TEORÍA Y PRAXIS No. 29, Junio-Diciembre 2016 75
ISSN 1994-733X, Editorial Universidad Don Bosco, año 14, No.29, Junio-Diciembre de 2016, pp.75-88
El huracán que pasó por la ciudad de
Veracruz y el puerto de San Juan de Ulúa,
Nueva España 1552. La construcción de un
“desastre” en la época virreinal
Paul César López Romero1
Recibido en febrero de 2016, aceptado en abril de 2016
Resumen
Partiendo del análisis de las consecuencias del huracán que en 1552 azotó la
ciudad de Veracruz y la isla de San Juan de Ulúa, el autor estudia las condicio-
nes de vulnerabilidad de las ciudades de las colonias españolas, preguntándose
cómo evaluar los daños y cuantificar sus efectos, y en general, cómo estudiar
los desastres naturales desde las Ciencias Sociales. De este modo, se refiere
a otros fenómenos naturales, como los ciclones y tormentas tropicales, de los
cuales hay registros en las ciudades españolas. El estudio de las explicaciones
a partir de la religiosidad de los pobladores de esos tiempos y su insistencia
en dejar registro de todos los sucesos se analizan con detenimiento en este
trabajo.
Palabras claves
Veracruz, San Juan de Ulúa, siglo XVI, huracanes, tormentas tropicales,
siglo XVI, vulnerabilidad.
Abstract
Based on analysis of the consequences of hurricane in 1552 hit the city
of Veracruz and the island of San Juan de Ulua, the author studies the
vulnerability of the cities of the Spanish colonies, wondering how to as-
sess the damage and to quantify its effects, and in general, how to study
natural disasters from the Social Sciences. In this way, it refers to other
natural phenomena such as cyclones and tropical storms, of which there
are records in the Spanish cities. The study of the explanations from the
religiosity of the people of those times and his insistence on leaving record
of all events are analyzed in detail in this paper.
1.Doctor en Historia y Ciencias Humanísticas de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España;
Maestro en Geografía Humana por parte de El Colegio de Michoacán y Licenciado en Historia por la
Universidad Veracruzana, ambas en México. Email: paulonow@gmail.com
El huracán que pasó por la ciudad de Veracruz y el puerto de San Juan de Ulúa, Nueva España 1552.
La construcción de un “desastre” en la época virreinal. Paul César López Romero
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Keywords:
Veracruz, San Juan de Ulua , hurricanes , tropical storms, XVI century,
vulnerability.
Introducción
El presente trabajo surgió como resultado de la colaboración del autor con
el proyecto “Los Huracanes en la Historia de México. Memoria y Catalogo”,
del año 2011. En dicha propuesta de investigación (organizada por el Centro
de Investigaciones y Estudios Sociales en Antropología Social) buscaba recabar,
evaluar y clasificar información sobre los diversos fenómenos meteorológicos
relacionados con los ciclones tropicales en México, incluyendo los dos océanos
(Pacífico y Atlántico). El recuento y el rescate de información se realizaron
desde el siglo XVI hasta nuestros días. Para llegar a buen fin se decidió organizar
la búsqueda de información por regiones siendo la “Golfo de México” donde el
autor de estas líneas colaboró.
En la búsqueda de información sobre ciclones y tormentas tropicales en los
estados de Tamaulipas, Veracruz y Tabasco se identificaron diversas fuentes
primarias. Se revisaron informes de autoridades, expedientes agrarios,
cartografía y demás documentación en repositorios de carácter local, estatal,
nacional e internacional. Un documento que resaltó de entre lo demás de la
búsqueda fue el llamado “Información que se tomó sobre la tormenta que hubo
en el puerto y la ciudad de Veracruz”, documento conservado en el Archivo
General de Indias en Sevilla, España. Este expediente sería el primero en la
Historia documental de Nueva España, actualmente comprendido en el territorio
del estado nacional mexicano, que marcaría la palabra “huracán” para referirse
a un ciclón tropical. En otras referencias se habían acotado, borrasca, aguacero
y/o ciclón, pero nunca la palabra derivada del “Kukulkan” (Dios de los vientos
en el mundo Maya de Yucatán) que se plasma en este interesante expediente.
El paso de un Huracán es un fenómeno interesante pues en su trayecto por
alguna población humana deja una serie de marcas y acciones en las personas.
