34.
Para citar este artículo: García, P. J. (2021). Elementos de educación y pedagogía en las cartas pastorales de Monseñor
Luis Chávez y González. Diá-logos 23, 34-50.
Elementos de educación y pedagogía en las
cartas pastorales de Monseñor Luis Chávez y
González
Resumen
En este artículo, el autor presenta la visión
educativa y el pensamiento pedagógica
de Monseñor Luis Chávez y González, tercer
arzobispo Metropolitano de San Salvador, quien
sirvió en esa sede episcopal por 39 años (1938-
1977). El autor intuye, extrae e infiere, a través
de un análisis interpretativo, de la producción
literaria de Chávez y González expresada
mayormente en sus cartas pastorales, esa visión
antropológica y educativa. Sus cartas pastorales
contienen consejos generales y directrices de
comportamiento en circunstancias particulares
y están cargadas de intenciones y elementos
genuinos de educación y pedagogía con una
riqueza antropológica. Entre sus conclusiones,
el autor destaca, a partir de este análisis, que la
persona humana es el centro y preocupación
principal de la iglesia. Igualmente concluye
que el hombre se presenta como protagonista
de un proceso pedagógico de perfección.
Pero sobre todo logra inferir que no parece
inapropiado considerar a Monseñor Luis
Chávez y González un pedagogo de su
tiempo, y esto por razones que en sí mismas
se ponderan como valederas, en primer lugar,
por su condición de Pastor de la Arquidiócesis
y luego por porque las cartas dejan ver su
responsabilidad formativa.
Palabras clave: carta pastoral, pedagogía,
educación, Monseñor, Luis Chávez y González.
Abstract
In this paper, the author features Monsignor
Luis Chávez y Gonzalez educational and
educational vision. Monsignor Chávez y González
was the third metropolitan archbishop of San
Salvador and served as this episcopal see for
39 years (1938-1977). The author senses, extract
and infers, through an interpretative analysis,
from Chávez y Gonzalez literary production,
expressed mostly in the form of pastoral letters,
the anthropological and educational vision.
His pastoral letters have general advises and
behavioral guidelines for specific contexts; and
are also full of intentions and genuine elements
of education, pedagogy and anthropology.
Among the conclusions, the author puts forward
that the human person is the center and main
concern of the church. In same manner, he
concludes that man is brought forward as
the protagonist of a pedagogical process of
perfection. But most importantly, the author
infers that Monsignor Luis Chávez y González
can be considered a pedagogist of his time for
reasons related to his condition of pastor of the
archdiocese and because of the pedagogical
responsibility displayed in his letters.
Keywords: Pastoral letter, pedagogy, education,
monsignor, Luis Chávez y González
Artículo
Pedro José García Castro*
Pedro.garcía@udb.edu.sv
Educational and pedagogical aspects in the pastoral letters of
Monsignor Luis Chávez y González
Recibido: 8 octubre de 2020 Aceptado: 15 de febrero de 2021
*
Presbítero y Msc. Es profesor de teología de la Facultad de Ciencias y Humanidades en la Universidad Don Bosco.
ISSN 1996-1642 Universidad Don Bosco, año 14, N° 23, Julio-diciembre 2021
35.
1. Introducción
El punto de partida de nuestro estudio es la consideración de que, hasta donde
se sabe, Monseñor Luis Chávez y González no ha sido considerado un teórico
reconocido en temas de educación, puesto que no se le conocen escritos que,
explícitamente, aborden tal temática fuera de sus Cartas Pastorales. Se dice, sin
embargo, que a un autor se le debe juzgar profundizando en su pensamiento
para descubrir distintos rasgos ocultos en él, tal es el caso de la figura del maestro
en san Pablo, la Didajé o el Pastor de Hermas (Carrascosa, 2016). Y estamos de
acuerdo que así es. De Aristóteles, por ejemplo, que no escribió tratados sobre
la educación, se sabe que se ocupó de ella, pero dentro de su discurso moral
y político, más en particular en la Ética a Nicómaco y en la Política. Así, la teoría
educativa de Aristóteles que hoy conocemos ha sido rastreada a partir de su
filosofía. A continuación, dos palabras prelimaneres en relación a nuestro análisis.
