73TEORÍA Y PRAXIS No.44 Vol. 1 enero-junio 2024
Revista de Ciencias Sociales
y Humanidades.
No.
44 ISSN 1994-733X e-ISSN 2707-7411, Editorial Universidad Don
Bosco, year 21, No.44, Vol. 3, January-June 2024, pp. 73-93
ISSN 1994-733X e-ISSN 2707-7411, Editorial Universidad Don
Bosco, año 21, No.44, Vol. 3, enero-junio de 2024, pp. 73-93
Una propuesta pastoral de renovación
parroquial desde el Magisterio de la iglesia
A pastoral proposal for parish renewal from the
Magesterium of the Church
David Jacob Romero García1
Resumen
Las parroquias en la actualidad han seguido una tradición pastoral centrada
fundamentalmente en asistencia sacramental y atención a grupos y asociaciones
eclesiales, pero sustraída de la misión de la Iglesia que el Magisterio de la Iglesia
desde el Concilio Vaticano II ha iniciado. El presente artículo propone una renovación
parroquial, en la que equipos de sacerdotes atiendan la parroquia. Ello implica una
reorganización territorial, asignación de equipos sacerdotales y comprensión de la
misión de la Iglesia desde una perspectiva latinoamericana como pueblo de Dios e
Iglesia de los pobres
Palabras clave: reorganización parroquial, magisterio de la Iglesia, equipos
sacerdotales, pueblo de Dios, pastoral de conjunto.
Abstract
Parishes have currently followed a pastoral tradition focused fundamentally on
sacramental assistance and attention to ecclesial groups and associations but
were far from the mission of the Church that the Magisterium of the Church has
initiated since the Second Vatican Council. This article advocates for a parish
renewal, in which teams of priests serve the parish. This implies aterritorial
reorganization, assignment of priestly teams, and understanding of the mission
of the Church from a Latin American perspective as the people of God and
Church of the poor.
Keywords: parish reorganization, church teaching, priestly teams, people of
God, church of the poor.
1 Salvadoreño. Docente a Tiempo Completo de la Facultad de Ciencias y Humanidades,
Escuela de Teología en la Universidad Don Bosco, El Salvador. Correo electrónico:
david.romero@udb.edu.sv
74 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
La organización territorial de la Iglesia actual es un legado
de la distribución territorial del Imperio Romano que asume del
tiempo medieval para organizar su territorio (Balboa, 1999). De
ahí se usan los vocablos como curia, prefectura, provincia, diócesis
y parroquia. En el caso de las parroquias, está contemplada
jurídicamente en el Código de Derecho Canónico bajo tres
características fundamentales: es un territorio, ejercida por una
persona (el párroco) y posee personería jurídica (Universidad
Pontificia de Salamanca, 2023).
La parroquia ha sido por mucho tiempo y es todavía hoy el
lugar más importante de la realización de la pastoral de la Iglesia.
Sin embargo, ha recibido muchas críticas, tales como: continua
rotación de párroco impidiendo un proceso pastoral constante,
delimitación territorial de una parroquia en función de lo
económico y no desde un sentido evangelizador, estancamiento de
la vida misional por una pastoral estrictamente sacramentalista,
el clericalismo no permite la amplitud de concebir la misión de la
Iglesia como el Concilio Vaticano II ha mostrado, el territorio de las
parroquias ha crecido y es imposible a un solo sacerdote atender
a tantos fieles, entre otros (Vélez, 1994). Todas estas críticas
derivan de la importancia que se le daba a la territorialidad y
a la administración de los sacramentos, la heterogeneidad de
los participantes, la atención masiva a los fieles y reducida a lo
sacramental, negando u obviando la situación social en la que
se desenvuelve. Ante esto, el Papa Francisco en la exhortación
apostólica Evangelii Gaudium en capítulo primero quiere reformar
todo esto (Papa Francisco, 2013).
La experiencia de muchas parroquias demuestra que hoy
en día, no tienen un programa pastoral centrado en un proceso
evangelizador, como el que exige actualmente la Iglesia.
