TEORÍA Y PRAXIS No. 29, Junio-Diciembre 2016 115
ISSN 1994-733X, Editorial Universidad Don Bosco, año 14, No.29, Junio-Diciembre de 2016, pp.115-127
El Símbolo como Limitación 
y Tránsito en el sistema Kantiano
Ulises Salomón Amaya Pérez1
Recibido en mayo de 2016, aceptado en julio de 2016
No se trata de traspasar el límite, sino de habitarlo.
Felipe Kong 
Resumen
La intención de este artículo es realizar una aproximación a la lectura 
hermenéutica de la obra kantiana propuesta por Mario Caimi para quien 
el símbolo estaría a la base de su planteamiento metafísico. Iniciaremos 
señalando el carácter interpretativo propio del ser humano desde categorías 
heideggerianas  y que está a la base de la capacidad simbólica que posee para 
en un segundo momento realizar una sucinta explicación de cómo funciona 
la analogía en el proceso de la hipotiposis simbólica2 finalizando con una 
pequeña aproxi-mación al carácter de limitación que el símbolo posee y que 
es fundamental, según Caimi, en el desarrollo de la metafísica kantiana.
Palabras claves
Comprender, interpretación, símbolo, analogía, limitación, límite, tránsito.
Abstract
The purpose of this article is to approach the hermeneutic reading of Kantian 
work proposed by Mario Caimi, for whom symbolism is the base of his 
metaphysical approach.  We will begin by pointing out the unique interpretive 
character of humans and that this is at the base of the capacity for symbolism 
that they posess. Subsequently, we will create a succinct explanation of how 
analogies work in the process of the symbolic hypothesis. We will end with an 
approach to the character of limitation that the symbol possesses, and that, 
according to Caimi, is fundamental in the development of Kantian metaphysics.
Keywords
Understand, interpretation, symbol, analogy, limitation, limit, crossing.
1. Licenciado en Filosofía por la Universidad Centroamericana ˝José Simeón Cañas˝, San Salvador, 
El Salvador, Centroamérica. Dr. en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 
Chile. Becario PUCV. E-mail: oddysseus.abaddon@gmail.com
2. Debemos enfatizar que la intención de este trabajo no es la explicación de la hipotiposis 
simbólica, por lo que nos detendremos sólo en lo que sea importante, desde nuestra perspectiva, 
para la consecución de nuestro objetivo.
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Introducción
Se podría pensar que la pretensión del pensamiento crítico kantiano gira 
solamente en torno a la posibilidad epistemológica de la experiencia, es decir, 
a la forma en que el conocimiento se encuentra estrechamente vinculado a la 
forma en que los objetos acontecen ante él, sin embargo, al leer con atención 
a Kant se nos devela una intención que al menos, en principio, parecería 
contradictoria a lo que nuestro autor habría señalado en la primera crítica. Kant 
pretende solucionar los problemas tradicionales planteados en la metafísica, 
sobre todo en Leibniz y Wolff.3 Esta pretensión se vuelve una empresa 
complicada puesto que el pretender solucionar los problemas planteados en 
el despliegue metafísico implica adentrarse en un terreno que anteriormente 
había sido excluido por nuestro autor y, es más, del que habría negado la 
posibilidad de obtener cualquier tipo de conocimiento, nos referimos al terreno 
de lo suprasensible, el noúmeno.
Kant, nos parece, comprende la metafísica como algo que no puede ubicarse 
solamente en el terreno de la razón práctica, pero tampoco en el terreno de lo 
meramente teórico, más bien, la metafísica sería un terreno de tránsito4, un 
tránsito de lo sensible a lo suprasensible, o, en lenguaje más kantiano, de lo 
fenoménico a lo nouménico. Sin embargo, ante esta afirmación pronto nos sale 
al paso la siguiente interrogante ¿De qué manera nos podemos dar cuenta de 
un objeto o una realidad más allá de lo fenoménico cuando nuestro lenguaje 
está enclaustrado en lo empírico?,5 en otras palabras, en Kant, para que haya 
conocimiento, ¿no puede darse un concepto independiente de la intuición, es 
decir, de la experiencia, así, al pretender dar cuenta de objetos supraempíricos 
no estaremos entrando a un terreno clausurado por el mismo Kant?