La primera, es en relación a Monseñor Luis Chávez y González. Nació en el
Municipio de El Rosario, Departamento de Cuscatlán, el 24 de abril de 1901
y murió el 27 de marzo de 1987 en el Municipio de Mejicanos. Fue el tercer
Arzobispo Metropolitano de San Salvador, sirviendo en esa sede episcopal por
39 años (1938-1977)
1
hasta su dimisión. Monseñor Chávez y González fue el
predecesor de san Óscar Arnulfo Romero.
La segunda palabra es para clarificar qué es una Carta Pastoral. De ella
hemos de decir que se trata de una carta abierta firmada por un obispo o una
Conferencia Episcopal, la cual va dirigida al clero y/o a los laicos de una Diócesis
o de una Provincia Eclesiástica. Ellas contienen consejos generales, instrucciones
o consolaciones y directrices de cómo comportarse, desde el punto de vista de
la fe, en circunstancias particulares. Por tanto, es propio del obispo diocesano
redactar Cartas Pastorales como parte de su ministerio pastoral, pero también de
las obligaciones que le exige el Código de Derecho Canónico. A este respecto,
el canon 386 dice que:
1. El obispo diocesano debe enseñar y explicar a los fieles las verdades de
fe que han de creerse y vivirse, predicando personalmente con frecuencia;
cuide también de que se cumplan diligentemente las prescripciones de
los cánones sobre el ministerio de la palabra, principalmente sobre la
homilía y la enseñanza del catecismo, de manera que a todos se enseñe
la totalidad de la doctrina cristiana.
2. Defienda con fortaleza, de la manera más conveniente, la integridad y
unidad de la fe, reconociendo no obstante la justa libertad de investigar
más profundamente la verdad.
Así, los obispos en comunión con el papa siguen redactando documentos sobre
diferentes temas que consideran de relevante interés para la Iglesia y para la
humanidad. La Carta Pastoral subraya su género literario específico y la autoridad
con la que los obispos hablan en cuanto sucesores de los apóstoles.
2. Sobre las Cartas Pastorales de Monseñor Chávez y González
Tomaremos como fuente primaria de nuestro estudio 52 Cartas Pastorales y una
Instrucción Pastoral (1941) que ponen la autoría en la persona de Monseñor Luis
Elementos de
educación y
pedagogía en las
cartas pastorales
de Monseñor Luis
Chávez y González
1
Para más información se puede acceder a Chávez y González L. en https://www.ecured.cu/Luis_Chávez_y_González
(recuperado el 26 de marzo de 2019).
36.
Chávez y González, así aparece en la portada de cada una de ellas
2
. Luego,
en la segunda página se identifica la naturaleza de los destinatarios. Éstas
van dirigidas a la estructura jerárquica, al clero secular y religioso y a los laicos
de la Arquidiócesis
3
; sin embargo, cuando se trata de la Instrucción Pastoral
los destinatarios pueden ampliarse
4
. El objetivo general de estos 53 escritos
se desprende de su propia naturaleza, es decir: ofrecer consejos generales,
instrucciones o consolaciones, así como directrices de cómo comportarse,
desde el punto de vista de la fe, en circunstancias particulares. Y el objetivo
específico puede deducirse del título de cada Carta Pastoral
5
.
A nivel de estructura las Cartas Pastorales siguen un esquema más o menos
constante, éstas se articulan de la siguiente manera: a) «palabras introductorias»
de parte del autor y a manera de saludo precedidas por un texto de la Sagrada
Escritura; b) cuerpo de la Carta dividida en «subtítulos» cuando ésta tiene una
extensión y complejidad considerables, y con una redacción continua cuando son
cortas; c) algunas veces las Cartas terminan con un apartado de «disposiciones
pastorales y mandatos» seguidas de una «despedida y una bendición», aunque
la mayoría de las veces terminan sólo con una «despedida y una bendición».
