la curiosidad y el interés en el mundo.

De acuerdo con Sagan (1995/2022), cuatro razones justifican acercar
la ciencia a la ciudadanía: 1) puede contribuir con el avance de las naciones,
especialmente aquellas consideradas “en vías de desarrollo”; 2) constituye
un sistema de alarma contra las tecnologías que alteran el mundo (i.e., el
medio ambiente); 3) porque nos enseña sobre “los aspectos más profundos
de orígenes, naturaleza y destino”, es decir, “nuestro contexto cósmico, sobre
dónde, cuándo y quiénes somos” (p. 57); y 4) porque los valores promovidos
por la ciencia fomentan, a su vez, valores democráticos: la ciencia ha de estar
abierta a la mejora constante y al monitoreo de la comunidad científica, requiere
el libre intercambio de ideas, demanda honestidad y la transparencia de
procedimientos, tiene que mostrar apertura al debate y a considerar posiciones
no convencionales, requiere entrenamientos constantes en argumentación,
debe asentar sus aseveraciones en la evidencia, y afinar sus mecanismos

3 Estas dos actitudes, según Sagan, le fueron inculcadas desde pequeño por su padre y
su madre quienes no sabían de ni se dedicaban a la ciencia y cuyo nivel de vida apenas
superaba el umbral de pobreza. Pero le enseñaron a no creer en lo que parecía obvio y
a entusiasmarse por lo desconocido, mientras, más adelante, celebraron cuando anunció
que quería ser astrónomo, aunque no supieran bien de qué se trataba esa profesión.
En palabras de Sagan, “nunca me sugirieron que a lo mejor sería más oportuno que me
hiciera médico o abogado” (p.13).

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y procesos autocorrectivos. Para Sagan, “la ciencia está lejos de ser un
instrumento de conocimiento perfecto. Simplemente es el mejor que tenemos.
En este sentido, como en muchos otros, es como la democracia” (p. 45).

Una cuestión importante que tanto Sagan (1995/2022, p. 51) como
Harrison (2016, p. 29) destacan es la relevancia de la humildad como parte
del inventario mental y actitudinal del pensamiento científico. A la ciencia se le
tilda de “arrogante” y, muchas veces, a lo largo de la historia y hasta ahora, ese
ha sido el talante de muchos de sus practicantes4. Sin embargo, esto también
ocurre porque cuestiona creencias arraigadas o por el lenguaje, muchas veces
críptico, que utiliza. Según Sagan, la ciencia “interroga y se toma en serio lo
que encuentra” pero nunca pierde de vista la falibilidad humana, de ahí que se
aliente la verificación por parte de otros, un cambio de rumbo de ser necesario
o se incite a “la herejía”, contra propios y extraños, pues pensar y proceder
de manera científica incluye celebrar a quienes “refutan convincentemente
creencias establecidas”, incluyendo las propias.

En la vida y en la ciencia, la arrogancia sabotea el escepticismo
porque nos inculca un indeseable “horror al error” (Bourdieu et al., 1973/2013,
p. 16) que nubla mecanismos autocorrectivos y la autocrítica. La arrogancia
predispone al sesgo, a la tendencia a juzgar desde el sentido común más que a
partir de la búsqueda de evidencia, vuelve tentadora nuestra inclinación por la
credulidad. A la humildad, Harrison (2016) añade la importancia de la madurez
y el valor. Para reconocer la propia ignorancia, para resistir la frustración
de desconocer que nos empuja a creer lo que sea o a quien sea, y porque
requiere coraje aceptar evidencias e ideas que contradigan nuestras creencias
y anhelos más profundos. Harrison dice que la esperanza “puede ser una cosa
maravillosa, justo hasta el momento en que se vuelve una mentira” (p. 39). En
palabras similares se expresa Sagan al afirmar que “es mucho mejor captar el

4 El quehacer científico no está exento de pedantería y ego, menos aún de asimetrías de
poder (e.g., androcentrismo, colonialismo, malinchismo). A propósito de la democracia,
las ciencias sociales y las humanidades y de acercar la ciencia social a la gente, Martha
Nussbaum (2010, p. 20) sostiene que la democracia peligra cuando los sistemas
educativos promueven el afán de lucro y el razonamiento mecánico en detrimento de
aptitudes esenciales para crear “ciudadanos cabales con la capacidad de pensar por sí
mismos, poseer una mirada crítica sobre las tradiciones y comprender la importancia de
los logros y los sufrimientos ajenos”
.

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universo como es en realidad que persistir en el engaño, por muy satisfactorio
y reconfortante que sea” (Sagan, 1995/2022, p. 51).