Generalmente su actividad principal es cultual. Se atiende a pocas
personas, a un mínimo de fieles que pertenecen a asociaciones y
movimientos (Papa Francisco, 2020). En general hay una pastoral
de masas que ocupa el mayor tiempo entre las actividades y que
es básicamente sacramental. El sacerdote en muchas parroquias
es un funcionario que consume todo su tiempo atendiendo a
una feligresía amorfa con servicios religiosos, sobre todo con los
sacramentos que piden y exigen sin ninguna vinculación con la
parroquia El resto de su tiempo atiende al porcentaje de fieles
que pertenecen a asociaciones o movimientos parroquiales y en
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organizar eventos con el fin de obtener fondos (Papa Francisco,
2013). Hasta Juan Pablo II en Catechesi Tradendae expone el
peligro de valorar la parroquia como desfasada del tiempo, quizás
destinada a desaparecer:
Ciertamente, en muchos países, la parroquia ha sido como
sacudida por el fenómeno de la urbanización. Algunos
quizás han aceptado demasiado fácilmente que la parroquia
sea considerada como sobrepasada, si no destinada a la
desaparición en beneficio de pequeñas comunidades más
adaptadas y más eficaces. Quiérase o no, la parroquia sigue
siendo una referencia importante para el pueblo cristiano,
incluso para los no practicantes. El realismo y la cordura
piden pues continuar dando a la parroquia, si es necesario,
estructuras más adecuadas y sobre todo un nuevo impulso
gracias a la integración creciente de miembros cualificados,
responsables y generosos. Dicho esto, y teniendo en cuenta
la necesaria diversidad de lugares de catequesis, en la
misma parroquia, en las familias que acogen a niños o
adolescentes, en las capellanías de las escuelas estatales,
en las instituciones escolares católicas, en los movimientos
de apostolado que conservan unos tiempos catequéticos, en
centros abiertos a todos los jóvenes, en fines de semana de
formación espiritual, etc. (Juan Pablo II, 1979, N° 67)
Actualmente las parroquias enfrentan muchos retos derivados
de la situación vigente, tales como: el proceso de urbanización
ha creado conglomerados inmensos e imposibles de ser atendidos
dentro de los límites de una parroquia, convirtiéndose en límites
irreales de planificación pastoral parroquial; en correlación con lo
anterior, no se puede atender un número cada vez más extenso de
fieles por parte un sacerdote o pocos; muchos fieles se congregan
en parroquias donde reciben mejor atención pastoral, proliferando
la emigración de carismas y ministerios fuera del territorio
parroquial y creando parroquias compuestas de diversidad de
personas, culturas, problemas e intereses sociales y políticos, los
cuales multiplican las perspectivas y expectativas individuales; en
muchos parroquias la comunión no es la totalidad de la comunidad
parroquial, sino solo dentro de la acción pastoral de su grupo,
asociación o movimiento eclesial, diluyendo la verdadera pastoral
de conjunto y; en muchas parroquias realizan la pastoral de acuerdo
a métodos pastorales preestablecidos de experiencias ajenas a
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desde el Magisterio de la Iglesia
su realidad y sin ninguna visión de inculturación, imponiendo un
modo eclesial divorciado de la experiencia eclesial del lugar. Al
final de su exhortación, como dice Juan Pablo II:
Quiérase o no, la parroquia sigue siendo una referencia
importante para el pueblo cristiano, incluso para los no
practicantes. El realismo y la cordura piden pues, continuar
dando a la parroquia, si es necesario, estructuras más
adecuadas y sobre todo, un nuevo impulso… (Juan Pablo II,
1979, N° 67)
Bajo las anteriores ideas se ejerce la propuesta del presente
artículo con la intención de iniciar una discusión pastoral hacia una
nueva visión parroquial en función de la misión de la Iglesia y las
orientaciones que da el magisterio de la Iglesia, especialmente las
nuevas orientaciones parroquiales que ha dado el Papa Francisco.
1. La territorialidad y su asignación
La Iglesia local se distribuye en territorios que se constituyen
en parroquias “se constituirán parroquias personales en razón del
rito, de la lengua o de la nacionalidad de los fieles de un territorio,
o incluso por otra determinada razón” (Universidad de Salamanca,
2023, p. 518). Parece que la asignación sigue el conocimiento de
la cultura; pero, no hay una razón única por la que se constituye
una parroquia. Al final, según el canon 522, el párroco debe
ser nombrado por un obispo y el tiempo lo define el obispo o la
Conferencia Episcopal, pero el factor del tiempo debería estar más
en función de criterios misionales y no estrictamente jurídicos. Y
¿cuál es la finalidad última de la Iglesia? El Concilio Vaticano II
en la Constitución pastoral Gaudium et Spes lo define: “la Iglesia
tiene una finalidad escatológica y de salvación, que sólo en el
mundo futuro podrá alcanzar plenamente” (Concilio Vaticano II,
1965a, N°40). Eso no significa que tenga una función estrictamente
espiritual, pero en el mismo numeral se expresa:
La Iglesia no sólo comunica la vida divina al hombre, sino
que además difunde sobre el universo mundo, en cierto
modo, el reflejo de su luz, sobre todo curando y elevando
la dignidad de la persona, consolidando la firmeza de la
sociedad y dotando a la actividad diaria de la humanidad
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de un sentido y de una significación mucho más profundos.
Cree la Iglesia que de esta manera, por medio de sus hijos
y por medio de su entera comunidad, puede ofrecer gran
ayuda para dar un sentido más humano al hombre a su
historia. (N°40)
Por tanto, posee una finalidad salvífica, pero se realiza
en la historia, elevando la dignidad de la persona y el desarrollo
humano integral como sustento o base para ofrecer la salvación.
Pero, se trata de equilibrar las dos dimensiones (Concilio Vaticano
II, 1965a):
Sabe la Iglesia que sólo Dios, al que ella sirve, responde
a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el
cual nunca se sacia plenamente con solos los alimentos
terrenos. Sabe también que el hombre, atraído sin cesar por
el Espíritu de Dios, nunca jamás será del todo indiferente
ante el problema religioso, como los prueban no sólo la
experiencia de los siglos pasados, sino también múltiples
testimonios de nuestra época. Siempre deseará el hombre
saber, al menos confusamente, el sentido de su vida, de
su acción y de su muerte. La presencia misma de la Iglesia
le recuerda al hombre tales problemas; pero es sólo Dios,
quien creó al hombre a su imagen y lo redimió del pecado,
el que puede dar respuesta cabal a estas preguntas, y ello
por medio de la Revelación en su Hijo, que se hizo hombre.