¿Pero cómo evaluar sus daños? ¿Cómo clasificar sus efectos? Cuando un Huracán
atraviesa una población deja diversos daños materiales y pérdidas humanas, sin
embargo cuando pasa por lugares deshabitados ¿qué perjuicios deja? De ahí es
imprescindible cuestionar cómo se considera y se asume un evento natural para
las personas. No hace poco se tenía bien entendido que los huracanes, sismos,
inundaciones eran eventos desastrosos que la naturaleza disponía sobre las lo-
calidades en todo el mundo. Una especie de “leviatán” fortuito que se encar-
gaba de destruir un lugar y afectar a sus habitantes. Poco a poco se ha ido quita-
ndo esta noción para comprender que son las personas y las sociedades las que
definen y construyen las condiciones de peligro antes, durante y después de un
evento natural. Estas construcciones varían en tiempo y en forma, pero están
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presentes. La labor de los Historiadores en relación al estudio de estos eventos
es observar y resaltar las diferencias en estas construcciones, y explicarlas.
Volviendo al caso que nos ocupa, el expediente sobre el “huracán” que azotó el
entonces puerto de Veracruz y la Isla de San Juan de Ulúa bien puede demostrar
cómo las sociedades valorizan un evento climático en su momento, cómo
construyen las condiciones materiales que propician la noción de desastre y
cómo se definen estrategias para enfrentar nuevamente los eventos naturales
adversos. Esta parte es la más interesante pues puede demostrar que las
sociedades negocian las condiciones adversas coyunturales por algún beneficio
duradero. Ejercicio que nos permite también apreciar los tiempos cortos, medios
y estructurales de la Historia, siendo las condiciones naturales las comprendidas
en la tercera categoría.
Para el siglo XVI la entonces Nueva España contaba con una serie de instalaciones
portuarias para la necesaria comunicación de las poblaciones continentales con
las de Centroamérica, El Caribe y La Península. En la península de Yucatán ya
funcionaba Campeche e Isla Mujeres, sin embargo un islote cerca de la costa
occidental del actual Golfo de México funcionaría como el principal puerto
para la Nueva España del siglo XVI. Las mercancías y colonos provenientes de
Europa eran anclados cerca de este islote descubierto por Juan de Grijalva en
1518 y que era conocido como San Juan de Ulúa. En frente de ese islote y en
buena parte de la costa mencionada era difícil acercar los barcos por el poco
fondo que tenía el litoral. Por lo que las mercancías eran bajadas en la isla de
Ulúa, y llevadas en lanchas hasta unos almacenes llamados “venta de Buitrón”
para después ser conducidos por mulas a la ciudad de Veracruz, cuyo cabildo
fue establecido por el conquistador Hernán Cortés en 1519, y de ahí comenzar
el viaje al altiplano central del virreinato novohispano. El establecimiento de
la ciudad veracruzana pasó por no pocas dificultades para llegar a ser lo que
es. En primer lugar hay que tener presente que el sitio donde actualmente se
encuentra dicho puerto no corresponde al de esta Historia, lo que nos indica los
diversos esfuerzos por lidiar con las condiciones humanas y naturales para dar
asentamiento fijo a una población. Estas dos localidades, la ciudad de Veracruz
y la isla de San Juan de Ulúa, experimentaron un ciclón tropical en 1552.
El presente trabajo trata de hacer un breve ejercicio de lo mencionado sobre
la construcción del desastre natural en una época y lugar específicos. Se hará
mediante el análisis del expediente sobre el huracán que azotó la entonces ciudad
de Veracruz en 1552. En primer lugar se realizarán una serie de anotaciones
sobre los desastres naturales y su estudio en las ciencias sociales. Para después
describir las condiciones materiales existentes en los sitios afectados por ese
primer “huracán” documentado. Se revisarán los diversos esfuerzos por tener
un establecimiento fijo para la ciudad de Veracruz a mediados del siglo XVI, así
como las condiciones que el islote denominado San Juan de Ulúa mantuvo en
la época. Para después anotar diversas características del expediente sobre el
El huracán que pasó por la ciudad de Veracruz y el puerto de San Juan de Ulúa, Nueva España 1552.
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huracán y los elementos de construcción del desastre encontrados en el mismo.
Todo esto para poder afirmar que las condiciones de desastre son construidas en
el mismo seno de la sociedad que las experimenta.
1. Los desastres naturales y su estudio en las ciencias sociales
Durante la primera mitad del siglo XIX varios estudios sociales daban por sentado
que un desastre (fenómeno peligroso) era producto de un agente natural, y que
la sociedad impactada se constituía como una víctima al azar. De esta manera
se afirmaba que un huracán simplemente pasaba sobre una localidad cualquiera
dejando a su paso una serie de pérdidas materiales y humana. En ese sentido,
los espacios y las sociedades eran siempre las víctimas de un evento fortuito e
irracional, situaciones que las sociedades no podían eludir, ni resolver, sino sólo
sufrir y aceptar el “destino”.
