Una aproximación
a la cultura de
evaluación
específicamente la evaluación del aprendizaje, es una tarea cotidiana en
el ejercicio docente que se manifiesta en un conjunto de creencias, valores,
prácticas y tradiciones que la califican y tipifican como cultura. Este artículo
busca precisamente hacer algunas aproximaciones de cómo la evaluación
del aprendizaje se manifiesta y evidencia como cultura en los contextos
educativos.
1. Contextualización de algunos términos claves
Antes de abordar las diferentes formas en que se manifiesta y materializa la
cultura de evaluación, es necesario contextualizar algunos términos claves como
aprendizaje, evaluación y cultura de evaluación para que orienten el análisis.
Aprendizaje
Toda institución educativa busca intencionalmente educar, generar aprendizajes
en los estudiantes. A decir verdad, esa es su función principal. El mismo Pérez
Gómez (1998) entiende la educación en los contextos escolares como un proceso
complejo de enculturación que se retuerce sobre sí mismo, reflexivamente para
entender sus orígenes, sentidos y efectos en el desarrollo individual y colectivo.
Desde un enfoque cultural, el aprendizaje es un mecanismo fundamental de
formación de la personalidad del sujeto que le permite la apropiación del
acervo histórico, social y cultural. Lo ubican en su tiempo y espacio como ser
social, lo hacen ente portador y transformador de la cultura y de sí mismo.
Del aprendizaje resulta no sólo la capacidad de comprender y transformar la
realidad objetiva, sino además la del propio sujeto, como instauración de su
subjetividad (González, 2000).
Igualmente, el aprendizaje es una actividad social. A través de ésta, el sujeto
realiza una construcción personal de conocimientos, habilidades, normas
de comportamientos, actitudes y valores que promueve el desarrollo del
individuo, como resultado de la interacción cooperativa entre los sujetos que
intervienen en la situación de enseñanza-aprendizaje. En consecuencia, el
estudiante adquiere y desarrolla nuevos conocimientos, hábitos, habilidades,
modos de comportamiento, de diverso contenido y de diferentes niveles de
amplitud, profundidad y significancia. Estas adquisiciones, o mejor dicho, estos
aprendizajes, mediados a través del currículo explícito y oficial así como del
oculto, son los que se evalúan tradicionalmente, aunque de modo fragmentado,
en las instituciones educativas.
Dimensiones y aproximaciones de la evaluación
La evaluación, por su parte, es una actividad inherente a toda actividad humana
y por tanto se aplica en una infinidad de actividades y contextos. La evaluación
aplicada a contextos educativos, llamada evaluación educativa, incluye una
diversidad de formas y propósitos; así se tiene la evaluación institucional, la
evaluación de programas y proyectos educativos, la evaluación del currículo
y la calidad educativa, la evaluación docente y también la evaluación del
aprendizaje. Abordar la evaluación del aprendizaje, como caso particular de la
evaluación educativa, implica dimensionarla desde varias posiciones y formas
de entenderla y explicarla.
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