Ciertamente, Kant ha excluido la posibilidad del conocimiento de lo nouménico 
en la primera crítica, sin embargo, en la tercera critica, nos parece, deja abierta 
la posibilidad de dar cuenta de aquello a través de una de las posibilidades 
que nuestro lenguaje, o más bien, nuestra facultad comunicativa, posee, a 
saber, el símbolo. Dicho esto, el presente trabajo pretende hacer un pequeño 
acercamiento a la relación existente entre el símbolo y la comprensión kantiana 
de la metafísica.
3.Veáse, Caimi, Mario, La metafisica de Kant. Reconstrucción de la argumentación del escrito de 
Kant “Los progresos de la metafísica desde la época de Leibniz y de Wolff”, Editorial Universitaria 
de Buenos Aires, Buenos aires, 1989.
4. Cfr., Caimi, Mario, Op.cit., p.23.
5.Véase, Piepper, Annemarie, Kant und die Methode der Analogie, en Kant in der diskussion der 
Moderne, hrg. Von G. Schönrich und Yasushi Kato, Frankfurt, 1997.
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1. El carácter interpretativo del ser humano y su relación con lo simbólico
El ser humano habita el mundo como una realidad abierta y no cerrada como 
el resto de animales,6 se encuentra en aperturidad (Erschlossenheit) ante 
el mundo (Welt) y esa aperturidad (Erschlossenheit) se manifiesta como un 
comprender (Verstehen). En este sentido Heidegger nos dice en Sein und Zeit, 
“La apertura del comprender concierne siempre a la constitución fundamental 
entera del estar-en-el-mundo”;7 el comprender (Verstehen) es así una nota 
constitutiva del ser humano, pero ese comprender (Verstehen) posee una nota 
característica, es un comprender que interpreta. En este sentido Heidegger nos 
dice, también en Sein und Zeit:
“El proyectarse del comprender tiene su propia posibilidad de desarrollo. 
A este desarrollo del comprender lo llamamos interpretación. En la 
interpretación el comprender se apropia comprensoramente de lo 
comprendido por él. En la interpretación el comprender no se convierte 
en otra cosa, sino que llega a ser él mismo. La interpretación se funda 
existencialmente en el comprender, y no es éste el que llega a ser por 
medio de aquella”.8
El ser humano entonces habita en la interpretación (Auslegung) y su habérselas 
con el mundo es un habérselas interpretativo. Este carácter interpretativo, nos 
parece, se debe, no sólo a una nota constitutiva del ser humano, sino también 
a su afán explicativo y de dotar de sentido el mundo en el que se encuentra, 
Heidegger nos dice en Sein und Zeit:
“En la medida en que el comprender y la interpretación conforman la 
constitución existencial del ser del Ahí, el sentido debe ser concebido 
como la estructura existencial-formal de la aperturidad que es propia 
del comprender. El sentido es un existencial del Dasein y no una propie-
dad que adhiera al ente, que esté “detrás” de él o que se cierna en 
alguna parte como “región intermedia”.9
6. Cfr., Domínguez Miranda, Manuel, Aproximaciones al concepto de praxis en Ignacio Ellacuría, en, 
Universitas Philosophica 21, Bogotá, 1993, p. 49 
7. Heidegger, Martin, Ser y Tiempo, Trotta, Madrid, 2003, p. 148, § 31. “Das Verstehen betrifft als 
Erschlieβen immer die ganze Grundverfassung des In-der-Welt-seins”.
8. Ibid., p. 151, § 32. “Das Entwerten des Verstehen hat die eigene Möglichkeit, sich auszubilden. 
Die Ausbildung des Verstehens nennen Wir Auslegung. In ihr eignet sich das Verstehen sein 
Verstandenes verstehend zu. In der Auslegung wird das Verstehen nicht etwas anderes, sondern es 
selbst. Auslegung gründet existenzial im Verstehen, und nicht entsteht dieses durch jene”.
9. Ibid., p. 154, § 32. “Sofern Verstehen und Auslegung die existenziale Verfassung das Sein 
des Da ausmachen, muβ Sinn las da formal-existenziale Gerüst der dem Verstehen zugehörigen 
Erschlossenheit begriffen werdem. Sinn ist ein Existenzial des Dasein, nicht eine Eigenschaft, die 
am Seiende haftet  “hinter” ihm liegt oder als “Zwischenreich” irgendwo shwebt”.