Esa noción ha ido cambiando notoriamente en nuestros días. Actualmente se
asume que los desastres han sido parte importante de determinadas sociedades
a lo largo del tiempo. Muchos estudios tanto en Geografía como en Historia
afirman que una sociedad crea, y es responsable, de las condiciones de peligro
al rededor del espacio en el cual habita, al mismo tiempo que ésta define sus
aspectos sociales, políticos, económicos e históricos. Es decir, anteriormente se
le atribuía al medio natural la capacidad de amenazar al hombre, desligando a
éste de su cierta responsabilidad en los eventos desastrosos. Pero hoy en día se
asume que son las sociedades (tanto presentes como pasadas) las que realizan
sus construcciones, las que sufren los daños materiales y humanos, y las que se
organizan para buscar un remedio ante las amenazas “naturales”.2
En el proyecto de investigación “Los Huracanes en la Historia de México. Memo-
ria y Catálogo.” estas nuevas premisas son seguidas para estudiar a las “amena-
zas” naturales. El programa registró históricamente la capacidad de los grupos
sociales para organizarse (tanto material como socialmente) y lograr adaptarse
al medio donde habita. Con lo cual se asume el protagonismo de las socie-
dades ante la naturaleza, ámbito que en décadas pasadas era impensable, es
innegable. Esta afirmación se hace considerando que: a nivel local, y a partir
de los constantes eventos peligrosos (como los huracanes), es donde los grupos
sociales realizan una serie de adaptaciones con el objetivo de mejorar siempre
la capacidad de sobrevivencia y protección de sus bienes y vidas; y de la misma
forma son los grupos sociales que crean los factores de riesgo a cambio de otros
beneficios materiales como comunicaciones y materias primas.
Teniendo en cuenta lo anterior, un estudio histórico sobre desastres también
permite reconstruir historias locales, regionales y nacionales. Para logar esto,
2. Véase a Padilla, 2006, Huracan, pp. 11-14.
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se deberá realizar un registro sistemático del qué, cuándo, dónde y cómo
ocurrió determinado desastre. El documento presentado a continuación es una
excelente fuente para cumplir con esta tarea. La “Información que se tomó
sobre la tormenta que hubo en el puerto y la ciudad de Veracruz” contiene
información cualitativa que permite realizar una serie de aproximaciones y
estimaciones sobre cómo la sociedad de aquél tiempo enfrentó un huracán.
Asimismo se ofrecen datos sobre cómo los veracruzanos de esa época definieron
estrategias y adaptaciones antes, durante y después del evento.
No obstante para poder acercarse al establecimiento de los factores de riesgo
en dicho documento es preciso conocer el contexto historio-espacial de las
poblaciones aludidas en el documento. De esta manera, se expondrán una
serie de apuntes sobre el emplazamiento que tuvo la ciudad de Veracruz y
el puerto de San Juan de Ulúa durante la segunda mitad del siglo XVI. Para
realizar estos apuntes recurriré al concepto geográfico de “emplazamiento”,
este reúne una serie de características en torno a la construcción de una
ciudad. Aspectos necesarios para poder comprender también las señales del
riesgo que se expusieron al momento del huracán del documento rescatado. El
“emplazamiento” se refiere a una reunión del espacio sobre el que se asienta
una localidad (con sus características fisiográficas) con la función dominante
(defensiva, comercial, religiosa, política) ejercida por el mismo sitio en el
momento de su fundación. De esta manera las ciudades tienen o pueden tener
emplazamientos a lo largo de los cursos de los ríos, por el papel que estos
accidentes han tenido en las comunicaciones, así como en la provisión de agua
y materias primas. Siguiendo este concepto, el origen de los emplazamientos
en la proximidad de un río responde a una función dominante en el origen de la
ciudad, ligada a las actividades comerciales y al control de puntos estratégicos.3
2. Sobre los emplazamientos de la ciudad de Veracruz (hoy La Antigua) y de
San Juan de Ulúa, comunicación y comercio a cambio de riesgos
La creación del ayuntamiento que serviría a la empresa de Hernán Cortés sobre las
actuales tierras mexicanas propició el establecimiento de tres sitios con el toponími-
co “Veracruz” durante la primera mitad del siglo XVI. El establecimiento de dicho
cuerpo político, que permitió a Cortes emprender su viaje al interior de la tierra
incógnita que sería Nueva España, derivó en la búsqueda constante de un emplaza-
miento idóneo que permitiera: por un lado, mantener la residencia de la institución
establecida, al servicio del gobierno español, y por otro, mantener la comunicación
y el comercio con los dominios españoles en El Caribe, las Antillas y la Península.
Un litoral costero, de cincuenta kilómetros de extensión, sería el espacio de varios
experimentos y movimientos poblacionales para definir el lugar que albergara una
sede política y un punto de comunicaciones para la naciente Nueva España.