El que sigue a Cristo, Hombre perfecto, se perfecciona cada
vez más en su propia dignidad de hombre. (N°41)
Cuando se habla de parroquia no debería ser visualizada
una Iglesia y las dimensiones espaciales de la casa cural. Esto
es un reduccionismo. Una parroquia es un pueblo localizado
y definido por diversas formas de expresión y vivencia social,
política, económica, religiosa y cultural. Y en virtud de la finalidad
misma de la Iglesia que busca restablecer la dignidad del humano
en todas sus dimensiones, el párroco debe ser una persona muy
capaz para acompañar integralmente a un determinado pueblo
con un determinado territorio y con una determinada realidad
a la que hay que elevar, desarrollar y humanizar. Por ello, en
sentido lógico, considero que lo primero que se debe razonar para
elegir un párroco no debe ser su disponibilidad, la demanda o las
conveniencias institucionales de la Iglesia, sino a una persona más
78 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
conveniente para acompañar a ese territorio compuesto de seres
humanos concretos y con sus características peculiares.
Las anteriores ideas acerca de la importancia de elección
de un párroco conducen a cuestionar: ¿podrá una sola persona
liderar y ejercer plenamente la finalidad de la Iglesia, a la luz de
la Gaudium et Spes? Posiblemente existe, pero serían tan escasos.
Por ende, si la Iglesia por cuestiones jurídicas debe delegar a una
persona la potestad de ser párroco, debe ser consciente que las
funciones destacadas y las que establece el derecho canónico
(Universidad Pontificia de Salamanca, 2023) deben ser ejercida no
por una persona, sino por un conjunto de personas encaminadas
hacia la misma finalidad de la Iglesia. De ahí, se propone un equipo
o una comunidad de sacerdotes y no un sacerdote solitario en su
parroquia. Ahora, si leemos las funciones del párroco que anota
el documento de Medellín, la situación se complejiza cuando
establece algunas recomendaciones, problemas sacerdotales y
en la formación de los mismos (ver Cap. XI de Consejo Episcopal
Latinoamericano [CELAM], 1968).
Una parroquia, según el canon 515, está jurídicamente
constituida por un párroco, quien da cuenta al obispo del lugar;
pero el canon 517 expresa (Universidad de Salamanca, 2023):
Cuando así lo exijan las circunstancias, la cura pastoral
de una o más parroquias a la vez puede encomendarse
solidariamente a varios sacerdotes, con tal que uno de ellos
sea el director de la cura pastoral, que dirija la actividad
conjunta y responda de ella ante el Obispo.
Por lo cual, la propuesta de varios sacerdotes estableciendo
una comunidad parroquial es jurídicamente posible, con ciertas
enmiendas.
Una comunidad de sacerdotes en un determinado territorio
implicaría muchos cambios, que a la luz de la finalidad de la Iglesia
debe darse. Tampoco se pretenden sustituir las competencias
del Ordinario del lugar, pero lógicamente esto implicaría una
reorientación de la formación sacerdotal para vivir en comunidad y
lo que implica para la administración de los bienes, las necesidades
materiales de los sacerdotes, los mecanismos pastorales que no
se restrinjan a lo litúrgico, sino que abran nuevos caminos de
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atención pastoral hacia un mundo que demanda un cambio radical
de la pastoral de la Iglesia.
El campo pastoral de la Iglesia es el mundo, según la Gaudium
et Spes, es su lugar por antonomasia. De ahí, que las cosas de este
mundo son complejas y sumamente delicadas, las cuales deben ser
examinadas, valoradas, discernidas y potenciadas hacia la plenitud
de la persona y mensaje de Cristo (Concilio Vaticano II, 1965a):
La misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de
orden político, económico o social. El fin que le asignó es
de orden religioso. Pero precisamente de esta misma misión
religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden
servir para establecer y consolidar la comunidad humana
según la ley divina. Más aún, donde sea necesario, según las
circunstancias de tiempo y de lugar, la misión de la Iglesia
puede crear, mejor dicho, debe crear, obras al servicio de
todos, particularmente de los necesitados, como son, por
ejemplo, las obras de misericordia u otras semejantes. (N°
42)
El Concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad
temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad
sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu
evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando
que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos
la futura, consideran que pueden descuidar las tareas
temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo
que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas
según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos
grave el error de quienes, por el contrario, piensan que
pueden entregarse totalmente del todo a la vida religiosa,
pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos
de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones
morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos
debe ser considerado como uno de los más graves errores
de nuestra época. Ya en el Antiguo Testamento los profetas
reprendían con vehemencia semejante escándalo. Y en el
Nuevo Testamento sobre todo, Jesucristo personalmente
conminaba graves penas contra él. No se creen, por
consiguiente, oposiciones artificiales entre las ocupaciones
profesionales y sociales, por una parte, y la vida religiosa por
80 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
otra. El cristiano que falta a sus obligaciones temporales,
falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a
sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna
salvación. Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejerció el
artesanado, alégrense los cristianos de poder ejercer todas
sus actividades temporales haciendo una síntesis vital del
esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o técnico,
con los valores religiosos, bajo cuya altísima jerarquía todo
coopera a la gloria de Dios. (N° 43).