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Ese dotar de sentido y significación la realidad se realiza a través del lenguaje, 
éste también manifiesta el carácter de aperturidad (Erschlossenheit) del ser 
humano. Al nombrar las cosas éstas comparecen ante él, y al nombrarlas se 
suscita su existencia; sólo así, a través del lenguaje, las cosas pueden existir 
como tales, por ello, éstas sólo son cosas para un sujeto que las nombra. “Sin 
el lenguaje las cosas no serían nunca eso que son, pues es él quien las suscita y 
nos da el poder de suscitarlas”.10
Es clara la estrecha relación entre el comprender o pensar y el lenguaje. Ahora 
bien, si las cosas, o realidades, comparecen sólo al ser nombradas qué sucede 
con cierto tipo de realidades que son irreductibles a la operación conceptual11, 
es decir, con aquellas que resisten al enclaustramiento que el concepto implica 
y que señalan la imposibilidad de la pretensión cartesiana de llegar a un estadio 
“meramente conceptual”,12 este cuestionamiento nos lleva a las posibilidades 
que el mismo lenguaje, o más bien, que esa capacidad de comunicarnos, de lo 
cual el lenguaje es su manifestación, nos brinda y que escapa de ese carácter 
de enclaustramiento del concepto, a saber, los símbolos.
En este trabajo nos interesa un tipo particular de símbolo que aparece recur-
rentemente en la obra kantiana pero que es desarrollado en la KU a saber, la 
metáfora, no entraremos en la discusión sobre si es un símbolo o no, y si lo es 
cuál sería su diferencia con otros tipos de símbolos, partiremos, más bien, de la 
asunción de que es una manifestación simbólica más y que su diferencia radical, 
desde nuestra perspectiva, radica en que se manifiesta en el habla, y debido a 
ello nos permite expresar ciertas realidades inconceptualizables, y así nos per-
mite trascender la limitación empírica que condiciona nuestro lenguaje, a pesar 
de ello, el periplo de la metáfora ha sido difícil y se le ha negado su aporte al 
proceso de comprensión en el despliegue del pensamiento filosófico, con el mal 
llamado paso del mito al logos13 la metáfora quedó relegada a la marginalidad 
de la filosofía y pensada como una mera figura retórica debido, nos parece, al 
carácter abierto de ésta, la metáfora no enclaustra, no define, sólo sugiere, 
es un hablar sugerente14 y precisamente por ello posee la capacidad de aproxi-
marse a aquello que se resiste al enclaustramiento del logos y eso que presenta 
resistencias son las realidades supraempíricas.
10. Corvez, Maurice, La Filosofía de Heidegger, Fondo de Cultura económica, México, D.F., 1970. 
p. 47.
11. Véase, Blumenberg, Hans, Paradigmas para una metaforología, Trotta, Madrid, 2003
12. Cfr., Rivera, Antonio, Hans Blumenberg: mito, metáfora absoluta y filosofía política. En: 
INGENIUM Revista de Historia del Pensamiento Moderno, N°4, julio-diciembre 2010: 145-165
13. “Mal llamado paso del mito al logos” porque no se trata de un paso, verlo de esa forma, nos 
parece, es restarle el carácter procesual que tuvo, el paso del mito al logos no es un paso, sino, un 
despertar.
14. Cfr., Muñoz Martínez, Rubén, Tratamiento ontológico del silencio en Heidegger, Fenix Editora, 
España, 2006, p. 14.
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Aristóteles, sin embargo, recupera el valor epistémico que la metáfora posee, 
dicho valor radica en que la metáfora trae a presencia algo que escapa de 
cualquier intento de aprehensión, “Y de esa manera opera el propio Aristóteles 
cuando sostiene que la metáfora hace saltar a la vista o poner ante los ojos 
(alguna cosa); en griego pro ommaton poien”,15 la metáfora en ese “hacer saltar 
a la vista” funciona como una exhibición y exhibe aquello que no acontece 
empíricamente, y sólo así, ese objeto que no acontece en la experiencia puede 
ser objeto de conocimiento.
“La metáfora, en la medida en que logra “poner algo ante los ojos”, produce 
un efecto análogo a lo que tiene lugar en cada momento de nuestra vida: en 
nuestro natural comportamiento con los entes, es común— y por eso no llama 
la atención— que ellos se nos den como se nos dan: haciéndosenos presente”.16
La metáfora implica, así, una lejanía que se torna cercanía ya que esa 
realidad supraempírica por el hecho de no acontecer fenoménicamente es algo 
fuera de nuestra experiencia, es decir, es una lejanía que al ser nombrada 
metafóricamente se vuelve cercanía porque deviene presencialidad, y no sólo 
eso, podemos hablar también de una especie de trans-semanticalización, con 
esto nos referimos a que la significación de los términos que entran en juego en 
la metáfora padecen un cierto cambio de significado al verterse un término al 
otro, pasando así a significar otra cosa.
