
4.
Editorial
una mercancía. El hecho es que la actividad educativa mueve grandes sumas
de dinero y, por tanto, constituye un rubro económico importante que, según el
neoliberalismo, debe ser explotado por manos privadas. Al hacerlo, la educación
deja de ser un bien público y se convierte en un bien privado.
La noción de educación en la escuela neoliberal está asociada con la
apropiación de conocimientos, valores, actitudes y competencias necesarias
para insertarse dentro del mercado. Sus objetivos de formación operan en
función de la economía y el trabajo y, por tanto, dicha formación está vinculada
a la productividad y a la competitividad. Esta educación encuentra sentido en
la formación de lo que denominan capital humano, ya que es a través de la
práctica de la teoría del capital humano que buscan desarrollar el conjunto de
conocimientos, habilidades, destrezas y talentos en una persona para hacerla
apta en desarrollar actividades específicas dentro del mercado. Esta educación
también busca formar sujetos con actitudes y valores de obediencia, pasividad,
servicio y permeables al consumo de bienes y servicios que el mismo sistema
produce, contribuyendo con esto a la conformación de la sociedad de consumo.
El liderazgo que se ha de imprimir es aquel que opera dentro de la dinámica
empresarial; es decir, el emprendedurismo. En su versión más simplista, pero
no por eso menos precisa, la educación neoliberal gira en torno a la actividad
productiva, la actividad laboral y el consumo.
El currículo de la escuela neoliberal está diseñado para formar en aquello que
el mercado y la empresa consideran necesario. Es necesario enseñar inglés,
porque es la nueva lengua de la empresa; enseñar la tecnología, pero solo en
función de su utilidad para tareas específicas del trabajo; liderazgo pero dentro
de la lógica empresarial; actitudes y valores de obediencia y servicio útiles para
ser un buen empleado; y claro, las competencias técnicas para saber hacer una
tarea específica. Los cursos y disciplinas a enseñar se caracterizan por enfatizar
la formación de un sujeto de y para el trabajo y, si no es para eso, dichos cursos
no tienen cabida en el currículo. Por eso, sistemática e intencionalmente se
eliminen las asignaturas humanistas como historia, filosofía, literatura, música,
arte, ciencias humanas y sociales. Tampoco están presentes la formación en
ciudadanía y democracia y mucho menos el pensamiento crítico. Es que, desde
la perspectiva economicista, ese conjunto de asignaturas no solo resulta inútil,
sino también oneroso porque afectan la rentabilidad.
Hay una desprofesionalización del docente. En la escuela neoliberal, el profesor
deja de ser docente y se convierte en empleado. Aunque este ejerce una
práctica educativa con sus estudiantes, pierde su autonomía y autoridad
pedagógica ya que aquellas decisiones pedagógicas que le corresponden por
su atribución docente, las toma el dueño del centro educativo, a menudo no
desde un criterio pedagógico, sino desde uno puramente empresarial. Además,
el profesor es despojado de su investidura de intelectual y es sometido a las
reglas de la institución, como cualquier empleado de cualquier maquila. Su
misión sociocultural sucumbe ante la racionalidad económica de la gestión
empresarial y la satisfacción del cliente. De profesional de la educación es