3. Véase a Estébanez, 1995, Geografía, pp. 474.
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El primer sitio donde “Veracruz” tuvo un lugar fueron los arenales de Chal-
chicueyecan, a unos diecisiete kilómetros, al noroeste de la actual ciudad, en
medio de grandes dunas de arena y selva tropical. Esta primera instalación fue
sin duda de carácter provisional. Sólo sirvió para hacer la reunión de cabildo
que le daba permiso a Cortés de internarse en el territorio sin tomar en cuenta
al gobernador de Cuba y donde se desarmaron las naves del conquistador para
que sus contrarios no regresaran a la isla. Al poco tiempo sus construcciones
se limitaban a unas cuantas chozas pequeñas, construidas con estacas, lodo,
palma y ramas de árboles, darían el aspecto de un rústico campamento militar.
En el mismo año de 1519, y después de los encuentros con los habitantes indíge-
nas de Cempoala y Quiahuiztlan, se decidió trasladar a la primitiva “Veracruz”
hacia unos 40 kilómetros al noroeste. La nombrada “Villa Rica de la Veracruz”
se fijó a una zona costera, donde existían varias elevaciones cercanas al mar,
lagunas de agua dulce y varias “puntas”, que bien podrían servir para instalacio-
nes portuarias, además de esto la población estaba cercana a centros indígenas
aliados (Cempoala y Quiahuiztlan). Para este nuevo emplazamiento es notoria
la necesidad de establecer definitivamente al cabildo, el puerto, las fortalezas
para su defensa, es decir, se buscaba que no fuera un mero campamento sino
un poblado fijo. Los españoles, de esa época, solicitaron piedras y maderas a
los pueblos indígenas cercanos, y se delimitaron los espacios para los nuevos
edificios e infraestructura de la nueva población. Posteriormente, debido a la
disminución de población indígena (por la mortandad de las epidemias introdu-
cidas) y el establecimiento del puerto de San Juan de Ulúa, varios kilómetros
distantes de esta nueva villa, provocó un nuevo traslado, hacía la barra del río
Huitzilapan (hoy referido como La Antigua)4 (Véase mapa 1.).
Mapa 1. Las diversas ubicaciones de Veracruz 1519-1550
4. Para acercarse a los primeros emplazamientos de Veracruz, véase a: Acuña, 1981, Relaciones;
Delgado, 1992, Cien, t. I; García, 1992, Puerto; Gonzáles, 2010, “Veracruz”; Trens, 1950, Historia, t. II.
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En 1525 la villa de Veracruz se hallaba establecida en los márgenes de un
caudaloso río. Su establecimiento estaba enmarcado por un espacio ribereño,
el cual contaba con varios árboles y vegetación selvática; asimismo la población
estaba próxima a la recién fundada villa de Medellín y al puerto de San Juan de
Ulúa. Al principio se planeaba que esta fundación de Veracruz serviría también
de puerto, ya que se había atestiguado en anteriores expediciones que el río
era navegable. No obstante esta primera impresión, con la práctica se verificó
que la barra del dicho río terminó siendo un problema a sortear, su profundidad
cambiaba de año en año a causa de las corrientes del río, las corrientes
marítimas y los fuertes vientos que traían cantidades significativas de tierra y
arena. Al final se decidió dejar la ciudad en dicho paraje y mantener el puerto
en San Juan de Ulúa en el islote donde se había establecido, de todas formas la
distancia entre los dos era mucho menor que en el anterior establecimiento.5
Para 1550 esta ciudad de Veracruz era una población estimable conformada
por españoles, esclavos y muy pocos indios (sobrevivientes de las epidemias y
congregados de las poblaciones de Cempoala y Quiahuiztlan). En dicha localidad
se recogía todo lo venía de España para México y viceversa por medio de un
sistema de flotas. Su espacio era descrito como una tierra calurosa, “enferma
donde abundan los mosquitos donde se criaban pocos niños”, la barra del río
se consideraba mala por la variabilidad de su fondeadero. Sin embargo había
ciertas ventajas: el río otorgaba abundante agua dulce, y “buenas y abundantes”
pescas, especialmente de la especie conocida como “Bobo”. Los grandes
árboles y abundante vegetación cubrían con su sombra a las casas y calles,
con lo que el calor era un tanto más soportable, asimismo había madera de
sobra para la elaboración de casas, muebles y demás productos. La denominada
ciudad de Veracruz contaba con una infraestructura notable: dos hospitales;
una casa de contratación; varias edificaciones religiosas como un convento
de franciscanos (en construcción), un convento de la compañía de Jesús, una
iglesia del clero secular y una ermita, a las afueras de la población, dedicada a