“Y esto es lo que ocurre exactamente en la metáfora: el término vuelve la cara, 
por así decirlo —una metáfora más—, a su significación original, se desentiende 
parcialmente de esta –no del todo- y opera traslaticiamente convirtiendo la 
expresión original en una nueva significación o dando lugar a ella; cambia para 
pasar a significar otra cosa”.17
Lo fenoménico acontece en la cotidianidad del sujeto, lo suprasensible no, la metáfora 
se ubica entre estos dos campos de realidad, la conceptual y la inconceptualizable, 
volviéndola en cierta forma legible e intelegible, pero no a modo de comparación, 
sino diciendo “esto es aquello”,18 la metáfora señala semejanzas, contribuyendo 
así a la ampliación del conocimiento. Dicha afirmación es problemática, debido, 
como se señaló anteriormente, a la confianza desmesurada en el concepto que ha 
acompañado a la filosofía, y que encuentra su punto álgido en Hegel y las diferentes 
áreas del conocimiento en general. Sin embargo, en el apartado siguiente trataremos 
de demostrar que el uso que Kant hace de las metáforas no es un uso ornamental ni 
estilístico ni meramente estético, sino que la metáfora se constituye en un elemento 
fundamental del desarrollo de su metafísica.
15. Neumann, Hardy. La metáfora en Aristóteles y su contribución a la comprensión. En: Byzantion 
Nea Hellás 31, Santiago de Chile, 2012. p. 51.
16. Ibid., p. 58
17. Ibid, p. 52
18. Cfr, ibid.,  p. 64
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II. La metáfora como limitación (Schranken) y hablar-sugerente en el sistema 
    kantiano
Debido al posicionamiento del cual partimos para el desarrollo de este trabajo 
obviaremos referirnos a la dimensión estética o retórica de la metáfora para 
centrarnos, desde nuestra lectura, en el carácter fundante que la metáfora 
tiene en la metafísica kantiana. Comencemos por señalar que ésta se desarrolla 
de cara a aquella metafísica previa dogmática especulativa que niega cualquier 
posibilidad de conocimiento a partir de la experiencia, siendo esto una de las 
características más importantes de la nueva metafísica, “[…] la nueva metafísi-
ca exigirá la más estricta vinculación a un referente ontológico-empírico que 
participe en un sistema de conocimiento. Este compromiso convertirá el discur-
so metafísico en un metalenguaje de otro lenguaje, en un metaconocimiento 
de otro conocimiento”.19
Si la metafísica, según Kant, para tener valor científico debe estar anclada en 
la experiencia (intuiciones), cómo queda la afirmación hecha a inicios de este 
trabajo de que la metafísica kantiana sería un intento de realizar el tránsito20
de lo empírico a lo supraempírico, cómo eso que escapa a la experiencia puede 
devenir tal (intuición), la respuesta a esta interrogante la podemos encontrar 
en la metáfora. En la KU, Kant desarrolla la metodología de cómo esas ideas 
o conceptos de razón pueden ser exhibidas (Darstellung) en la intuición 
(Anschauung). Dicha exhibición (Darstellung) al contrario de los conceptos 
del entendimiento se realizará de forma indirecta mediante símbolos, esta 
simbolización funcionará como una analogía y ésta se manifestara en la 
metáfora, la metáfora, en Kant, funciona como una analogía, y es precisamente 
esto lo que permite cierto nivel de acceso epistemológico a aquello sugerido por 
la metáfora, respondiendo así, al señalamiento que Kant hiciese en la KrV en 
cuanto a la necesidad de que ciertas ideas de razón fuesen exhibidas.
La metáfora se encuentra entre el juicio determinante y el juicio reflexionante 
y es este último con el cual se encuentra más estrechamente vinculada, “La 
capacidad de reflexión que posee el hombre le permite a este comprender que 
ciertas manifestaciones sensibles no se agotan en sí mismas sino que remiten 
o apuntan hacia contenidos racionales de una naturaleza más elevada”.21 Para 
el desarrollo de este apartado nos centraremos principalmente en Kritk Der 
Urteillskraft (1790) nos interesa especialmente porque es donde Kant elabora 
claramente el papel que el símbolo tiene en el proceso del conocimiento y 
que más tarde en Welche sind die Wirklichen Fortschritte, die Methaphysik 
19. Jaques, Jessica. La revolución copernicana de Kant: la fundación de una nueva metafísica 
relacional relativista. En: Themata, Revista de Filosofía, Número 34, 2005, p. 96.