En la práctica, pensar científicamente en la vida cotidiana supone
recelar de: a) quien te dice —usualmente desde su posición de poder— que
las cosas son así “porque sí” o porque “lo digo yo”, b) del estado de cosas
porque “siempre se han hecho así”, o c) de creer algo solo porque los demás
creen o comparten dicha información. Resistir estas inercias del pensamiento
se complementan con una disposición activa e interesada sobre el entorno
que implica entrenar la mirada y la práctica para: a) observar e informarse
con distintas fuentes; b) desarrollar ideas tentativas que puedan respaldarse
o, eventualmente, refutarse sin que entremos en crisis por ello; c) comparar,
contrastar —experimentar, en suma—, pues una cosa es querer que algo sea
real y otra, ponerlo a prueba y comprobarlo; y por último, d) corregir, probar y
repetir, a sabiendas de que “la realidad” es inquieta, es cambiante, y muchos
están interesados en maquillarla u ocultarla intencionalmente. A grandes
rasgos, en diverso grado y con diversos procedimientos, esto hacemos quienes
tenemos a la ciencia por oficio, por vicio o porque, simplemente, no estamos
dispuestos a que nos vean la cara de tontos.

Harrison (2016) también recuerda que los hallazgos derivados de las
investigaciones y el conocimiento que se produce deben ser compartidos.
De esta manera, compartir el conocimiento —divulgarlo, como se ha puesto
ahora también de moda— es una forma directa en que las diversas ciencias
pueden contribuir a convertirlo en algo del orden de lo público. De igual forma,
el conocimiento científico y pensar científicamente en la vida cotidiana, como
efecto derivado, contribuye a la construcción de una ciudadanía familiarizada
con valores propios de una cultura científica: la búsqueda iterativa de la
mejora, la disposición a escuchar, el gusto por el intercambio de opiniones y la
costumbre por el debate sosegado en el espacio público, sin temor a expresar
puntos de vista, especialmente si estos son disidentes con respecto a alguna
costumbre, autoridad, grupo mayoritario o gobierno. La exposición del propio
punto de vista permite desmentirlo o corroborarlo, matizar o cambiar incluso de
opinión, lo que resulta saludable y esperable en presencia de contrargumentos
convincentes o evidencias palmarias. Entrenarnos en este tipo de pensamiento
fortalece al demos y con ello a la polis, a través del vínculo entre el ágora y la
episteme.

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De la discusión anterior se coliga la importancia de acercar la ciencia
social a las personas. Esta, entre otras, fue una de tantas aspiraciones que,
echando la vista atrás, cabe identificar en la implementación y desarrollo del
Doctorado —y la Maestría— en Ciencias Sociales, programa de postgrado
cotitulado entre la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y la
Universidad Don Bosco, que ahora celebra su décimo aniversario. Como
establece el epígrafe de Carl Sagan que abre este texto, para compartir el
amor a la ciencia (las ciencias sociales, en este caso) primero habría que
haberse enamorado de ella. Formar personas cientistas sociales conlleva,
entre otras cosas, un efecto multiplicador, de conocimientos, pero también de
actitudes y disposiciones, así como de posibilidades de alcanzar más personas
—académicas y no académicas— y ofrecerles los valores y las habilidades
básicas del pensamiento y proceder científicos, en este caso, orientados al
ámbito social.

Tiene su mérito perdurar una década en la que, entre otras cosas,
hemos vivido una pandemia, tres cambios de gobierno —bueno, dos— o la
demolición controlada de lo que había de democracia. A propósito, la relevancia
de una cultura científica se muestra en todo su esplendor en condiciones de
dictadura, pues una de las características de esta forma de gobierno es el
antiintelectualismo (Stanley, 2019). Es decir, denostar las universidades (dado
el reservorio democrático que son o deberían ser), menospreciar la evidencia,
desacreditar la argumentación, reventar la historia y la infraestructura cultural,
o infravalorar campos o perspectivas críticas que, se dice, “atentan contra
valores tradicionales”, de ahí que la teoría o la perspectiva de género esté
estigmatizada y sea una de las usuales damnificadas. Las dictaduras también
promueven y demandan que las personas de a pie claudiquen de sus facultades
críticas y que no cuestionen. Pensar científicamente debería ayudar a pensar y
pensarnos como demócratas, y viceversa.