Ahora, cuando se habla de consolidar la comunidad humana
conforme a la ley divina requiere conocer dicha comunidad.
Esto implica experticia eclesial, pastoral, teológica, cultural,
psicológica, sociológica, entre otras, la cual no puede ser abarcada
por una sola persona. Por ende, una parroquia en sentido eclesial
no puede restringirse a un territorio por conveniencia económica
de los clérigos, sino, que responda a las necesidades pastorales
que el pueblo de Dios exige y con la colaboración de los laicos;
esto supone una reorganización de los territorios parroquiales o
unión de parroquias (en la organización actual) donde se atienda
mejor al pueblo de Dios bajo el espíritu sinodal en la Iglesia:
b) El tema de la reagrupación de Iglesias locales se ha revelado
fundamental para un pleno ejercicio de la sinodalidad
en la Iglesia. A la hora de responder a la pregunta sobre
cómo configurar las instancias de sinodalidad y colegialidad
que llevan consigo reagrupamientos de Iglesias locales,
la Asamblea subraya la importancia del discernimiento
eclesial realizado por las Conferencias Episcopales y por las
Asambleas continentales para el correcto desarrollo de la
primera fase del proceso sinodal.
c) El proceso sinodal ha mostrado cómo los organismos
previstos por el Código de Derecho Canónico y por el Código
de los Cánones para las Iglesias Orientales despliegan con
mayor eficacia su función cuando son comprendidos a partir
de las Iglesias locales. El hecho de que la Iglesia (Ecclesia
tota) sea una comunión de Iglesias requiere que cada Obispo
perciba y viva la solicitud por todas las Iglesias (Sollicitudo
Omnium Ecclesiarum) como aspecto constitutivo de su
ministerio de pastor de una Iglesia…
e) Es preciso estudiar, desde el plano eclesiológico y
canónico, las implicaciones de una reforma de las estructuras
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referidas al reagrupamiento de Iglesias para que asuman un
carácter más plenamente sinodal. (Sínodo de los Obispos,
2023, p. 39)
La Iglesia institucional debe abrirse a la posibilidad de estar
en constante renovación en función de su misión evangelizadora,
la cual requiere nuevos modos y criterios que vienen del evangelio,
el magisterio de la Iglesia y la tradición eclesial que prioriza el
mensaje de Jesús a la institución eclesial.
2. Personería jurídica y evangelización
La dimensión jurídica es algo que debe pensarse con
seriedad ante un cambio de la concepción de una parroquia y su
párroco asignado o delegado. Según el Código de Derecho Canónico
(Universidad de Salamanca, 2023), la parroquia contempla lo
siguiente:
El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le
confía, y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le
está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano
en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar,
para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de
enseñar, santificar y regir, con la cooperación también de
otros presbíteros o diáconos, y con la ayuda de fieles laicos,
conforme a la norma del derecho. (P. 519)
El Código de Derecho Canónico admite la cooperación entre
sacerdotes dentro de una misma parroquia, la cual es habitual
en parroquias administradas por comunidades religiosas; pero si
la propuesta sinodal es reagrupar Iglesias locales, significa que
los territorios se modifiquen y que la autoridad del párroco y sus
límites geográficos pueden ser afectados o distribuir las funciones
en el equipo de sacerdotes asignados; se requiere una reordenación
de los territorios parroquiales en función evangelizadora o una
reorganización de las Iglesias locales donde las comunidades de
presbíteros se concentren en una parroquia y se anule la visión
solitaria del párroco a cargo de una parroquia. Ahora, desde la
perspectiva sinodal, la misión de la Iglesia requiere una demarcación
de la autoridad tradicional, donde la comunidad de sacerdotes
al servicio de una parroquia pueda crear opciones pastorales y
82 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
decisiones evangelizadoras en conjunto con todos los fieles laicos
que participan activamente dentro del territorio parroquial, pues
la Iglesia debe ampliar el horizonte de lo que ha delimitado por
autoridad, restringida a la potestad y no a la capacidad de liderazgo
y frutos visibles del reino de Dios. La comunidad en comunión es
parte de una de las imágenes eclesiológicas por las que se completa
la naturaleza y misión de la Iglesia (Sínodo de los Obispos, 1985):
La eclesiología de comunión es una idea central y
fundamental en los documentos del Concilio. Koinonía/
comunión, fundadas en la Sagrada Escritura, son tenidas en
gran honor en la Iglesia antigua y en las Iglesias orientales
hasta nuestros días. Desde el Concilio Vaticano II se ha hecho
mucho para que se entendiera más claramente a la Iglesia
como comunión y se llevara esta idea más concretamente a
la vida … Por ello la eclesiología de comunión no se puede
reducir a meras cuestiones organizativas o a cuestiones que
se refieren a meras potestades. La eclesiología de comunión
es el fundamento para el orden en la Iglesia y en primer
lugar para la recta relación entre unidad y pluriformidad en
la Iglesia. (p. 7)
Por consiguiente, en un mundo donde la pluralidad es
ordinaria, no es coherente seguir sosteniendo una organización
parroquial uniformada y liderada por una sola persona, el párroco.
