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En esta línea de pensamiento, parece que nuestros jóvenes se perciben
actualmente a sí mismos muy felices o suficientemente felices. Así lo dicen, en el
estudio, el 85% de los jóvenes de 15 - 17 años, el 81% de los jóvenes de 18 – 23
años, y el 82% de los jóvenes de 24 – 29 años; todo esto junto a una satisfacción
con la propia vida cercano al 78.3% de los jóvenes encuestados.
Y, en general, se muestran bastante abiertos a las nuevas realidades en
construcción, y con una visión más amplia de la realidad y de las diferencias en
temas como religión profesada, ideales políticos, tatuajes, etc.
La visión de un futuro “mejor que el presente”, dada por el 82.3% de los jóvenes de
las zonas urbanas y el 73.8% de los jóvenes de las zonas rurales, que expresa una
visión positiva de sí mismos, no ha excluido de ellos una visión crítica en relación
con algunos problemas del país: las maras son la primera preocupación de los
jóvenes (22.9%), la delincuencia (21.3%) está en segundo lugar, y el desempleo
(18.0%) en el tercer lugar .
Es muy interesante que, en cambio, en un visión de mediano plazo (cinco años),
el 40.9% de los jóvenes encuestados respondió que el futuro del país será peor
que el presente, el 34.5% que será mejor, y el 21.4% que será igual que el
actual.
De los puntos comentados hasta aquí, y siempre desde la experiencia como
educador, me convenzo cada vez más que los jóvenes necesitan poder ver
el horizonte de sus propias aspiraciones futuras, y para ello necesitan conocer
hacia dónde va su país, dónde se supone que estarán dentro de 15, 25, 40
años; pero también exigen percibir en cualquier propuesta política, económica,
social, educativa, cómo quieren estar y ser en el futuro de su propio país.
Este interés por ser co-partícipes en la construcción del futuro de nuestro país,
es notoria en el alto índice de participación en los procesos electorales en
que pueden definirse este futuro (84% asistiría a las elecciones si éstas fueran
mañana y no tuvieran problemas para votar); aunque no parecen creer en los
líderes políticos actuales (64.1%), o los políticos sean los modelos poco o nada
atractivos para asemejarse (88.8%).
Las jóvenes y los jóvenes nos dicen que quieren progresar, trabajar ya sea como
empleados o con una empresa propia (34.9 y 17.7% de las jóvenes, y 38.7%
y 22.1% de los jóvenes); estar dedicados a sus familias (13.7% de las jóvenes
y el 5.9% de los jóvenes), o estudiando (17% de las jóvenes y 16.3% de los
jóvenes). De no poder cumplirse estas grandes expectativas, muchos de ellos
se podrían estar ya planteando emigrar, no para intercambiar experiencias,
estudiar un postgrado o hacer turismo; sino por la falta de reales oportunidades
de desarrollo profesional-humano en nuestro país.