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corriente, acá no. Acá había una división muy, muy discriminadora entre varones
y mujeres. Tampoco eso puede parecer a promiscuidad, falta de respeto.
Porque había un gran sentido de respeto y de amistad y hasta de cariño,
entre los chicos, las chicas, pero muy lindo. Eso puede venirse al piso, sí. Eso
hoy día podría ser malinterpretado, es verdad. Pero sí ha habido ese tipo de
experiencias. Ese grupo que tú ves aquí, es un grupo nuevo. En el 85% de niños
y niñas que incluso ya son hijos de una cultura distinta con matices distintos en
relación al mundo adulto. En otras épocas eran mucho más abiertos. Hoy día son
más reservados. También porque tienen un mundo personal que, al parecer, no
tenía la generación anterior. El solo hecho de que tengan sus aparatos, su celular,
cabinas de Internet, se relacionan con anónimos, y menos con sus pares cercanos
en el espacio y el tiempo. Antes no existía nada de eso, o sea, o hablabas o te
comunicabas, o nada. Ahora: “Te mando. Me copias. Te feiceo. Nos encontramos
en el twitter…” Entonces, te das cuenta cómo esta es una nueva generación que
no nos ha dado el tiempo suficiente quizá, para pensar cómo se establece el
nexo de amistad, de respeto y de cariño entre ellos. Estamos en eso.
He venido a esta reunión y estoy observando a estos nuevos chicos. He estado
durante estos treinta, casi cuarenta años en esto, pero esto es otra cosa. Entonces,
yo estoy observando y viendo y digo: Hmm, aquí hay cosas parecidas a las
anteriores, de otras generaciones, pero hay cosas que no había antes y que ahora
son parte de las nuevas subjetividades. Y eso tiene que ver con que cada cual
es cada cual. Esa es una constitución de subjetividades distintas en estos últimos
siete, ocho, diez años. Nunca tuvimos un niño como ahora acá que tiene su
propia computadora pequeñita Sansumg, no sé si has visto. Qué es lo que quiero
decir, ese es el indicador de que hay una manera distinta de relacionarse entre
ellos también. Por un lado, hay más expresiones de cercanía, pero marcadas
por una cierta banalización de las relaciones. Es lo que yo percibo, ¿no? Si tú te
sientas en el comedor, yo estaba viendo, no son capaces de seguir hablando
sobre qué les ha parecido lo tratado en la reunión, y es que están en otra. Hemos
tenido generaciones en que podíamos terminar una sesión y seguían y en la
mesa ellos decían: “Oye, sí, me ha parecido, pero habría que,..” O sea, estaban
entonados. Estos no, estos son: Plic, se acabó, ploc, vuelvo a enchufar. Y lo hacen,
¿no? O sea, como que desenchufan, van a otra cosa, enchufan, y entran en
otra. No es que antes no haya habido también diversión y ganas de chancear, sí
lo ha habido. Pero creo que estos tienen una tendencia, una mayor necesidad
de confraternizar, verdad, pero no a partir de lo serio, de lo consistente, que
consideramos serio y consistente. Anoche decían, por ejemplo, que el problema
mayor es la comunicación. Justo cuando todos tienen Facebook, Twitter y tienen
esto, y tienen 50,000 cosas, y todavía dicen: “El problema mayor es que no nos
comunicamos”. Entonces, son interrogantes que se nos abren para pensar. No
tenemos una respuesta. Yo no tengo una respuesta. Pero lo que sí es importante
es que en los grupos más estables sí hay una relación amical e interesante, una
preocupación, una solidaridad, entre chicos y chicas. Creo que sí. Pero no lo hemos
medido en términos de cuánto eso aporta a una reflexión de la perspectiva de la
Pedagogía de la Ternura. Creo que habría que hacerlo de forma más reposada.