20.  Cfr., Caimi, Mario. Op. Cit., p. 9.
21. Charpenel, Eduardo. Pensar la moral desde la belleza : una lectura del parágrafo cincuenta y 
nueve en la Kritik Der Urteilskraft, en, “Tópicos 41”, 20II/II/29, Universidad Panamericana, México 
D.F, p. 189.
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seit Leibnizens und Wolffs Zeiten in Deutschland gemacht hat? Será algo 
fundamental en su planteamiento metafísico, ya que será éste, el símbolo, el 
que posibilitará el paso de lo sensible a lo suprasensible, “Este fin último al 
que apunta toda la metafísica es fácil de descubrir, y puede, en este respecto, 
fundamentar una definición de ella: “es la ciencia de progresar mediante la 
razón, del conocimiento de lo sensible al de lo suprasensible”,22 mientras que en 
la tercera crítica es donde Kant abre la posibilidad de, a través de la analogía, 
hablar de un conocimiento diferente que marcaría el acceso a lo suprasensible, 
a saber, el conocimiento simbólico.
En la KU, Kant nos dice:
“Toda hipotiposis (exposición, sujectio sub adspectum), como sensibi-
lización, es doble: o esquemática, cuando a un concepto que el enten-
dimiento comprende es dada a priori la intuición correspondiente, o 
simbólica, cuando bajo un concepto que sólo la razón puede pensar, y 
del cual ninguna intuición sensible adecuada puede darse, se pone una 
intuición en la cual sólo el proceder del juicio es análogo al que observa 
en el esquematismo, es decir, que concuerda con él sólo según la regla 
de ese proceder y no según la intuición misma; por lo tanto, sólo según 
la forma de la reflexión y no según el contenido”.23
La hipotiposis es fundamentalmente un proceso, tal como lo dice Kant, 
un proceso, que es doble, por un lado puede ser esquemática cuando a los 
conceptos del entendimiento le es dado su respectivo correlato empírico y 
simbólico cuando éste es un correlato transempírico,24 de tal manera que los 
correlatos, es decir, intuiciones (Anschauung) son de naturaleza diferente. Sin 
embargo, La analogía (Analogie), que opera en la KU a través del símbolo, no 
análoga objetos (Gegenstande), sino relaciones. Hemos señalado anteriormente 
con Aristóteles que la metáfora “hacer saltar a la vista” pero cuando ésta 
funciona como una analogía (Analogie) aunque si bien es cierto hace referencia 
en primer lugar a la vista no se refiere exclusivamente a ésta sino a cualquier 
forma en que el conocimiento se refiera a los objetos. La analogía (Analogie) se 
cifra en la KU bajo el símbolo y no bajo el signo, en este sentido, es importante 
diferenciar entre signo (Zeichen) y símbolo (Symbol), el signo para Kant no 
22. Kant, Immanuel, Los progresos de la Metafísica; Traducido por Mario Caimi. Primera edición. 
Eudeba, Buenos Aires, 1989, p.260.
23. Kant, Immanuel, Critica del juicio, Alicante: Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, 1999, 
pp.173-174. “Alle Hypotypose (Darstellung, subiectio sub adspectum) als Versinnlichung ist 
zwiefach: entweder schematish, da einnem Begriffe, den der Verstand faβt, die korrespondierende 
Anschauung angemessen sein kann, eine solche untergelegt wird, mit welcher das Verfahren der 
Urteilskraft demjeningen, was sie im Schematisieren beobachtet, bloβ analogish ist a), d. i. 
mit ihm bloβ der Regel dieses Verfahrens, nicht der Anschauung selbst, mitin bloβ der Form der 
Reflexion, nicht dem Inhalte nach übereinkommt”.
24.  Véase., Pieper, Annemarie. Op.cit. Véase también, Maly, Sebastian, Kant über die symbolische 
Erkenntnis Gottes, De Gruyter, Berlin, 2012.
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posee relevancia epistemológica, su función más bien es la de comunicar 
representaciones conceptuales que pueden ser utilizadas para la comunicación 
intersubjetivas o para establecer relaciones con la imaginación o la memoria, ya 
que a través de ellos evocamos conceptos, los signos hacen llamados regresivos 
(zurück-zurufen),25 por lo que poseen meramente un carácter consensuado y 
por lo tanto arbitrario, por ello, según Kant, no producen conocimiento.
