3.
Editorial
En marzo de 2013, SCimago Research Group publicó el informe SCimago
Institutions Rankings (SIR) en el cual, a través de una serie de indicadores
bibliométricos, devela la producción investigativa, el impacto científico, el
rendimiento y la visibilizarían de la actividad investigativa de las universidades. El
informe incluye instituciones que en el último año del quinquenio han publicado
al menos 100 documentos científicos de cualquier tipo: artículos, revisiones,
cartas, conferencias, y que están indizadas en la base de datos Scopus de
Elsevier, B.V.
A este momento, el informe SIR es la referencia más completa del análisis de
la actividad investigativa de las universidades. Incluye 1600 instituciones de
educación superior en tres clasificaciones, una para Iberoamérica (incluye
España y Portugal), otra para Latinoamérica y otra con el ranking de la institución
dentro del país.
Más allá del benchmarking que generan los rankings, ciertamente hay en esas
evaluaciones y calificaciones una serie de indicadores que ponen de manifiesto
lo que están haciendo las universidades con respecto a la investigación, lo que
generan y cómo ésta queda visible y disponible para la comunidad académica
y científica. A la luz de ese estudio se pueden hacer algunas valoraciones y sacar
algunas conclusiones con respecto a lo que las universidades salvadoreñas y
centroamericanas hacen como centros de investigación y producción científica.
Brasil, México y España son los tres países que ocupan las primeras posiciones,
tienen más instituciones dentro del ranking y por tanto tienen el mayor volumen
de producción científica. La Universidad de Sao Paulo, en Brasil, es por mucho
La universidad y la investigación
University and research
Editorial
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la universidad con mayor producción investigativa. Su volumen de producción
sobrepasa las producciones combinadas de la Universidad Autónoma de
México (segunda posición) y la de Barcelona (tercera posición).
En Centro América, nuestro contexto más cercano, los datos no son tan
alentadores. De las 1600 universidades de Iberoamérica que aparecen en
el ranking, sólo 53 están en Centro América. De éstas, 21 universidades son
costarricenses, 9 nicaragüenses, 7 salvadoreñas, 7 guatemaltecas, 5 hondureñas
y 4 panameñas. En general, su producción científica se ubica en el último cuartil,
entre las posiciones 320-469 (469 es la última posición).
Las tres universidades centroamericanas mejor posicionadas son de Costa Rica.
En primer lugar aparece la Universidad de Costa Rica (UCR, posición 131), y en
una lejana segunda posición aparece la Universidad Nacional de Costa Rica
(UNA, posición 249). Costa Rica tiene en el mayor número de universidades con
producción científica (21, 40%), tiene las tres instituciones mejor posicionadas
(UCR, UNA, CATIE) y tiene en general mayor volumen de investigaciones y
producción científica.
Siempre a nivel centroamericano, la Universidad de Panamá es cuarta (posición
322), la Universidad de San Carlos de Guatemala es quinta (posición 361), la
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en Leon es sexta (posición 366),
y la Universidad nacional Autónoma de Honduras es novena (posición 381). La
Universidad de El Salvador salta hasta la posición 431, donde se ubica en la
última posición con respecto a las grandes universidades estatales de Centro
América.
En el contexto salvadoreño, la producción científica de las universidades, de
acuerdo con el estudio, es todavía más desalentadora. De las veinticinco
instituciones de educación superior de El Salvador, sólo siete aparecen en el
ranking. La producción científica de las que aparecen se ubica en las últimas 38
posiciones (posiciones 431-469). Esto nos indica que la producción científica es
mínima y que además hay 18 Instituciones de Educación Superior que tienen una
producción científica insignificante o nula. A este punto vale la pena recordar
que la ciencia que no se ve, no existe. Es decir, si la investigación científica no
se ve reflejada en alguna parte, equivale a que no hace nada, a que no se
produce nada.
Las instituciones salvadoreñas que aparecen en el estudio tienen una producción
científica ínfima si se les compara no con las primeras posiciones del ranking SIR,
sino con otras universidades centroamericanas. La Universidad de El Salvador,
la mejor posicionada y con mayor producción científica, está posicionada
5.
nada menos que 300 posiciones atrás con respecto a la Universidad de
Costa Rica. Toda la producción científica de las universidades de El Salvador
apenas representa el 5.8% de la producción científica de la UCR, el 41 % de la
Universidad de Panamá, el 65% de la Universidad de San Carlos de Guatemala;
el 68 % de la UNAN Leon y el 81% de la producción científica de la Autónoma
de Honduras. Es decir, todo lo que se investiga en las universidades salvadoreñas
cabe en la producción de una sola universidad centroamericana.
¿Qué nos dicen esos resultados? Bueno, dicen muchas cosas. Las respuestas,
conclusiones y valoraciones dependen de quién los interprete. Se pueden
tomar posiciones como tratar de invalidar el estudio porque los resultados no
nos favorecen, tratar de desprestigiarlos porque son un producto de y para el
benchmarking. Podemos tratar de demeritarlos porque el estudio sólo presenta
lo que está visible para la comunidad científica, o de justificarnos porque somos
un país pobre y no tenemos recursos y es injusto comparar países ricos con
países pobres. Podemos simplemente, negarlos, ignorarlos y esconderlos, o usar
otras excusas parecidas. Algo de esto hemos estado haciendo durante todo
este tiempo.
Para otros, ese estudio sólo desnuda una realidad con respecto a la investigación
–una realidad que es triste, ingrata y hasta perversa. El ranking sólo pone de
manifiesto, sin maquillaje, matices ni otros intereses –proporcionados por una
fuente externa a las universidades, al Ministerio de Educación y al sistema
mismo-, algo que los investigadores, académicos y todo el mundo ya saben:
en El Salvador se hace muy poca investigación. Sin justificación, atenuantes ni
eufemismos, las instituciones de educación superior de El Salvador no hacen
investigación y no tienen producción científica, no en la cantidad y calidad que
se debería. Tal como lo presenta el estudio, no es suficiente.
Como ya se dijo antes, en el editorial de la Diá-logos 9, las universidades de
El Salvador tienen una falla de origen. Se ven a sí mismas como centros de
formación profesional, pero no se dimensionan a sí mismas como centros
de investigación ni de producción de conocimientos. Mientras no se superen
esas taras, mientras no se elimine ese ADN defectuoso, mientras esta forma de
hacer universidad esté vigente, la producción científica seguirá siendo exigua
y los rankings nos seguirán ubicando en las últimas posiciones. Y no se trata de
rankings, se trata de de producción científica, eso que otros países usan como
motor de desarrollo.