Sabiendo que toda forma de enseñanza demanda un método, las Cartas
Pastorales conllevan también uno, pues en sus mensajes hay propuestas
de valores, análisis, confrontaciones, exhortaciones, directrices, etc. Así, la
elaboración del contenido de estas Cartas no ha sido indiferente a cualquier
método, ellas han exigido un adecuado proceso de transmisión que, en nuestra
opinión, siguen los siguientes criterios: la naturaleza de sus mensajes y de sus
fuentes; las circunstancias concretas del país en el momento de escribirlas; y
las condiciones particulares de los fieles de la Arquidiócesis de San Salvador a
quienes se dirigen. Por tanto, en el modo de redacción de estas Cartas Pastorales
descubrimos recorridos diferenciados a un doble nivel: en un sentido deductivo,
cuando el mensaje parte de los contenidos de la fe cristiana o la Palabra de
Dios; o bien con procedimiento inductivo, cuando desde la consideración de
hechos o situaciones concretas de la vida de fe de los fieles o de la realidad del
país, Monseñor Chávez y González se remonta a su significado a la luz de la fe.
Digamos, por último, que el lenguaje utilizado en estas Cartas Pastorales está
determinado, fundamentalmente, por tres variables: la naturaleza de las mismas,
el contenido y los destinatarios. Así, podríamos decir que tal lenguaje es: formal,
elegante y, a la vez, comprensible; claramente afectivo y exhortativo; preciso en
su redacción, a tal punto que no solamente justifica su contenido con la debida
referencia a la Escritura o al Magisterio de la Iglesia, sino que, también, incluye
al menos en algunos caso datos estadísticos o estudios y referencias a diversos
pensadores. No son pocos los casos hay que decirlo en que se observan errores
de ortografía y de escritura, posiblemente se trata solamente de un descuido de
digitación o transcripción.
Todos estos detalles preliminares se convierten, desde ya, en la puerta de entrada
a nuestro estudio.
2
A manera de ejemplo Chávez y González L., Primera Carta Pastoral, Arquidiócesis de San Salvador, San Salvador 1938.
En la portada aparece que ésta es Del Excmo. Revmo. Sr. Don Luis Chávez y González, Tercer Arzobispo de San Salvador.
3
A manera de ejemplo, ahí aparece: Al Ilmo. Sr. Deán, Provisor y Vicario General; Al venerable Cabildo Eclesiástico; Al
Dignísimo Clero Secular y Regular; Al amadísimo Pueblo Católico, confiado a nuestro cuidado.
4
Aquí se incluye a Los Directores y Profesores de los Colegios Católicos de ambos sexos.
5
A manera de ejemplo, Tercera Carta Pastoral, Arzobispado de San Salvador, San salvador 1942. Esta Carta lleva por
título Explicando la Unidad de la Iglesia de Cristo; de ahí que su objetivo específico sea: Explicar la unidad de la Iglesia
de Cristo.
37.
3. Elementos de educación en las Cartas Pastorales
La primera pregunta que se impone es: ¿Hablan las Cartas Pastorales
concretamente sobre educación? Y la respuesta categórica es «sí». En la
Trigésima Octava Carta Pastoral publicada el 1 de mayo de 1967, titulada Algunos
problemas urgentes en el país, Monseñor Chávez y González desarrolla tres
aspectos de promoción humana que considera de fundamental interés, dadas
las urgentes y preocupantes angustias y carencias del ciudadano salvadoreño
en el contexto de El Salvador de ese entonces.
Estos aspectos son la educación, la salud y la familia. Y estos tres aspectos
Monseñor Chávez y González los enmarca dentro de un escenario aún más
concreto y fundamental: la preocupación por el hombre, que será el núcleo
de ulteriores reflexiones y enfoques educativos dentro del presente estudio. Más
explícitamente la Carta dice que:
Por encima de todo nos inquieta el hombre, la persona humana. El
es, quien quiera que sea, desde el nacido en las mejores condiciones
humanas, hasta el nacido en el último rancho, quien merece todas nuestras
atenciones. La Iglesia tiene y ha tenido siempre numerosas razones para
centrar en él su labor. Hecho a imagen de Dios y por lo tanto poseedor
de una suma dignidad, es él a quien hay que promover y proporcionarle
todos los medios necesarios que su dignidad reclama, para hacerlo vivir
una vida humana en todo el sentido que esa palabra encierra (Chávez y
González, 1967, pp. 5-6).