Se requiere que una comunidad parroquial, compuesta por
diferentes miembros (clérigos y laicos), en función de la misión de
la Iglesia, en una organización extienda más acorde a los signos de
los tiempos que permita el acceder a todos los ámbitos de la vida
social. Ya no es válida la función de salvar almas, sino personas
integrales con sus complejas situaciones de vida en diferentes
ámbitos.
3. Hacia una pastoral de Conjunto dentro de un
territorio parroquial
El documento de Medellín habla de pastoral de conjunto,
como una de las prioridades para la Iglesia de América Latina
donde todo debe adecuarse a la realidad histórica y la naturaleza
de la Iglesia:
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Toda revisión de las estructuras eclesiales en lo que tienen
de reformable, debe hacerse, por cierto, para satisfacer
las exigencias de situaciones históricas concretas, pero
también con los ojos puestos en la naturaleza de la Iglesia.
La revisión que debe llevarse a cabo hoy en nuestra situación
continental ha de estar inspirada y orientada por dos ideas
directrices muy subrayadas en el Concilio: la de comunión y
la de catolicidad. (CELAM, 1968, p. 52)
La situación de explotación, marginación y exclusión de la
mayoría de las personas en América Latina debe propiciar que la
Iglesia confronte sus estructuras pastorales desde una planificación
en comunión con toda la Iglesia desde una espiritualidad sinodal
dentro de una pastoral de conjunto que se puede sintetizar en los
siguientes aspectos:
- Redefinición de los territorios: donde la Iglesia redistribuya
los territorios parroquiales en función de nuevos
conglomerados poblacionales, necesidades comunes,
renovación y formación eclesial, programas novedosos de
evangelización, incorporación de parroquias extensas,
pero bajo la dirección y administración de una comunidad
sacerdotal, superando la visión tradicional diocesana. En
modo práctico, una distribución de territorio parroquial
debe ser valorada desde un análisis sociológico profundo
que responda a las necesidades propias de su gente,
que renueve la evangelización tradicional, incorporando
proyectos de equipos sacerdotales para dar una propuesta
evangelizadora colegiada.
- Celebrar sínodos y consejos presbiterales e incluir a
laicos: como una decisión sinodal, la Iglesia debe dar
mayor participación a los laicos en toda la organización
y estructura de la Iglesia, buscando el sensus fidei hacia
una mejor comprensión de la voluntad de Dios sobre las
cosas de este mundo (Sínodo de los Obispos, 2023). La
participación del laico va más allá de una mera consulta
u opinión, se trata de incorporarlo en el análisis de las
situaciones o fenómenos y en la toma de decisiones.
- Participación más activa de los laicos (CELAM, 1968),
donde no solo sean colaboradores de los clérigos, sino
84 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
personas activas y creativas en la evangelización de la
Iglesia que tiene el mundo como su campo de acción
pastoral.
- Erradicar proyectos particulares de sacerdotes e
instituciones: en no pocos lugares de Latinoamérica nos
encontramos con proyectos particulares de sacerdotes
que bajo la justificación de estar evangelizando se
dedican a promoverse individualmente, muy lejos
del espíritu evangélico de la misión de Jesús (Biblia
de Jerusalén Online, 2009, Lc 10,1-18). Que sin una
exégesis profunda hay que denotar que Jesús envía
a sus discípulos desde la comunidad, de dos en dos
para recoger frutos comunitarios; en ningún momento
la evangelización es individual. Por ejemplo, cabe
puntualizar la promoción de programas televisivos que
promueven la venta de objetos religiosos con la promesa
de ser milagrosos, cuando en verdad el milagro ocurre
por la fe de las personas y no por el objeto; al final, se
trata de un negocio con una deformación de la fe (Biblia
de Jerusalén Online, 2009, Lc 8, 43-48)
- Erradicar organizaciones pastorales improvisadas e
incompetentes:
Inadecuación de la estructura tradicional en
muchas parroquias para proporcionar una vivencia
comunitaria; sensación bastante generalizada
de que las curias diocesanas son organismos
burocráticos y administrativos; Desazón en muchos
sacerdotes, proveniente de no encontrar un lugar
claro y satisfactorio en la estructura pastoral; esto
ha sido a menudo un factor decisivo en algunas
crisis sacerdotales, como también, por analogía de
situaciones, en las crisis de un número considerable
de religiosos y laicos; Actitudes particularistas de
personas o instituciones en situaciones que exigen
coordinación; Casos de aplicación desacertada de
la Pastoral de conjunto o de la Planificación, sea
por improvisación o incompetencia técnica, sea
por excesiva valoración de los "planes", sea por
una concepción demasiado rígida y autoritaria de
su puesta en práctica. (CELAM, 1968, p. 52)
85TEORÍA Y PRAXIS No.44 Vol. 1 enero-junio 2024
- Renovación de la estructura eclesial para responder a
las exigencias históricas (CELAM, 1968). Lógicamente,
cuando se habla de la estructura parroquial no se
reduce a la territorialidad o a nuevas formas de acción
pastoral intraeclesial, sino a la conformación misma de
la autoridad, uso de los bienes, evaluación y renovación
profunda de sus proyectos evangelizadores. Ser más
atrevidos en salir a la calle, al espacio civil para
incorporar nuevos actores de transformación de la vida
cotidiana en las ciudades y en el campo.