La analogía (Analogie), por el contrario, que opera a través del símbolo al 
traer a presencia un objeto transempirico, crea una intuición (Anschauung) que 
permite la exhibición de dicho “objeto” (Gegenstand), pero esta exhibición 
(Darstellung) no es de la misma naturaleza que la que se lleva a cabo en el 
esquematismo porque antes de que este momento suceda las ideas de razón 
están en una especie de privación, es decir, están privadas de la intuición 
(Anschauung) correspondiente, que permitiría llevar a cabo el conocimiento, de 
ahí que lo que el símbolo, es decir la metáfora, analoga no es el objeto, como 
ya se mencionó anteriormente, sino el proceso, pero un proceso fundado en la 
consecuencia que implica el decir, “esto es aquello” de la metáfora. El proceder 
del juicio reflexionante queda analogado al proceder del juicio determinante 
lo que significa que el símbolo es un análogo del esquematismo por lo que 
podríamos decir que éste funciona como una suerte de cuasi-esquema,26 en este 
sentido Kant señala:
“Cuando se opone el símbolo al modo de representación intuitivo, se 
hace de aquel vocablo un uso que, aunque admitido por los lógicos 
modernos, trastorna su sentido y lo falsea, pues el simbólico es sólo 
un modo del intuitivo. Este último puede, en efecto, dividirse en modo 
de representar esquemático y simbólico. Ambos son hipotiposis, es 
decir, exposiciones (exhibitiones), no meros caracterismas, es decir, 
designaciones de los conceptos por medio de notas sensibles que los 
acompañan, y que no encierran nada que pertenezca a la intuición del 
objeto, sino que sirven a aquellos según la ley de la asociación de la 
imaginación, por tanto, en intención subjetiva, de medio de reproduc-
ción; los tales son, o palabras, o signos visibles (algebraicos, y hasta 
mímicos), como meras expresiones para conceptos”.27
25. Cfr., Las Heras, Manuel Vidal, Kant y el simbolismo, tesina para optar al grado de licenciado en 
Filosofía, Universidad de Chile, 2010, p. 17.
26. Cfr., Ibid. p. 27.
27. Immanuel, Kant, Critica del juicio, Op.cit., p. 174. “Est ist von den neueren Logikern zwar 
angenommener, aber sinnverkehrender, unrechter Gebraucht des Worts symbolich, wenn man es der 
intuitive Vorstellungsart entgegensetzt; den die symbolische ist nur eine Art der intuitive. Die letztere 
(die intuitive) kann nämlich in die schematische und in die symbolische Vorstellungsart eingeteilt 
warden. Beide sind Hypotipose, d. i. Darstellung (exhibitions); nicht bloβe Charakterismen, d.i. 
Bezeichnungen der Begriffe durch begleitende sinnliche Zeichen, die gar nichts zu der Anschauung des 
Objekts Gehöriges enthalten, sondern nur jenen nach dem Gesetze der Assoziation der Einbildungskraft, 
mithin in subjektiver Absicht, zum Mittel der Reproduktion dienen; dergleichen sind entweder Worte 
oder sichtbare (algebraische, selbst mimische) Zeichen, als bloβe Ausdrücke für Begriffe”.
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El símbolo establece relaciones entre un concepto de razón y un objeto supraem-
pirico, y el conocimiento surge precisamente en esa relación que el símbolo ha 
posibilitado lo que significa que no es que se aprehenda ese objeto suprasensible, 
sino que se aprehende la forma como acontece en relación con nuestro mundo, 
señalando al mismo tiempo a aquello desconocido, desconocido por no acontecer 
fenoménicamente, del que es símbolo, así el símbolo al mismo tiempo que exhibe 
(Darstellung) relaciones sugiere, es decir, señala, al objeto suprasensible.
