
3. Las distintas caras del poder de la evaluación
El poder implícito en la evaluación se ejerce de diversas maneras en la escuela,
desde las formas más sutiles e inofensivas hasta el poder como violencia en el
sentido que le da Bourdieu; pasando en el medio por nociones de poder como
autoridad, dominio, control, inhibición, prohibición, obediencia, imposición,
coacción, coerción, sometimiento y represión.
3.1 Las relaciones de poder
Como se mencionó anteriormente, la escuela es el espacio donde se originan,
se desarrollan y se consuman las interacciones y relaciones entre los participantes
de la acción educativa –directores, profesores y alumnos, en ese orden- con sus
estatus, identidades y roles bien definidos. Estas interacciones y relaciones están
marcadas por la asimetría ya que en esencia son relaciones de poder.
Los espacios escolares generan relaciones que distinguen con absoluta claridad
quién es quién en el proceso educativo. Como bien lo señala Mario Méndez
(2010), se establece las diferencias entre quién sabe y quién no sabe, quién
canoniza una forma de producción de saberes y quién debe aceptar tal
canonización, quién da órdenes y quién las obedece, quién controla y quién
es controlado, quién evalúa y quién es evaluado, quién dicta y quién toma
el dictado, quién pide la palabra y quién la cede, quién disciplina y quién es
disciplinado, quién orienta y quién es orientado, quién facilita y quién es facilitado.
Se establece la diferencia entre quién tiene el poder y quién no lo tiene. Es decir,
se establece la diferencia entre docente y discente.
Ciertamente, como construcción sociocultural y política, la evaluación tiene
participantes con posiciones jerárquicas, roles e identidades sólidamente
construidos. El docente, con el rol de evaluador, tiene una posición de privilegio,
ya que él es quién toma las decisiones de todo lo que es relevante en el aula.
Él es el planeador, diseñador, aplicador, calificador, registrador, validador
y legitimador de la evaluación. Se asume a sí mismo como evaluador y así
también lo asume la comunidad educativa. Es el representante institucional del
sistema educativo, gestor del currículo y poseedor del conocimiento. Es el que
sabe sobre procesos educativos y evaluación, lo cual es raramente cuestionado.
Es quién define qué se evalúa, cómo se evalúa y cuándo se evalúa, hace
las preguntas del examen, asigna las ponderaciones y porcentajes, define la
extensión y grado de dificultad de dichas evaluaciones (Martínez, 2010b). En
este contexto social-escolar, así definido, el profesor detenta el poder que le da
la evaluación.
El estudiante tiene el rol de evaluando. Es el sujeto de la evaluación, no sólo
en términos de que él es quien se somete a las evaluaciones, sino también en
el sentido que está sujeto a las disposiciones del evaluador y de la institución.
El estudiante se asume como estudiante y como evaluando, con todas las
restricciones y desventajas que eso conlleva. Su participación como evaluador
15.