La perspectiva
indagadora como
estrategia en
la Educación
Superior
50.
Contexto de la Educación Superior en América Latina
El contexto determina el hecho de la mediación educativa y plantea los retos de
la misma. Por ello antes de hablar directamente de la perspectiva indagadora,
es necesario mirar con inteligencia la realidad educativa que nos interpela, para
responder a esos desafíos que plantea a la educación superior.
El contexto actual está determinado por un cambio epocal llamado
“posmodernidad”, o Sociedad Líquida (Bauman, 2004). Esta modernidad líquida
que no intenta superar el pasado sino sobreponerse del mismo, no por “colocarse
encima de” sino como un sobrellevar la pena, sobreponerse o convalecerse
de una enfermedad. Habermas define que en este cambio epocal, estamos
en una sociedad que lejos de exaltar los órdenes superiores los eufemiza
y los descredibiliza, una sociedad que desvaloriza el ideal de abnegación
estimulando sistemáticamente los deseos inmediatos, la pasión por el ego, la
felicidad intimista y materialista (Lipovetsky, 1988).
Asistimos a la perdida de la vigencia de las ideologías, de los metarrelatos y
de todo interés por lo teórico, por lo ajeno a la utilidad inmediata, el antiguo
principio de la adquisición del saber es indisociable de la formación del espíritu,
e incluso de la persona (Lyotard, 1987). En la ética, preocupa solo la casuística,
resolver en acuerdo al buen sentido o a la opinión mayoritaria cualquier situación
concreta dejando el análisis, principios o teorías, podríamos hablar de “éticas de
bolsillo” destinadas a resolver solo el caso individual.
Otra característica de esta cambio epocal es la búsqueda primaria de lo
hedónico, sin sacrificarse en ahondar las situaciones a la vista y sin considerar
las consecuencias remotas de lo que se hace. En este aspecto el vivir al
crédito sustituye a la anterior mentalidad moderna del ahorro. Se evidencia una
percepción de la realidad en superficie, el barniz, donde el límite de todo está
difuminado, sin que preocupe demasiado la precisión de áreas de conocimiento,
de profundización o de acción. El poco respeto por la vida en sí, la cual ya no se
mira como sagrada, sino bajo el aspecto de proporcionar agrados y placeres,
es decir la vida vale solo en la medida de la calidad de ser gozada, pero de
ningún otro modo vale incondicionalmente. Un investigador actual ha dicho, por
ejemplo, que la vida de un cerdo sano es mucho más respetable que de un niño
con enfermedad Down (Roa, 1995), la meta de la existencia no es la realización
heroica, buena o feliz, sino como lo afirma Rotry (1989), su trivialización, su no
crear problemas, el dejar transcurrir el tiempo sin mayores preocupaciones. El
hombre posmoderno no vive para el reconocimiento de los demás, sabe cuál
es el valor para sí mismo de lo que haga y eso basta, de manera que esta
dimensión del goce exalta la visión esteticista, que exalta la fantasía que ha
impregnado todo, constituyéndose en ello en una de las caracterizaciones
de esta posmodernidad, se asiste a una especie de estetización de la vida,
mediante una cultura de la imagen y la apariencia, como ya lo ha señalado
Turkle (1995).