- Seguir las directrices conciliares donde todo el pueblo
debe participar y formar parte del pueblo de Dios. Por
lo cual la Iglesia está llamada a realizar esta transición
evangelizadora fundamental:
Todos los hombres están llamados a formar parte
del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo,
sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a
todo el mundo y en todos los tiempos, para así
cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en
un principio creó una sola naturaleza humana, y a
sus hijos, que estaban dispersos, determinó luego
congregarlos [cf. Jn 11,52]. (Concilio Vaticano II,
1965b, N°13)
Por tanto, toda la acción pastoral de la Iglesia en cualquier
Iglesia local debe tener claridad de que trabaja como pueblo de
Dios para transformar las cosas de este mundo desde la voluntad
de Dios (Romero, 1979-80/2009):
Y este es el trabajo de la Iglesia; por eso, ella,
pueblo de Dios en la historia, no se instala en
ningún sistema social, en ninguna organización
política, en ningún partido. La Iglesia no se deja
cazar por ninguna de esas fuerzas porque ella es la
peregrina eterna de la historia y va señalando, a
todos los momentos históricos, lo que sí refleja el
reino de Dios y lo que no refleja el reino de Dios;
ella es servidora del reino de Dios* … Cualquier
proyecto histórico que no se fundamente en eso
que dijimos en el primer punto: la dignidad de
86 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
la persona humana, el querer de Dios, el reino
de Cristo entre los hombres, será un proyecto
efímero; y será cada vez más estable y será cada
vez solución del bien común de los pueblos, según
la índole de cada pueblo, el que refleje mejor ese
eterno designio de Dios. (pp. 433-434).
- Cada ministerio debe tener un servicio solidario con
espíritu colegial episcopal y papal (CELAM, 1968), nunca
de manera aislada o con intereses claros de defensa
clasista. Basta con recordar en tiempos del militarismo
en América Latina cuando un amplio sector de la Iglesia
era complaciente con los regímenes militares o con las
oligarquías de sus países respectivos por conveniencia o
supervivencia.
- Las CEB deben ser homogéneas socialmente con trato
personal fraterno, exponer la fe y factor de promoción
humana y de desarrollo, donde los líderes den testimonio
de Dios ante el mundo (Concilio Vaticano II, 1965c) y
realicen estudios serios de teología, sociología e historia
(CELAM, 1968). Esto con alusión al presente, donde
las CEB han perdido su profetismo de incursionar en la
transformación social desde su ser cristiano.
- Las Parroquias son la unidad de las CEB; pero
descentralizar el lugar, funciones y personas (Concilio
Vaticano II, 1965d). Lógicamente, Medellín incluyó
este apartado para que las CEB no se vanagloriaran de
su compromiso cristiano, sino para ubicarles su lugar
jurídico y eclesial, pero respetando su libertad como
hijos de Dios.
- El Obispo debe animar la vida cristiana y responsable de
la Pastoral de Conjunto (Concilio Vaticano II, 1965e) y
es principio de unidad y catolicidad para todos los fieles
(Concilio Vaticano II, 1965f).
- La Pastoral de conjunto exige una renovación
personal, acción pastoral planificada, estudio técnico
de la realidad, reflexión teológica sobre la realidad,
organización de elementos humanos y materiales
disponibles, determinar prioridades pastorales según
la realidad de cada lugar, establecer un plan periódico
87TEORÍA Y PRAXIS No.44 Vol. 1 enero-junio 2024
de evaluación y exigir una renovación del pensamiento
teológico-pastoral, fundamentados en los documentos
conciliares con auténtico sentido comunitario, con
conciencia social al servicio del pueblo de Dios y de los
pobres (CELAM, 1968).
El compromiso de la Iglesia desde la visión del Vaticano II
y las Conferencias del Episcopado Latinoamericano requiere un
cambio eclesial que pide a muchos no escandalizarse, sino ponerse
al día con las nuevas orientaciones que la Iglesia ha venido dando
desde hace más de cincuenta años. Se pide al cristiano de hoy que
se actualice y que renueve la vida de la Iglesia.