En esta Carta Monseñor Chávez y González destaca que la educación es, sin
lugar a dudas, lo que más falta en el país, pues en todos los niveles es notoria
esa carencia. En ella se identifica una visión integralmente responsable de la
educación, en cuanto que, para él, ésta es competencia de las instituciones, del
Estado y también de la Iglesia. De la última, afirma que su aporte no sólo puede
consistir en incrementar más la labor educativa desde las escuelas y los colegios,
sino en promover una educación que redunde, a su vez, en promoción humana
en las comunidades donde ejerce su labor, a fin de elevar a las personas desde
los más ínfimos niveles (Chávez y González, 1967).
Para Monseñor Chávez y González, el problema educativo es una realidad que
consterna y desafía desde la reflexión que de ella se desprende. Por ejemplo,
habla del índice de analfabetismo (56%); de una injusta distribución del
presupuesto de nación en beneficio de otras realidades nacionales pero que
van en detrimento de la educación; de la falta de iniciativa de la libre empresa
para emplear todos los medios de comunicación prensa, radio, televisión, cine
en favor de una campaña de alfabetización; de la necesidad de que, al igual
que los propietarios de fincas, también las fábricas y los centros de producción
industrial funden centros de enseñanza. Y asume, a su vez, la corresponsabilidad
que la Iglesia tiene a este respecto, en cuanto que pide a los párrocos la
creación de escuelas parroquiales y radiofónicas, con el fin de formar al hombre
y al cristiano y también para que esas escuelas se conviertan en centros de
alfabetización de adultos (Chávez y González, 1967).
Pero Monseñor Chávez y González no se refiere a la educación sólo en términos
de campañas para aprender a leer y escribir, cree que esto es apenas una parte
de ella. La concibe de manera integral, en cuanto proceso de intervención libre
Elementos de
educación y
pedagogía en las
cartas pastorales
de Monseñor Luis
Chávez y González
38.
y sistemático de una persona madura en otra inmadura, a fin de llevarla a un
grado determinado de desarrollo físico, intelectual y espiritual. En su discurso es
capaz de conjugar lo que de simple y complejo esta acción pueda tener. A este
respecto, ilustrativas resultan las siguientes palabras:
Al decir educación comprendemos también enseñar al hombre y a la mujer,
a la familia entera, a vivir decentemente, aun en medio de su pobreza. A
mantener ordenada y arreglada su casa o su rancho, mientras tenga que
vivir en él. A saber ansiar vivir en la limpieza. A saber desempeñarse, a ser
útiles en la comunidad y llevar a cabo obras de beneficio público. Todo
ello es educación (Chávez y González, 1967, p.14).
A partir de esta visión de educación, Monseñor Chávez y González denuncia
que el hombre ha sido descuidado, en cuanto que se le ha visto como sujeto
de producción, pero no como sujeto de costumbres que deben ser orientadas;
por eso, dice, provoca tristeza que un niño campesino a los diez años ya sea un
factor de producción cuando está en plena edad de educación.
Para él, también la educación moral se haya igualmente descuidada desde
la niñez, pues la escuela se ha entendido como lugar de formar las mentes, no
así los corazones, las voluntades y la firmeza de las costumbres del promedio
de salvadoreños. Así, para Monseñor Chávez y González la educación debe ser
para la vida en su integralidad y no sólo para una parte de ella. Por todo esto,
para él, enseñar al que no sabe es la primera urgencia del país ya lo dijimos, así
como la primera obra de misericordia y de justicia para ese ser humano.
