El contexto en que educamos
La educación acontece siempre en un contexto concreto; está marcada por
ese contexto -aunque a veces los educadores y educadoras no seamos
concientes de ello- y tiene capacidad para transformarlo. Sin conocer el contexto
y sin dejarse "incomodar" por él, los ambientes educativos corren el riesgo de
ofrecer respuestas a preguntas que nadie hace y de educar para no ver, para
no oír y para no transformar la realidad. Por eso es "pedagógicamente saludable",
al inicio del año, echar una mirada a nuestro alrededor, para reconocer los
actuales desafíos de la tarea educativa.
Hagamos simplemente el ejercicio de recoger algunos datos publicados
recientemente en los periódicos con la intención de formular preguntas claves
para la tarea educativa en El Salvador. Comencemos con el índice de desarrollo
humano. En el año 2007 El Salvador fue ubicado en la posición 103, dos puestos
abajo que en el año 2006. El índice de desarrollo humano mide la esperanza
de vida al nacer, el logro educacional (alfabetización de adultos y tasa bruta
de matriculación primaria, secundaria y terciaria combinada) y el Producto
Interno Bruto (PIB) real per cápita. Los demás países de Centroamérica se ubican
así: Nicaragua, en puesto 110, Honduras en la posición 115, Guatemala en el
puesto 118), Costa Rica en el puesto 48. Podemos entonces comenzar el año
preguntándonos: ¿Qué implica educar en contexto de déficit de desarrollo
humano? ¿Qué tipo de educación exige este contexto?
Editorial
03.
04. Editorial
Según los datos de la CEPAL, en el 2007 El Salvador tuvo un crecimiento económico
del 4.5 %. Aunque nuestros gobernantes ven esa cifra como un logro al compararlas
con el crecimiento de años anteriores, lo que no dicen es que nuestro país fue
de los que menos creció en la región. En Centroamérica sólo Nicaragua tuvo
un menor crecimiento. La actual crisis de Estados Unidos golpea más fuertemente
a los países cuyas economías dependen mayoritariamente de las remesas. En
el caso de El Salvador, las remesas crecieron menos en el 2007 que en los años
anteriores. Por otro lado, el crecimiento económico no termina reflejándose en
las condiciones de vida de la mayoría de la población. Nos preguntamos
entonces ¿Qué significa educar en contexto de incertidumbre económica? ¿Qué
rol juega la educación en contextos de inequidad en la distribución de la riqueza?
La inversión en educación sigue siendo insuficiente. En el 2007, el presupuesto
de educación representó sólo el 2.76% del Producto Interno Bruto. Con esas
cifras, de los países de la región, sólo Guatemala invirtió menos en educación.
La reducida inversión social contrasta con el gasto público en publicidad y con
las frecuentes noticias de corrupción por parte de funcionarios del Estado. Es
cierto que la inversión social ha aumentado en algunos sectores, pero no lo
suficiente; y no porque no haya recursos, sino por falta de voluntad. La reciente
iniciativa llamada "Alianza por la familia" parece ser más un anzuelo electoral
que una política social encaminada a revertir del drama de la pobreza. ¿Qué
implica educar en contextos de reducida inversión social por parte del Estado?
¿Qué educación debemos implementar en contextos en que la limitada inversión
social forma parte de estrategias electorales? ¿Cómo educar en la exigibilidad
ciudadana? ¿Cómo formar ciudadanos y ciudadanas concientes de sus derechos
y capaces de exigir su cumplimiento? ¿Qué significa, en este contexto, educar
desde y para actitudes democráticas?
Durante el año 2007, unos 36.000 salvadoreños y salvadoreñas fueron deportados
desde 16 países, la mayoría desde Estados Unidos (20.073) y México (15.605).
El número de personas que sale del país también sigue siendo elevado. Pareciera
que el éxodo forma parte de la vida de los salvadoreños y salvadoreñas. La
actual estrategia para atracción de turistas afirma que El Salvador es impresionante.
En la realidad, lo impresionante es la cantidad de salvadoreñas y salvadoreños
que hacen fila cada día en las embajadas estadounidense y mexicana. Impresiona
también el peso de las remesas en la economía nacional: El Salvador recibió
$3.530 millones en remesas el año 2007; Guatemala fue el país de la región
que más remesas obtuvo, con $4.055 millones; Honduras, 2.675 millones;
Nicaragua $990 millones, Costa Rica $590 millones y Panamá $320 millones.
Ante el drama de movilidad humana intensa, motivada por la falta de
oportunidades en el propio país, nos preguntamos: ¿Cómo educar en contextos
de reducida esperanza? ¿Cómo despertar, desde la educación, la confianza
en nuestras propias posibilidades y recursos?
05.
Hacia el final del año 2007, la OIT advirtió que Centroamérica debe enfocar
sus políticas laborales a garantizar el trabajo decente, pues entre el 60 y 80
por ciento de los nuevos empleos que se generan en la región son de carácter
informal. La mediana y gran empresa sólo absorben al 17% de los nuevos
empleos. Esa realidad afecta particularmente a países como el Salvador,
donde los procesos privatizadores han sido más intensos y donde la legislación
laboral no se cumple. El trabajo se caracteriza por la informatización, la
flexibilidad y la precarización. ¿Qué significa educar en contextos de
deshumanización del trabajo? ¿Cómo educar desde y para el trabajo decente?
¿Cómo contribuir desde la educación a humanizar y democratizar el trabajo?
La violencia sigue afectando a la región y tiene como principales víctimas
a los jóvenes. En el año 2006, por ejemplo, hubo 3.928 homicidios en el
Salvador; 5.885 en Guatemala; 3.018 en Honduras; 686 en Nicaragua; 338
en Costa Rica; y 371 en Panamá. Las cifras son muy similares para el año
recién pasado. Nos seguimos preguntando, entonces: ¿Cómo construir desde
los ambientes educativos una cultura de paz, respeto a la vida y solidaridad?
Los anteriores datos de la realidad están interconectados, de tal manera que
las carencias en la inversión social, por ejemplo, repercuten en la movilidad
humana, y la precarización del empleo va acompañada de deficiencias
educativas. El desempleo es fuente de violencia, y la violencia aleja la inversión
extranjera que debería crear fuentes de trabajo. Esta complejidad de la
realidad se refleja también en el hecho educativo. La educación puede
convertirse en una tarea conflictiva y compleja, porque la realidad en que
vivimos también es conflictiva y compleja. La educación puede reproducir
la realidad, pero puede también transformarla. En ese sentido, ninguna
educación es neutra, y toda pretensión de neutralidad esconde ya una
opción.
Educar, más que dar respuestas correctas, es hacer las preguntas correctas.
En educación, lo decisivamente importante es cuidar las preguntas. Las
preguntas formuladas aquí muestran ya una opción, una inquietud y una
búsqueda. Las respuestas serán tan complejas como la realidad. Preguntas
y respuestas manifiestan que en educación no hay fórmulas definitivas, sino
un camino siempre "andable" que exige fidelidad a lo real. Lo importante
será nuestra capacidad, como educadores y educadoras, de confiar en el
ser humano y de hacer de la educación una plataforma para que esos seres
humanos concretos que participan en el hecho educativo sean activos
constructores de un mundo más habitable para todas y para todos.