Una pastoral de conjunto debe tener una visión eclesiológica
clara. Y en El Salvador, quien hizo vida la pastoral de conjunto fue
Mons. Romero; por ello, es referente práctico de lo que significa
pastoral de conjunto (Romero, 1979-80/2009):
También así fue la reunión del clero, de carácter navideño,
que celebramos el martes y en que hicimos una valiente y sincera
evaluación de nuestra pastoral de conjunto, viendo los aspectos
positivos y también los negativos. Al terminar aquella preciosa
reflexión y aquella convivencia tan fraternal, yo invitaba a los
queridos sacerdotes a vivir en toda nuestra vida el doble misterio
de la Navidad: misterio de inmanencia, Dios que se hace hombre
y asume en sí las realidades de la historia, no le tiene miedo a los
vaivenes del mundo, pero para santificarlos; por eso, el misterio de
la trascendencia, un Dios que se mete a la historia para trascender
la historia desde su intimidad, desde su entraña. El sacerdote, la
comunidad, la Iglesia que vive así su fe, como una inmanencia de
Dios en la historia y una trascendencia de la historia hacia Dios,
está cumpliendo la misión salvífica, el proyecto del Jesús de la
salvación (pp. 90-91).
Desde la perspectiva de Mons. Romero la Iglesia debe ir
aprendiendo que la trascendencia de Dios debe ser construida
en la inmanencia de los seres humanos, donde el pueblo de Dios
procesualmente se transforme en una Iglesia de los pobres.
En y desde la historia concreta salvadoreña Mons. Romero
va aprendiendo a interpretar el evangelio a la luz de los cambios
eclesiales dados por el Concilio Vaticano II, las conferencias
episcopales de Medellín y Puebla, las interpretaciones de teólogos
88 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
amigos y hermanos del clero arquidiocesano; pero, sobre todo, es
la realidad del pueblo sufrido, humilde y pobre lo que provoca que
la simbiosis resulte a favor de la voluntad de Dios en El Salvador.
Gracias a su sensibilidad y coherencia es que se produce un cambio
eclesial en la realidad salvadoreña, digna de ser constantemente
estudiada y emulada en la Iglesia universal.
Mons. Romero ve en la realidad de su pueblo una “hora
pascual” que obliga a tomar opción por los pobres y sufridos, lo
que desde el evangelio significó una clarificación, reinterpretación
y construcción de una Iglesia de Cristo, una Iglesia de los pobres
que encarna el reino de Dios bajo signos concretos de liberación y
salvación integral en la escucha, defensa, cooperación, desarrollo
y diálogo para mejorar las condiciones históricas de injusticia y
violencia en el país (Romero, 1977/2005, p. 52).
Una Iglesia al servicio de los pobres, desde Jesús, requiere
una conversión profunda hacia los pobres para poder ser Iglesia de
los pobres, pues no puede optar lo que no se asume encarnadamente
y en posición diametralmente opuesta de quiénes han configurado
estructuralmente una realidad salvadoreña de opresión bajo el
poder político, económico, cultura y hasta religioso. Esta claridad
evangélica es para Mons. Romero una señal de que está a favor del
reino de Dios, al anunciar el reino de Dios a los pobres (Biblia de
Jerusalén Online, 2009, Lc 4,18-19). De ahí, es clave para definir
que la Iglesia no puede estar separada de la dimensión histórica,
de los pobres, de los que sufren; pues solo ahí se encuentra Cristo
(Concilio Vaticano II, 1965a, N°1; Romero, 1977/2005, pp. 287-
290, 366-367). Por tanto, la eclesiología de Mons. Romero parte de
una Iglesia que está unida a Cristo como misterio de búsqueda de
la voluntad de Dios, fiel al evangelio; pero desde la Encarnación
histórica con los pobres.
Este nuevo modo de ser Iglesia conlleva una actitud vigilante
de los signos de los tiempos para ofrecer una labor profética
adecuada, según el evangelio y el magisterio de la Iglesia; porque
una Iglesia no puede quedarse callada ante “tanta abominación”
(Concilio Vaticano II, 1965a, N°4; Romero, 1977/2005, 1977-
78/2005, 1979-80/2009, p. 18). Por eso la Iglesia debe encarnar
las bienaventuranzas con signos concretos de la liberación
de Cristo: hacer de los pobres toda una ética de vida, que el
sufrimiento martirial prepare una nueva tierra para todos, llorar
89TEORÍA Y PRAXIS No.44 Vol. 1 enero-junio 2024
por los sentimientos y actos nobles, reconocer que ser fiel a Dios
transforma la muerte y la injusticia social en el mundo, donde los
justos quedan saciados, se experimenta el ser hijos de Dios como
fraternidad evangélica en los que traen la justicia, la paz y el amor
(Romero, 1977-78/2005). Por ello, una Iglesia cómoda, alejada del
pueblo y de sus ansias de liberación tiende al peligro no solo de
despreciar al pueblo y a los pobres, sino caer en una Iglesia que no
pertenece a Cristo (Romero, 1978/2006).
La Iglesia que quiso instaurar Mons. Romero establece un
servicio pleno al reino de Dios que parte de una subordinación a
Cristo y a lo que Cristo vino a anunciar (Romero, 1979-80/2009).
Por eso, Ellacuría dijo: “Solo desde el reino, tal como fue predicado
por Jesús, puede entenderse lo que ha de ser la Iglesia” (Ellacuría,
1984, p. 8). Por ende, la Iglesia fundamentada en el reino que
anunció Cristo podrá reconocer cuál es su lugar adecuado en la
historia y conceder el protagonismo a los pobres. Solo desde ahí,
la Iglesia podrá entender su misión y ser sacramento salvífico para
transformar la historia de cada pueblo hacia la conversión de todos
los hombres y mujeres para hacerlos pueblo de Dios (Romero,
1979-80/2009).