Dicho esto, ahora la segunda pregunta de rigor es: ¿Hablan las Cartas Pastorales
sobre la educación, pero en relación a otros temas desarrollados en ellas? Y la
respuesta sigue siendo afirmativa. En los siguientes apartados responderemos a
esta pregunta.
4. Elementos conceptuales de educación en las Cartas Pastorales
Para adentrarnos en este análisis consideramos necesario plantear dos ideas
a manera de criterios de interpretación. La primera es en relación al término
educación, el cual tiene una raíz ambivalente en cuanto que puede proceder
tanto de educare como de educere, términos latinos que, sin duda, conllevan
una significativa riqueza. Educare, por ejemplo, significa: criar, cuidar, alimentar
y formar o instruir; educere, en cambio, significa: sacar o extraer o bien avanzar,
elevar. Como puede verse tal polisemia, lejos de connotar ambigüedad,
expresa la pluralidad de dimensiones operativas que encierra la educación. De
tal manera que su significado no es vago o confuso sino, todo lo contrario, es rico
en precisiones y referencias conceptuales, así como lo es la fecunda y profunda
realidad humana que denota (Nanni, 1997).
Hay, sin embargo, otro dato importante que se debe destacar dentro de este
estudio y que, al igual que en el caso de la etimología, va íntimamente unido al
tema de la educación: nos referimos a la realidad de la indigencia humana. Es
un hecho que el ser humano nace con una forma o modo de ser, pero no nace
formado, lo cual contrasta con los animales que nacen con tendencias definidas
y completas que las irán perfeccionando con el tiempo. No sucede lo mismo
con el ser humano, pues su nacimiento sólo significará la aparición de múltiples
posibilidades que irá actualizando o no a lo largo de su existencia. Por lo tanto, la
educación en el ser humano no sólo es posible, sino que es necesaria, pues su
39.
la educación en el ser humano no sólo es posible, sino que es necesaria, pues
su misma indeterminación le demanda la necesidad de recibir de otros seres
humanos la ayuda necesaria para que su desarrollo sea óptimo y perfectivo
(Altarejos y Naval, 2004). A continuación, algunos elementos conceptuales de
educación presentes en las Cartas Pastorales.
4.1. La educación como ayuda al perfeccionamiento humano
Monseñor Chávez y González (1964) asume que cuando los niños nacen se
crían en familia, lo cual los convierte en dependientes en todo de sus padres.
Aún más, destaca cuáles son las estrategias educativo-pedagógicas para la
crianza y perfeccionamiento humano de los hijos, a saber: el amor, la autoridad,
la dependencia, la imitación, la gratitud, la reverencia, el ejemplo y, por último,
el temor a los padres y también a Dios (Chávez y González, 1946). Interesante
resulta constatar que, para Chávez y González, la indigencia antes mencionada
no obedece solamente a la biología humana, sino, también, a la condición de
creatura del ser humano. De ahí que tal indigencia también demande -como
puede inferirse- de la protección de Dios en orden a tal perfeccionamiento. Su
posición a este respecto se confirma a través de su visión de desarrollo integral
humano presente en los siguientes pensamientos:
Alma y cuerpo constituyen al hombre. El perfeccionamiento humano, por
tanto, implica un perfeccionamiento integral. Desde el momento que
descuidamos un aspecto hay desequilibrio (Chávez y González, 1967,
p.11).
Decimos de un niño que se desarrolla cuando lo vemos crecer y que va
madurando humanamente.
El desarrollo, por tanto, viene a ser un fenómeno constante en el hombre
que lo lleva a superarse cada día en la búsqueda de su perfección y la
perfección de toda la creación (Chávez y González, 1967, p. 22).