El símbolo entonces posibilita el conocimiento de las realidades suprasensibles 
a partir de las relaciones que éstas tienen con intuiciones que encontramos en 
la naturaleza y en nuestra cotidianidad. El símbolo28 produce un conocimiento 
de origen simbólico (relacional) que es análogo al conocimiento producido 
por el esquematismo, una de las diferencias fundamentales entre ambos sería 
que el conocimiento que el símbolo produce es un conocimiento límite29, un 
conocimiento de frontera, debido a que su origen se encuentra precisamente 
en el límite (Grenzen) de lo empírico y lo supraempírico. La metafísica kantiana 
se ubica precisamente en este límite, constituyendo, según Kant, una cierta 
superación de él. Y es que Kant, más que entenderlo como límite (Grenzen), 
en sentido estricto, lo entiende como limitación (Schranken), limite implica 
un encierro, un claustro, mientras que limitación está más relacionado con 
ausencia de algo y no implica necesariamente un encierro, “Los límites (en seres 
extensos) presuponen siempre un espacio que se encuentra fuera de un cierto 
lugar determinado y lo encierra; las limitaciones no requieren esto, sino que 
son meras negaciones que afectan a una cantidad, en la medida en que no tiene 
integridad absoluta,30 en esta misma línea Mario Caimi señala que la razón está 
limitada, sí, pero no con límites, sino con limitaciones31. Kant nos dice, “En este 
caso no tendríamos que investigar la cosa suprasensible con respecto a cómo 
sea ella en sí, sino sólo con respecto a cómo tenemos que pensarla nosotros, 
y cómo tenemos que suponer es su naturaleza […]”.32 La cita anterior señala 
claramente la limitación (Schranken) que nuestra razón posee; el conocimiento 
que podamos obtener de aquello que supera lo fenoménico siempre será un 
conocimiento simbólico porque no nos es posible aprehender aquello que supera 
nuestra experiencia y cotidianidad, sin embargo, cierto acceso es posible, por 
ello, La metafísica es entonces un tránsito a partir de los límites (Grenzen) 
que el mismo Kant ha señalado en la KrV con respecto al conocimiento, sin 
embargo, esa limitación (Schranken), señala Kant, no puede obstaculizar el 
tránsito, simbólico, a aquello que está más allá de la experiencia. Kant, para 
evitar caer en una suerte de dogmatismo señala que esa limitación (Schranken) 
no es de las cosas sino de la razón misma.
28. Debemos recordar que usamos símbolo y metáfora indistintamente.
29. Cfr., Caimi, Mario. Op. Cit., p. 25.
30. Cf., Kant, Immanuel. Prolegómenos a toda metafísica futura que haya de poder presentarse 
como ciencia, Ediciones Istmo, Madrid, 199, p. 255.
31. Cfr., ibidem.
32. Kant, Immanuel. Los progresos de la Metafísica, Op.cit., p. 296.
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Los limites (Grenzen) nos marcan la división de los planos, el fenoménico y el 
noumenico, pero este marcar división no implica que se trate de una separación 
total, porque hay cierta conexión, de no ser así, sería imposible que el símbolo 
nos permitiese cierto nivel de conocimiento de ese plano nouménico.33 Dicho 
esto es claro entonces que habitamos en ese lugar donde ambos planos, 
empírico y supraempírico, se rosan. Los correlatos supraemepíricos que el 
símbolo exhibe (Darstellung) apuntan, parafraseando a Kant, a esa otra orilla 
de ese mar infinito que es la metafísica.34 La metáfora es así ese sustrato que 
apunta al fondo indecible de la experiencia35 y al sólo apuntar no enclaustra eso 
que señala, sino que sólo lo sugiere, es imposible la aprehensión de los objetos 
suprasensibles, así que la única forma en que puede posibilitarse el acceso es 
a través del símbolo, es decir, la metáfora, pero la metáfora al decir “esto 
es aquello”36 no lo hace de una forma determinante, sino que simplemente 
señala semejanzas. La metáfora así constituye un elemento fundamental del 
lenguaje filosófico, ‘transferencias’, que no se pueden reducir a la logicidad 
del concepto,37 ésta irrumpe en el momento en que el proceso de conocimiento 
basado en lo conceptual fracasa porque aquello de lo que quiere dar cuenta 
resulta inaprehensible y se resiste a ser encerrado en un concepto, al ser la 
metáfora un límite, que muestra la limitación de nuestra razón, no encierra, 
sino que sugiere eso que ha escapado a la actividad del logos, por ello, desde 
nuestra perspectiva, el símbolo sería un hablar-sugerente.