Santiago. Alrededor de una pequeña plaza estaban: el edificio de cabildo, varias
casas, huertas y parcelas. Los “muros” de las construcciones estaban hechas
de piedra, de canto de río, de canto de coral, de tapia y de adobe, y estaban
techadas con teja, palmas y ramas de árboles. Cabe mencionar que algunas de
las viviendas también servían de almacenes y posadas para el comercio.6
Al mismo tiempo, y durante el tiempo en que se buscó el sitio idílico para
establecer a Veracruz con anterioridad, varios españoles se habían establecido
en un islote conocido como San Juan de Ulúa. Ésta zona de tierra había sido
registrada desde las primeras expediciones de Juan de Grijalva en las costas
del sotavento veracruzano, y fue ocupada durante las primeras travesías de
5. Véase a Delgado, 1992, Cien, t. I; García, 1992, Puerto; Trens, 1950, Historia, t. II.
6. Véase la crónica de Antonio de Ciudad Real, “Tratado curioso y docto de las grandezas de NE”,
de 1584, en Delgado, 1992, Cien. T. 1, pp. 98-99.
El huracán que pasó por la ciudad de Veracruz y el puerto de San Juan de Ulúa, Nueva España 1552.
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Cortes y sus soldados. Desde su ocupación definitiva en 1519 el sitio se convirtió
rápidamente en un resguardo para las necesidades españolas de exploración y
colonización, así como un punto de auxilio para las anteriores fundaciones de
Veracruz (Chalchicueyecan, Quiahuiztlan). Durante el siglo XVI la isla fue muy
valorizada de entre varios puntos costeros y ribereños, porque las naves de gran
calado podían permanecer en un estrecho fondeadero que existía cerca del islote,
sin correr el riesgo de encallar en la playa o en las bocas de los ríos cercanos.7
San Juan de Ulúa se convirtió en una población con características de puerto.
A este interesante punto llegaban las embarcaciones con vinos, telas, aceites y
demás productos de origen europeo y partían con los nuevos productos america-
nos. Al frente de la isla, en la costa, se encontraba una zona completamente llena
de dunas de arena, que con el calor propio de la zona, hacían muy difícil (por ese
momento) la construcción y delineación de una ciudad. Cabe mencionar que los
barcos descargaban sus mercancías y de ahí éstas pasaban a la ciudad de Veracruz
para su almacenaje. Para 1550 la isla contaba con una serie de anclas fijadas en
su suelo, para que todas las naves se amarraran en época de vientos (julio-febre-
ro); se había levantado una pequeña torre que funcionaba para observar las rutas
de las embarcaciones y faro; existió una pequeña capilla, para los servicios ecle-
siásticos; una plaza central, y algunas casas tanto para las autoridades españolas
como para esclavos. Las construcciones eran de madera, palma y lodo, y apenas
se comenzaban a construir casas, y una torre, utilizando canto de coral y pie-
dra. Al frente de la isla se habían construido unas edificaciones (conocidas como
ventas de Buitrón) que ofrecían servicios de hospedaje y carruajes, a quienes se
dirigían a la ciudad de Veracruz y al resto de los nuevos territorios españoles.8
Al término de estas breves descripciones de la antigua ciudad de Veracruz y del
puerto de San Juan de Ulúa se observa tanto las características naturales como
culturales que se fueron creando en sus emplazamientos. Los cuales fueron im-
pulsados y arraigados en la fisiografía y el clima, sobre todo al buscar parajes
cómodos y que brindaran recursos y materias primas; así como en las condiciones
impuestas por la economía de colonización hispana, reflejada en la búsqueda
de un paraje donde se establecieran edificaciones sólidas para el servicio de sus
sociedades. Una vez definidos dichos emplazamientos, y a lo largo de la mencio-
nada centuria, los habitantes de la ciudad y el puerto tuvieron que asumir los
riesgos del medio y fueron construyendo las condiciones de riesgo, como la con-
strucción de edificios de la ciudad de Veracruz en la ribera del río Huitzilapa, o el
anclaje de embarcaciones en el estrecho fondeadero de Ulúa. Si bien los fuertes
vientos y las crecientes de río que ocurrían a finales de año causaban daños, se
ganaba el control del comercio y la comunicación entre la Península y sus nuevos
territorios americanos.
7. Véase a Delgado, 1992, Cien, t. I; García, 1992, Puerto; Trens, 1950, Historia, t. II.
8. Véase la crónica de John Hawkings, “Tercero y penoso viaje que hizo el sr Jhon Hawking a las
indias occidentales en 1567 y 1568, de 1564, en Delgado, 1992, Cien. T. 1, p. 59.