Más que los retos y minucias inherentes a la gestión y la pervivencia del
programa, aquí cabe celebrar la puesta en marcha de un proyecto académico,
humanístico y científico que ha apostado por la “la imaginación, la creatividad y
la rigurosidad en el pensamiento crítico” (Nussbaum, 2010, p. 20) en el seno de
una sociedad injusta urgida de investigación social y reflexiones fundamentadas.
También toca agradecer a las excelentes personas y profesionales que

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Carlos Iván Orellana

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comparten sus conocimientos en los distintos procesos pedagógicos implicados
en el postgrado. Sobre todo, hay que hacer una especial y afectuosa mención
de nuestros y nuestras estudiantes de las distintas cohortes del programa. A
quienes ya han culminado sus estudios, como a quienes se encuentran en
otras fases de su proceso formativo. Su ánimo de superación, su inquietud
académica y su tesón cotidiano —para mantenerse estudiando por muchos
años, a deshoras, luego del trabajo, intentando conciliar o directamente
sacrificando tiempo familiar o de descanso, e invirtiendo recursos de todo
tipo—, permiten que se mantenga funcionando, en este pequeño país, una
humilde máquina de pensamiento científico de lo social. Esperemos que el
futuro sea halagüeño, a pesar de los tiempos que ahora nos ocupan, en el que
un retroceso autoritario ataviado con tecnología de avanzada nos obliga como
nunca a intentar pensar más y mejor.

Este volumen monográfico, correspondiente al número 45 de Teoría y
Praxis, se ofrece a manera de brindis por los 10 años del programa de Doctorado
en Ciencias Sociales UCA/UDB, y se estructura a partir de cinco manuscritos.
Los tres primeros artículos corresponden a personas que colaboran muy de
cerca con el programa de postgrado. Los dos artículos que complementan el
volumen corresponden a colegas que han elegido la revista para dar a conocer
su trabajo. Como un encuentro feliz, cabe señalar que los cinco escritos
incluidos en este volumen son de autores y autoras nacionales provenientes de
cuatro instituciones de educación superior diferentes.

El primer artículo se titula Historia de las mujeres en El Salvador:
afluente de una corriente del siglo XX, de María Santacruz Giralt y Olga Vásquez
Monzón. En este texto, las autoras recurren a un ejercicio genealógico a partir
de un amplio diálogo documental para dibujar, problematizar la situación y
proyectar las perspectivas de un campo historiográfico particular en el país: el
de la historia de las mujeres. El segundo artículo es de autoría de Carlos Iván
Orellana y Amparo Marroquín-Parducci, y lleva por título “Están en contra de lo
que nos han hecho creer”: Discursos sobre la polarización en El Salvador.
Este
texto explora la polarización en el país desde las transformaciones políticas de
los últimos años y, a través de voces de personas simpatizantes y detractoras
del oficialismo, evidencia la existencia de polarización bajo manifestaciones
cotidianas de conflictividad. El tercer manuscrito es una colaboración de

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Vol. 22, N.o 45, semestral: septiembre-febrero, 2024, pp. 9-18

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http://hdl.handle.net/11715/2728
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CC BY-NC-SA

Marlon Carranza, titulada Rumores transnacionales: la presencia fantasmal de
la MS-13 y el Barrio 18 a través de las Américas. Este ensayo de reflexión,
basado en experiencias de campo, entrevistas y documentación pertinente,
resalta las metáforas teóricas de la “espectralidad” y lo “fantasmal” para
señalar la presencia ubicua, insidiosa y trasnacional de los rumores sobre las
pandillas, así como su función legitimadora y reproductora de miedos sociales,
estereotipos y políticas represivas. El cuarto trabajo es de Willian Carballo y se
intitula Carroña (des)informativa en Centroamérica: la alfabetización mediática
como respuesta a los desórdenes informativos en la región. A partir del ejemplo
de una noticia amarillista reproducida en varios países de la región (la venta
de carne de Zopilote), el autor elabora una reflexión fundamentada sobre el
consumo y la proliferación de desperdicios informativos al tiempo que propone
formas de contrarrestarlos (e.g., alfabetización mediática de la audiencia).
Cierra el presente volumen el manuscrito Análisis psicométrico de la Escala
de Ideación Suicida en una muestra de adultos salvadoreños,
de Marlon Elías
Lobos Rivera, Tania Durán Hernández, Edgardo René Chacón Andrade, Natalie
Gómez Gómez, Wilber Alexis De Paz Muñoz. Este texto muestra evidencia de
las propiedades técnicas de una escala de medición para explorar la presencia
de ideas intrusivas que pueden conducir al suicidio, un fenómeno de interés
multidisciplinar prevalente en la sociedad salvadoreña que amerita contar con
herramientas sólidas para la investigación de sus condiciones de posibilidad.