Conclusiones
Debemos señalar dos cosas: la primera, el propósito de este trabajo no ha 
sido realizar una descripción ni explicación de la hipotiposis simbólica, nos ha 
interesado más bien, señalar sólo aquellos elementos que ayudan a tener una 
idea de cómo ésta acontece y cómo ayuda al conocimiento simbólico. Nuestra 
pretensión ha sido, más bien, salirnos de la lectura usual que se ha hecho del 
sistema kantiano y poner nuestra atención en la propuesta de lectura de Mario 
Caimi -siendo esto lo otro que debemos señalar, lo que se ha realizado en este 
trabajo ha sido una aproximación a la propuesta de Caimi, no hemos pretendido 
agotar la temática sino mostrarla como un interés futuro de investigación— 
para quien, el sistema kantiano apuntaría a la elaboración de una metafísica, 
una metafísica definida a partir del símbolo en la medida que es éste el que 
nos permite habitar ese límite y al mismo tiempo, lograr la conexión entre lo 
sensible y lo suprasensible.
33. Cfr., Las Heras, Manuel Vidal. Op.cit, p. 52.
34. Cfr., Caimi, Mario, La metafisica de Kant, Op. cit., p. 20.
35. Cfr., De Murcia, Conesa Antonio. Crítica y Metáfora: en torno a la retórica del sistema 
kantiano,en, ∆α ́ιμων. Revista de Filosofía, Murcia, 2004, Nº 33, p. 95.
36. Cfr., Neumann, Hardy. Op.cit., p. 64.
37. Cfr., Durán Guerra, Luis, Metáfora y mundo de la vida en Hans Blumenberg, en, Revista de 
filosofía Vol. 35, Nº 2, España, 2010, p. 114.
TEORÍA Y PRAXIS No. 29, Junio-Diciembre 2016 125
El Símbolo, sobre todo en la obra póstuma Welche sind die Wirklichen 
Fortschritte, die Methaphysik seit Leibnizens und Wolffs Zeiten in Deutschland 
gemacht hat?38 ya no es un recurso meramente estético ni retórico, nos parece 
que en ésta y en la KU el símbolo ya no puede seguirse comprendiendo de 
la misma forma que en los escritos kantianos anteriores, el símbolo adquiere 
connotaciones que, nos parece, apuntan a un nueva forma de conocimiento 
metafísico y es esto lo fundamental desde nuestra perspectiva.
“La metafísica es aquí solamente la idea de una ciencia, la idea de un sistema 
que se puede y se debe construir luego de la consumación de la crítica de la 
razón pura, para lo cual se dispone ahora de las herramientas de construcción y 
del plano: una totalidad que, como lógica pura, ni requiere ni admite añadido 
alguno y que debe ser siempre habitada y conservada en condiciones de hab-
itabilidad, si es que no han de anidar en ella, haciéndola inhabitable para la 
razón, las arañas y los duendes de los bosques, que nunca dejarán de buscarse 
un lugar allí”.39
La metáfora ha sido considerada como un estado primigenio del desarrollo del 
pensamiento y el concepto ha sido comprendido como su evolución. Ante esto, y 
al uso kantiano de la metáfora, cabe preguntarse si el concepto en su momento 
representó un evolución de la metáfora no cabría preguntarse qué así como 
hubo una evolución ahora es necesario hablar de una involución, o será más 
bien que la metáfora ha sido el medio por el cual el ser humano ha pretendido 
dar cuenta y acceder a aquello que le resulta avasallante y que escapa de su 
tendencia “logoficadora”.
Sin duda, aún hay mucho que investigar en este camino, y el sesgo conceptual 
constitutivo de la filosofía puede ser un obstáculo en la profundización de esta 
nueva lectura interpretativa que recién comienza a abrirse, sin embargo, la 
necesidad de acercarnos a nuevas formas de conocimiento que no tienen a la 
base esa conciencia conceptualizadora, y por lo tanto desgarrada40 se impone 
como un imperativo para continuar el avance hacia “nuevas” formas de 
habérnoslas con el mundo.
38. Mario Caimi en su estudio preliminar a Welche sind die Wirklichen Fortschritte, die Methaphysik 
seit Leibnizens und Wolffs Zeiten in Deutschland gemacht hat? Señala que esta obra póstuma pudo 
haber sido escrita alrededor de 1793. 
39. Kant, Immanuel. Los progresos de la Metafísica; Traducido por Mario Caimi. Primera edición. 
Eudeba, Buenos Aires, 1989. 310.
40. Véase, Zambrano, María. Filosofía y poesía, Fondo de cultura económica, México, 1993.
El Símbolo como Limitación y Tránsito en el sistema Kantiano. 
Ulises Salomón Amaya
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