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Para mediados del siglo XVI, la ciudad de Veracruz comenzó a adquirir conno-
taciones de pueblo, y San Juan de Ulúa de puerto. A pesar del calor, los mos-
quitos y las amenazas latentes de inundación, se podían estacionar los botes y
embarcaciones, y con ello, traer y llevar víveres provenientes de lugares dis-
tantes necesarios para las actividades de la nueva colonia. Esta negociación
con el medio ribereño/costero permitió que en ambos sitios se crearan fuertes
intereses económicos y sociales, y que al mismo tiempo ambos sitios estuvieran
amenazados por algún viento proveniente del Atlántico, por un incremento en
los niveles del río, o incluso por las epidemias causadas por el clima y la fauna
tropical. Con este panorama ocurrió un Huracán el 2 de septiembre de 1552,
evento que incidiría en las sociedades de estos dos emplazamientos para reali-
zar cambios que terminaron por influenciar el devenir histórico de la ciudad y
puerto de Veracruz actual.
3. Sobre la “Información que se tomó sobre la tormenta que hubo en el
puerto y la ciudad de Veracruz” del año de 1552
El documento mencionado es un expediente localizado en el Archivo General
de Indias, dentro del acervo documental Patronato (volumen 81, registro 25,
fs. 954-965). Consta de 19 fojas y en éste se transcriben una serie de testimo-
nios sobre el huracán ocurrido de los días 2 al 4 de septiembre de 1552. El es-
crito comienza con un resumen de los hechos, realizado por el entonces alcalde
mayor de Veracruz, García Escalante y Alvarado. Posteriormente se agregan los
testimonios de once personajes.9 Los siete primeros narran lo ocurrido en la
ciudad, y los siguientes cuatro comentan sobre su experiencia en la isla de San
Juan de Ulúa.
El expediente recabado serviría para presentar las malas condiciones en que
quedaron la ciudad y el puerto a las máximas autoridades españolas (virrey, Real
Audiencia, Rey de España), así como las acciones que la sociedad, y sobre todo
sus autoridades realizaron antes, durante y después del fenómeno descrito. Todo
lo anterior con la firme intención de buscar fondos y disposiciones virreinales
en el reparo de los daños. Aunque cabe señalar que en la información recabada
hubo una preferencia, para buscar mejoras materiales, hacia el puerto de San
Juan de Ulúa, en este sentido los testimonios indican en mayor medida los
remedios para este sitio que para la ciudad de Veracruz.
9. Los testimonios sobre lo ocurrido en la ciudad de Veracruz fueron de: García de Escalante y
Alvarado, alcalde mayor; Bartolomé Romero, párroco de la ciudad; Francisco de Rosales, vecino de
la ciudad; Francisco de Torre médico y vecino de la ciudad; Martín Díaz de Segura, alcalde ordinario
de la ciudad; Juan López “El Viejo”, teniente de contador y vecino de la ciudad; Nicolás de Casana,
genovés quien estaba de manera temporal en la ciudad, y Miguel de Arteaga, alcalde ordinario de
la ciudad. Posteriormente están las crónicas de lo ocurrido en el puerto de San Juan de Ulúa de
parte de Hernando de Vergara, receptor de la imposición; Diego Medel, Piloto de barco; Custodio
Hernández, Piloto; Martín Camus, maestre. Archivo General de Indias, Real patronato, volumen 81,
R.25, f. 954-965.
El huracán que pasó por la ciudad de Veracruz y el puerto de San Juan de Ulúa, Nueva España 1552.
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Según el documento referido un fuerte viento de “huracán” azotó a los puntos
mencionados, mientras se encontraban en “completa calma”. Los fuertes
vientos se registraron desde la tarde/noche del día viernes 2 de septiembre,
hay un momento de “calma” en la mañana siguiente de sábado 3, seguida de
una “terrible” inundación y tormenta para toda la tarde/noche del día sábado
y el domingo 4, afectando a las instalaciones de Veracruz sobre el río y San
Juan de Ulúa en mar. En ambos lugares se registra que las pérdidas materiales
fueron cuantiosas y lamentables; así como el derrumbe de casas y demás
construcciones, y la merma de víveres, mercancías y embarcaciones, desde
las más pequeñas hasta las más grandes. En cuanto a las pérdidas humanas, se
informa el ahogamiento de varias personas, incluso su “desaparición” en el mar,
así como se plasman diversas experiencias personales en los testimonios que
bien pueden evidenciar impactos psicológicos.
Como se ha mencionado, el expediente da cuenta del papel que tuvieron las
autoridades en el desarrollo del evento. Se narra cómo el alcalde mayor de
Veracruz, junto con otros miembros del ayuntamiento, salen varias veces para
vigilar los niveles del río, indicar a las personas del peligro que corría y con
ayuda de pocos botes recatar a personas que se habían quedad encerradas o en
los techos de sus casas. El uso de caballos fue significativo para no perder tiempo
en la observación y dar la advertencia a los vecinos. Igualmente es interesante la
manera en que se recaba la información en el expediente, aspecto que también
habla de cómo la autoridad enfrentó el problema suscitado, desde la reunión de
los testigos hasta la integración de sus impresiones en el expediente.
