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se estaría dando una visión demasiado comercial a la educación, olvidándose
de su dimensión social. Al respecto, una publicación decía lo siguiente:
Las competencias es otra de las nuevas ideologías, que colonizan los
sistemas educativos actuales: un proceso neoliberal tendiente a colocar al
estudiante al servicio de las necesidades de la economía y del mercado, y
no la educación al servicio del estudiante. Se trata de reducir la educación
a la fabricación de un alumno económicamente “perfomante”, adiestrado
para ser competitivo. (Del Rey y Sánchez-Parga, 2011, p. 235)
En la cita anterior podemos ver que la crítica a la enseñanza por competencias
estriba en que ella se presenta como una forma nueva e innovadora de
educar pero detrás de eso se esconden unos intereses concretos del mundo
económico. En efecto, en algunas naciones como Panamá se dieron protestas
ante el gobierno y el Ministerio de Educación cuando estos últimos hablaron de
un enfoque por competencias. Opinando personalmente sobre esta crítica, sin
duda, considero que es un hecho incuestionable que toda educación nace en
un contexto determinado que la nutre y condiciona. Hoy, se hace educación
desde un contexto específico y para ciertos intereses. No se puede ser cien
por ciento neutro y todo proceso humano está cargado de sentido e intereses
múltiples. Puede ser que hoy, al tener la economía un papel preponderante
dentro de la sociedad, arrastre a la educación. Sin embargo, a pesar de las
críticas y cuestionamientos, la educación por competencias se muestra como
una opción válida en un mundo complejizado ya que, estando o no en un
mundo neoliberal, la educación debe responder a los retos de su sociedad y de
su mundo. Hoy es la economía la dimensión humana que ejerce su peso en la
sociedad, mañana quizás lo sea otra ciencia u otro paradigma. Lo interesante
es que la educación siempre debe mostrarse competente en su momento y
cuestionándose por el tipo de ser humano que quiere formar.
Otra crítica a la educación por competencias es que, según algunos, desvaloriza
lo intelectual al enfatizar otras cualidades y capacidades. De esta manera, no se
le da importancia a los títulos, diplomas y certificaciones. Para la educación por
competencias, los títulos y diplomas serán solamente una competencia entre
varias que se pueden tener para desenvolverse en la vida. Esto podría llevar a
desvalorizar los estudios que se han realizado con grandes esfuerzos. Aunque
dicha crítica pueda tener alguna razón, lo cierto es que desde hace varios años,
en educación se viene hablando de “inteligencias múltiples” (Gardner, 1994), sin
duda, la personas tiene que desarrollar varias inteligencias a lo largo de su vida y
es aquí donde la educación por competencias ha enfatizado que la educación
debe desarrollar destrezas en los alumnos. De hecho, el perfil profesional que
se espera en un currículo por competencia es que el nuevo profesional sea
competente en diversas áreas y sepa responder con varias destrezas al mundo
actual que ya de por si se ha complejizado. Aunque los estudios que ofrecen un
titulo dan ciertas destrezas, hoy, con la exigencia tan fuerte del mundo actual, el
nuevo profesional deberá estarse actualizando constantemente.