
Alberto
Masferrer y
la Educación
Vitalista en El
Salvador
16.
No obstante, Masferrer reconoce que por el momento el país vive bajo un
“imperio nefando y torpe de leyes, creencias religiosas, costumbres, tradiciones,
prejuicios y rutinas mentales que relegan al niño a segundo término; que le
declaran ilegítimo; que se imaginan ascender a la santidad cuando le otorgan
la mezquina e inepta caridad de un hospicio” (Masferrer, 1971, p. 483). Imperio
obscuro y torpe cuyas clases dominantes en lo económico, social y político, y,
aún así, siendo tan poderosos, lo único que otorgan en su generosidad es
La farisaica limosna ocasional de juguetes y vestidos, hecha en cantidad
y formas infelices, características de una heroica hazaña que llaman
previsión social y educación, a la desdichadísima escuela primaria
con sus pobres maestros, sus pobres casas, sus pobres instrumentos
de trabajo, su pobre enseñanza, su pobre presupuesto y su pobrísima
comprensión de los derechos y de las necesidades del niño” (Masferrer,
1971). Entonces, qué podemos esperar de esta sociedad en el futuro
próximo, puesto que lo único que tenemos es todo eso “y lo vamos
llevando como un trofeo; como una flor de civilización cristiana y de
filosofía y de ciencia. (Masferrer, 1971, p.458).
Entonces, pues, “si la educación, en vez de ser la torpe y tiránica deformación
que es hoy, fuera el cultivo prudente, atinado y desinteresado de cada uno,
según la ley de sus naturales y más salientes aptitudes,” (Masferrer, 1971, p. 459),
entonces el futuro del país se encaminaría a la construcción del verdadero
progreso y desarrollo, como es el discurso de las clases políticas dirigentes. Eso
es lo que se logrará con una educación vitalista, de acuerdo a la perspectiva
del Minimumvitalismo Masferreriano.
En esta perspectiva, y con el interés de que la sociedad se organice más
humanamente y se eduque en el espíritu vitalista, Masferrer participa con lecciones
magistrales en la Universidad Popular, plataforma con la que desarrollan varias
campañas de alfabetización. Pero Masferrer sabe que la cultura no puede llegar
en modo efectivo a las masas si no cambia la base económica de la sociedad.
No se trata simplemente de un problema de cultura sino de un problema
social, de un problema económico, porque el alfabetismo está vinculado
profundamente al régimen social, a la infraestructura de la sociedad. Aquí es
donde Masferrer articula los preceptos que deben respetar y hacer práctica
todos los vitalistas que se incorporen al Partido Vitalista y a los Círculos vitalistas
(Masferrer, 1971). Por ello, “nuestro derecho y lo que conviene al desarrollo moral
de la humanidad, no es castigar al que ande errado, sino esclarecerle. Puesto
que su yerro viene de la ignorancia, lo que procede es iluminarle para que vea
su yerro y enderece su camino” (Masferrer, 1971, p. 47).