Las impresiones generadas por el huracán, y reunidas en este expediente,
permiten conocer ciertas repercusiones psicológicas. En este sentido, se
perciben dos tipos de impactos: individuales y colectivos, que bien pueden
señalarse como traumas desde una perspectiva clínica. En cuanto al “trauma
individual” se pueden apreciar varios impactos como el temor a la naturaleza, a
Dios y los sentimientos de vulnerabilidad, en los siguientes ejemplos:
“[…] [el agua] rompió unos médanos de arena que estaban en medio del río de
esta ciudad, que se los llevó todos; que aquellos quitar de allí no bastaría poder
de príncipe cristiano, ni pagano, a quitarlos” […]
“[…] Por unas veces hacía [el viento] un sonido tal que parecían voces de
personas, y era gran temor por parecer [a la gente] que debían ser ángeles
malos de los que quedaron al aire. […]”
“[…] y todos daban voces pidiendo a Dios misericordia de las vidas, porque la
dicha tormenta derrocó la mayor parte de las casas de la isla, y la venta la llevó
con todos los que estaban dentro y los ahogó […]”
“[…] que si la dicha corriente del dicho río viniera de noche, como vino de día,
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perecieran muchas personas de los vecinos, y estantes, y habitantes, de esta
dicha ciudad; y asimismo cree este testigo que si el dicho río no se extendiera,
como extendió, por las sabanas y llanos, en cantidad de cuatro o cinco leguas,
anegara a toda esta ciudad sin que dejara casa en esta […]”
De la misma manera se perciben ciertos traumas colectivos, es decir aquellos
que golpean al tejido social y que impactan los lazos de la sociedad como: la
identificación de un cambio en la vida cotidiana y en la forma de la ciudad.
“[...] Y tiene creído este testigo, que por estar el santísimo sacramento en la
dicha iglesia no se acabó de perder toda la ciudad, y que Dios nuestro señor
fue servido de castigarnos a todos [con] la pérdida de las haciendas y casas y
dejarnos las vidas, para hacer penitencia de nuestros pecados. […]”
“[…] Y que sabe [este testigo] que el pueblo queda perdido y azolvado en tal
manera que, después de quedar arruinado mucha parte de él, quedan las casas
muchas de ellas enterradas en lama hasta los cerros y otros más, por manera
que quedan inhabitables muchas de ellas. […]”
“[…] Y [siéndole] preguntado qué remedio le parece que se puede hacer para
el remedio del puerto e isla; pues es cosa tan importante para el bien de esta
Nueva España, dijo: Que le parece que se debe hacer una muralla de calicanto,
para el reparo del dicho puerto, [en] todo lo que durase el espacio donde las
Naos surgen, el cual conviene sea [construido] con brevedad. […]”
O por el contrario se perciben ciertas identificaciones individuales con el grupo
que sufrió la misma experiencia.
“[…] como vieron salir el río en tanta manera, salió [salieron] el alcalde mayor,
y [los] alcaldes ordinarios, y [los] regidores, [y] andaban por toda la ciudad
avisando a los vecinos y moradores de ella que se pusiesen en cobro, y [se]
llevasen lo que tenían a los medanos, porque el río iba creciendo.[…]”
“[…] Y era muy grande lástima de ver a las mujeres y a los niños, ponerse
por las dichas casas y por encima de ellas, llorando y dando gritos pidiendo
misericordia a Dios, [para] que los librase de tan gran tormenta y de muerte
tan desastrosa […]”
“[…] Muchos hubo que fueron parte de salvación de muchas personas que
tuvieron necesidad de socorro, especialmente el alcalde Martín Díaz, que
desde la mañana [del viernes] hasta otro [el] día que quebró el río, que se
podía navegar, nunca desamparó la ciudad, [y éste estuvo] socorriendo muchos
enfermos que no tenían otro remedio, y otra gente pobre. […]”
El huracán que pasó por la ciudad de Veracruz y el puerto de San Juan de Ulúa, Nueva España 1552.
La construcción de un “desastre” en la época virreinal. Paul César López Romero
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“[…] Y que pasada la dicha tormenta este testigo salió [de San Juan de Ulúa]
atrás a servir y a remediar a esta ciudad [de Veracruz] […]”.
