
23.
El término enseñanza, por su parte, es de difícil definición debido a la diversidad
de situaciones en las que se aplica y a la variedad de sentidos que puede
asumir. Sin embargo, dicho término involucra una serie de rasgos que la
caracterizan. Para comenzar, su naturaleza es tríadica, incluye un aprendiz, un
contenido/conocimiento y el poseedor de dicho conocimiento. Un segundo
rasgo es que la enseñanza constituye un intento por transmitir, y dicho intento
puede ser exitoso o fallido (Camilloni et al, 1998). Pero además, Suriani (2003)
destaca otros rasgos. De acuerdo con ella, la enseñanza genera una situación
de asimetría inicial ya que supone el reconocimiento de la legitimidad del
transmisor -autoridad pedagógica- delegada por la institución. Además, como
practica social que es, la enseñanza expresa conflictos y contradicciones. Pero
sobre todo, se reconoce que la enseñanza es una actividad intencional, una
conducta voluntaria que tiene el propósito de educar y enseñar (Aiello, 2005;
Suriani, 2003; Camilloni et al, 1998; Edelstein, 2002).
Para Suriani (2003), las prácticas de enseñanza son prácticas sociales ligadas
al ámbito educativo, estrechamente relacionadas con las prácticas docentes
y en su sentido más estricto se consideran prácticas educativas
2
. Para ella son
prácticas donde interactúan sujetos y donde se comparten modos de vida
(rutinas, tradiciones, gestos y más), formas de pensar, de actuar y de hacer
propias dichas prácticas que se ubican en el espacio del aula escolar en torno al
conocimiento y a la relación del profesor con los estudiantes. Estas prácticas de
enseñanza establecen conexiones dispuestas bajo condiciones sociohistóricas
e institucionales (normas, formas de organización, políticas de funcionamiento,
entre otras). Se considera las prácticas de la enseñanza como una actividad
caracterizada por su complejidad, multiplicidad, inmediatez, simultaneidad
e impredictibilidad que sólo cobra sentido en función del contexto en que se
desenvuelve (Aiello, 2005, p. 330).
No debe entenderse, sin embargo, que la práctica del profesor es una
construcción producto sólo de la subjetivación o de la objetivación de la
realidad. De acuerdo con Romero y Gómez (2007), la práctica de enseñanza
del profesor es una construcción social, histórica y política, como se ha venido
enfatizando. El profesor se presenta como un sujeto producto de una variedad
cambiante y desafiante de condiciones económicas, políticas, sociales,
históricas, educativas y culturales. Esas condiciones lo imbuyen, condicionan e
influencian, posibilitan y limitan en sus actuaciones como sujeto-profesor.
Pero las prácticas de enseñanza son también un producto de la subjetivación del
profesor, del “mundo interior”, de la cosmovisión, actitudes, valores y experiencia
idiosincrática del sujeto-profesor. El comportamiento, las actuaciones del
profesor son la concreción de sus nociones, sentimientos e inclinaciones. De aquí
que se puede desentrañar el desempeño de su oficio por la vía de retratar su
2. A lo largo de este artículo se usan indistintamente los términos “práctica educativa” y “práctica de enseñanza”
como sinónimos, aunque en general se respeta las distinciones que hace Suriani.