Para terminar, cabe resaltar que el sitio OJS de la revista presenta
mejoras y novedades que gradualmente la van posicionando a la altura de
revistas consolidadas en el ámbito digital. De esta forma, nuestras y nuestros
lectores encontrarán ahora adiciones como instrucciones y descripciones más
precisas, distintos formatos de descarga y estadísticas. Asimismo, entre estas
novedades, destacamos la sugerencia que brindamos en lo sucesivo a quienes
estén interesados en publicar en la revista: la posibilidad de consignar los
nombres completos de autores y autoras citadas en las referencias (y no sólo
sus apellidos, seguidos por la inicial del nombre, como suele acostumbrarse).
Esta variante del formato APA tiene el fin de visibilizar la autoría por género de
las obras referenciadas. Según Coslado et al. (2023, p. 6), la inclusión de los
nombres completos de las y los autores en los artículos académicos, constituye
una buena práctica editorial que conduce a una visibilización paritaria de género
y contribuye a ofrecer otros datos para la realización “de estudios métricos

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Vol. 22, N.o 45, semestral: septiembre-febrero, 2024, pp. 9-18

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que analicen distintos patrones de actividad científica”. El primer artículo de
este volumen —sobre la Historia de las Mujeres en El Salvador— constituye
la fuente de esta sugerencia y la punta de lanza para estrenar esta política
editorial, a la que se suma este editorial (y los que vendrán). De esta forma,
se inaugura esta opción que fortalece y alinea la práctica editorial de Teoría y
Praxis con la apuesta por la visibilidad de las autorías por género que el trabajo
académico contemporáneo demanda.

Reiteremos, pues, el propósito de acercar la ciencia social a las
personas y el deseo por una larga vida al programa de postgrado en Ciencias
Sociales UCA/UDB. Buena lectura.

Referencias

Bourdieu, Pierre; Chamboredon, Jean-Claude y Passeron, Jean-Claude. (1973/
2013). El oficio del sociólogo. Presupuestos epistemológicos. Siglo XXI
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UFG). (2024a). VI Estudio de Humor Social y Político. Perspectiva
Electoral 2024. Estos son los datos, no se enojen
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disruptiva.media/wp-content/uploads/2024/01/vi-estudio-de-humor-
social-2.pdf

Centro de Estudios Ciudadanos de la Universidad Francisco Gavidia. (CEC-
UFG). (2024b). VIII Estudio de Humor Social y Político VIII Hay otros
problemas más importantes
.... https://www.disruptiva.media/wp-
content/uploads/2024/07/viii-estudio-de-humor-social-y-politico.pdf

Coslado, María Ángeles; De Filippo, Daniela; Ros, German y Sanz-Casado,
Elías. (2023). Análisis de buenas prácticas editoriales en igualdad de
género en España. Revista Española de Documentación Científica,
46(1), e348. https://doi.org/10.3989/redc.2023.1.1952

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ISSN 1994-733X e-ISSN 2707-7411
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González-Bailón, Sandra; Lazer, David; Barberá, Pablo; Zhang, Meiqing;
Allcott, Hunt; Brown, Taylor; Crespo-Tenorio, Adriana; Freelon, Deen;
Gentzkow, Matthew; Guess, Andrew M.; Iyengar, Shanto; Kim, Young
Mie; Malhotra, Neil; Moehler, Devra; Nyhan, Brenda; Pan, Jennifer;
Velasco Rivera, Carlos; Settle, Jaime; Thorson, Emily… Tucker,
Joshua A. (2023). Asymmetric ideological segregation in exposure to
political news on Facebook. Science, 381(6656), 392-398. https://doi.
org/10.1126/science.ade7138

Harrison, Guy. P. (2016). How to Think Like a Scientist. Why Every Christian
Can and Should Embrace Good Thinking. En John W. Loftus (Ed.).
Christianity in the Light of Science. Critically Examining the World's
Largest Religion
(pp. 27-45). Prometheus Books.

Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP). (2024). La población
salvadoreña evalúa el segundo año del régimen de excepción
. Boletín
de prensa N°3. https://uca.edu.sv/iudop/wp-content/uploads/2024/04/
Bol.-2do-anio-Regimen-de- Excepcion.pdf

Lupu, Noam; Rodríguez, Mariana; Wilson, Carole J. y Zechmeister, Elizabeth
J. (Eds.) (2023). 2023. Pulse of Democracy. https://www.vanderbilt.edu/
lapop/ab2023/AB2023-Pulse-of-Democracy-final-20231205.pdf

Nussbaum, Martha C. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita
de las humanidades. Katz Editores.

Rodríguez, Luis y Argueta, Carlos Eduardo. (2024). El electorado salvadoreño
y su consumo de medios de comunicación para informarse sobre
política nacional.
Documento de Trabajo 01-2024. FUNDAUNGO.
https://www.fundaungo.org.sv/products/el-electorado-salvadoreno-
y-su-consumo-de-medios-de-comunicacion-para-informarse-sobre-
politica-nacional/839

Sagan, Carl. (1995/2022). El mundo y sus demonios. La Ciencia como una luz
en la oscuridad
(12a Reimp.). Crítica.

Stanley, Jason. (2019). Facha. Cómo funciona el fascismo y cómo ha entrado
en tu vida
(2a Ed.). Blackiebooks.