Desde el magisterio de la Iglesia, Mons. Romero asume
encarnadamente la enseñanza conciliar de que la Iglesia parte de
Cristo, pero sin pueblo que crea en Cristo no hay pueblo de Dios que
manifieste su ser sacramental histórico, transmitir el misterio de
descubrir en la historia la voluntad de Dios para instaurar el Reino
en cada época humana y la voluntad de vivir en fidelidad como
esposa de Cristo. Ahora, el pueblo de Dios, desde la interpretación
evangélica, debe nacer y vivir como Iglesia de los pobres. Este es
la claridad evangélica que tuvo Mons. Romero, donde el reino de
Dios predicado por Jesús mediatiza su plenitud desde la realidad
de los pobres, como instrumentos de conversión, evaluación y
salvación de la humanidad. Por ende, la Iglesia para Mons. Romero
es fundamentalmente Iglesia de los pobres, conformada como
pueblo de Dios, en unión con Cristo y ayudada por el Espíritu Santo
que manifiesta su verdad en la humildad y la pobreza evangélica.
Todo lo demás, es secundario.
Es fundamental reconocer que Mons. Romero no se
desliga del magisterio para definir qué es Iglesia; pero si posee
reinterpretaciones del mismo magisterio. He ahí su novedad. Desde
90 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
la libertad evangélica y en sintonía con la realidad de su patria,
Mons. Romero configura la Iglesia bajo elementos reinterpretativos
hacia una eclesiología renovada en consonancia con el Concilio
Vaticano II y las reflexiones del episcopado latinoamericano e
interpretaciones teológicas encarnadas desde el Evangelio.
La tarea es larga cuando se habla de que en una parroquia
debe trabajar por el reino de Dios a partir del mandato evangélico,
el magisterio de la Iglesia y las iluminaciones del Espíritu Santo
que el pueblo de Dios va dando a través de la historia y en los
acontecimientos. Por ende, la parroquia es clave para instaurar
el reino de Dios en una nación concreta, en una Iglesia local que
verdaderamente quiera vivir bajo el mandato de Cristo.
Invito a la jerarquía de la Iglesia y a todo el pueblo de Dios
valorar estas ideas y estar atento a las conclusiones del Sínodo de
los Obispos 2024 donde la sinodalidad no es una moda eclesial del
Papa Francisco, sino una de las imágenes más representativas de
la Iglesia de Cristo, destacando la manera evangélica de resolver
los problemas y la cotidianidad de la vida comunitaria cristiana
para ser más cercanos a la unidad que tanto anhelaba Jesús (Biblia
de Jerusalén Online, 2009, Jn 17,21-23).
Conclusión
Una renovación de la vida y estructura parroquial requiere un
proceso de formación, consulta y discernimiento en cada diócesis
para valorar no solo la conveniencia económica e institucional,
sino que busquen el bien del pueblo de Dios que tanta falta le hace
una atención pastoral digna, adecuada y conforme a los signos de
los tiempos.
Toda renovación es un cambio radical que se necesita de
humildad, espíritu crítico y vivencia de la pobreza evangélica,
pues un cambio en la hegemonía del poder concentrado en una
sola persona no es factible por los cambios tan convulsionados y
acelerados en que se decanta la vida humana; deben saber ajustarse
a nuevas formas de vivir y solventar las necesidades económicas
del equipo sacerdotal; pero ante el valor evangélico de la pobreza,
la vida cristiana debe trascender en una preocupación por el otro,
esperando que las palabras de Jesús se vuelvan realidad:
91TEORÍA Y PRAXIS No.44 Vol. 1 enero-junio 2024
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni
recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta.
¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros
podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un
codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los
lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero
os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así
como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es,
y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará
mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis,
pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas;
pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios
y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Biblia de
Jerusalén Online, 2009, Mt 6,26-36).
Si la preocupación de todo cristiano fuese el reino de
Dios, como lo era para Jesús, las cosas materiales serían asuntos
relativos (no obviados), pues la tarea de la Iglesia es desgastarse
por el reino de Dios y tener una actitud de sencillez y humildad
para poder favorecer los cambios más favorables para la mayoría,
aunque eso implica cierto detrimento individual o institucional;
pues la sabiduría de Cristo se muestra en el servicio, tal como
Pablo lo expresa:
Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra
de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros
herencia con todos los santificados. Ni plata ni oro ni vestido
de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo
que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo,
estas manos me han servido. En todo os he enseñado que,
trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar
las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado
es dar que recibir (Biblia de Jerusalén Online, 2009, Hch
20,32-35).
Una nueva organización de las parroquias y sus miembros es
necesaria para que la vida cristiana se renueve y sea testimonio
eficaz para que el reino de Dios se convierta en esperanza para
valorar correctamente las cosas de este mundo.
92 Una propuesta pastoral de renovación parroquial
desde el Magisterio de la Iglesia
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