Para finalizar este apartado bien se pueden poner algunas implicaciones de
dicho evento a largo plazo, las cuales pueden seguirse a través de la bibliografía
y las fuentes primarias. Para el año de 1609, cincuenta años después de ocurrido
el huracán, la ciudad de Veracruz se volvió a trasladar. En esta ocasión en los
arenales que estaban enfrente de San Juan de Ulúa. Esta “ciudad de tablas” o
“Nueva Veracruz” se trazó y estableció para establecer una mejor población
para el beneficio de los viajeros, embarcaciones y víveres provenientes de
Europa, que iba incrementándose año con año. Mientras tanto se registraba
que la antigua ciudad de Veracruz (conocida ya como Veracruz vieja) estaba
semi-desierta y en pobreza. Las casas estaban arruinadas, que era una lástima,
“porque antes fueron muy buenas”.10 Se narraba que en dicha localidad sólo
habían permanecido algunos españoles junto con un alcalde mayor, que estaba
a cargo de una nueva jurisdicción11 y que el acopio de bastimentos y víveres era
escaso. De esta manera la pequeña población se mantenía sólo por la nueva
jurisdicción encargada y por quienes no quisieron partir a la nueva Veracruz.
Un tanto convencidos, por el arraigo de los años, de que el lugar todavía podía
garantizar comodidad y supervivencia.
La solicitud del remedio para San Juan de Ulúa, punto interesante para el co-
mercio y la comunicación entre las Españas, tuvo lugar en 1570, cuando fue
aprobado un proyecto de reconstrucción del puerto. En este plan se incluían:
la construcción de un grueso muro de piedra y coral que protegería la zona
sur-oeste de la isla, y de donde se amarrarían las naves que estuvieran en el
fondeadero de la isla; dos torres de dimensiones importantes para la vigilancia
de los vientos y naves; instalaciones para armamento y artillería; y casas de
piedra para las habitaciones de los oficiales y autoridades residentes del puerto.
(véase figura 1).
Conclusiones generales
El caso del huracán ocurrido en Veracruz entre el 2 y el 4 de septiembre de
1552 es un claro ejemplo sobre las diversas acciones realizadas por una sociedad
antes, durante y después de un evento natural adverso. La primera acción
ocurrió después del huracán: dejar constancia documental de las situaciones
experimentadas por los pobladores. Mismas que buscaron obtener un remedio
a las pérdidas materiales ocurridas, pero no para dejar definitivamente el
lugar o para cambiarlo de manera radical. En el expediente escrito, sin tener
en cuenta su objetivo primordial, se pueden revisar las acciones coyunturales
10. Véase la crónica de Alonso de la Mota y Escobar, “memoriales”, de 1609 en Delgado, 1992, Cien.
T. 1, p. 165.
11. Jurisdicción conocida como Veracruz vieja. Véase a Gerhard, 1992, Geografía.
TEORÍA Y PRAXIS No. 29, Junio-Diciembre 2016 87
aunadas a los eventos meteorológicos que en conjunto con un análisis histórico
del emplazamiento veracruzano permite describir las acciones anteriores
al desastre. Al término de este breve análisis se puede ver que una serie de
condiciones comerciales dejaron los puntos con varios habitantes dedicados
al comercio, y asimismo una serie de instalaciones donde se resguardaban
mercancías de diversa índole. Es imposible que los habitantes no conocieran las
situaciones adversas de sus localidades, años antes ya se habían experimentado
en la mudanza de la ciudad de Veracruz, el clima, la población y la necesidad
de tener puntos para el comercio y la política local asentó a los lugareños en un
sitio que implicaría inundaciones y azote de vientos. Cuando el huracán ocurrió
las características urbanas y comerciales se encontraban (después de veinticinco
años de su establecimiento) en plena consolidación. Es por eso que el desastre
tuvo varios impactos, el perder las mercancías y las casas construidas son motivo
de lamentación en todo el expediente. Asimismo se hace referencia a situaciones
religiosas como forma de explicación, una muestra de la cultura religiosa
novohispana. Esta sociedad tenía bien fincados sus fines espirituales, al buscar
la salvación de ornamentos de iglesia y del prójimo. Sin duda esta experiencia
marcó a los habitantes de la antigua ciudad de Veracruz per las actividades
comerciales no se mudaron del lugar, sino que al contrario se mantuvieron por
otros años más y se pidió financiamiento para poder construir un mejor sitio,
preparado para futuros eventos, tanto los normales como los extremos.
Figura 1. Mapa de San Juan de Ulúa en 1590.
En esta figura se puede apreciar el estado de San Juan de Ulúa a finales del siglo XVI, y se observa
que se ha construido la muralla y las torres que se solicitan en el documento presentado. Referencia
Archivo General de Indias, Mapas y Planos, México, 36, año 1590.
El huracán que pasó por la ciudad de Veracruz y el puerto de San Juan de Ulúa, Nueva España 1552.
La construcción de un “desastre” en la época virreinal. Paul César López Romero
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