4.2. La educación que se ordena desde y hacia la razón
Otro elemento conceptual en el pensamiento de Monseñor Chávez y González
tiene que ver con que toda intervención educativa se ordena desde y hacia la
razón, puesto que la naturaleza racional del ser humano conlleva a que todo
acto, para que sea realmente humano, participe de la razón (Lucas, 2010), sin
que tal raciocinio, por supuesto, vaya en detrimento de los afectos (Altarejos y
Naval, 2004). Como ejemplo las siguientes palabras:
[…] ante el manifiesto desasosiego y disturbios de nuestro pueblo
especialmente en los últimos días en que las almas se vienen agitando
con rivalidades e intrigas, nuestro corazón paternal, herido en los más
íntimo por el peligro de todo el rebaño, no puede regatear medio alguno
para exhortar a sus hijos al bien inestimable de la paz, sin el cual no
pueden progresar ni mantenerse los intereses de la nación, de la familia y
de las almas. Ante estos males vuestro pastor quiere hacer una llamada al
orden, a la cordura, a la comprensión y al perdón cristiano […] (Chávez y
González, 1960, pp. 3-4)
Así, en su manera de pronunciarse, Monseñor Chávez y González, en su Trigésima
cuarta carta pastoral, apela a la inteligencia de los destinatarios de sus cartas,
sin prescindir de las ideas, valiéndose del Magisterio de la Iglesia, de la Palabra
de Dios y del análisis de la realidad, pero también tratando de llegar al corazón
Elementos de
educación y
pedagogía en las
cartas pastorales
de Monseñor Luis
Chávez y González
40.
humano. Y este no es un asunto banal, pues la experiencia confirma que,
ciertamente, no serán muchos los educadores que pueden explicar de manera
inteligible y, a la vez, afectuosa el por qué hacen lo que hacen. El carácter
exhortativo presente en todas sus cartas descubre su claro deseo de llegar hasta
la comprensión humana de sus destinatarios; y la manera de decirlo, es decir su
lenguaje, descubre su intención de llegar hasta el corazón humano.
Como resultado de la incorporación de estas tecnologías a los cursos, se pudo
constatar algunos avances y beneficios directos tanto para el profesor, los
estudiantes como para el medio ambiente.
4.3. La educación como mutua ayuda
Así como sucede en todo tipo de ayuda, también la educación debe ser
proporcional a los requerimientos o necesidades de quien la recibe, lo cual
equivale a decir que lo primero en educación es el respeto al dinamismo propio
de quien aprende (Altarejos y Naval, 2004). Monseñor Chávez y González (1973)
-nuevamente hablando de la educación en el ámbito familiar-, dice que educar
a los hijos procreados no es simplemente velar para que tengan una escuela,
sino que implica irlos conduciendo por las diferentes etapas de la vida, a fin de
que se conviertan en ese hombre responsable y capaz de tomar él mismo en
sus manos su propio destino. Con sus propias palabras dice que: “Educar no es
hacerlo depender de sus padres sino enseñarle a que sepa buscar con su ayuda
el camino del bien” (Chávez y González, 1973, 14,15).
El pensamiento de Monseñor Chávez y González permite descubrir una posición
educativa totalmente vigente hasta el día de hoy, en cuanto que se sabe que
ayudar a adaptar no es educar, ni tampoco lo es ofrecer resueltos los problemas.
4.4. La educación como generadora de hábitos éticamente buenos
Para Monseñor Chávez y González (1955) el niño que va creciendo se adueña
de sí mismo mediante sus actos, es decir mediante su obrar. De ahí que sean los
hábitos éticamente buenos los que realizan esa autoposesión como condición
de posibilidad de la felicidad. Dice, por ejemplo, que los padres de familia son
los primeros llamados en ayudar al niño a desvelar el misterio de la vida, según
lo vayan demandando conforme a sus propias necesidades. Más en concreto
dice que:
[…] los educadores más bien se tienen que atener a formar en ellos
buenos hábitos y costumbres; ellos y el sacerdote podrán intervenir en
algunos casos especiales hasta donde sea necesario y siempre dentro
del ambiente de dignidad, naturalidad y religiosidad que consigo lleva el
asunto (p. 14-15).
5. La educación en relación a otros temas presentes en las Cartas
Pastorales
Continuamos respondiendo a la pregunta ¿Hablan las Cartas Pastorales sobre
la educación, pero en relación a otros temas desarrollados en ellas? Y ahora
lo haremos relacionando la educación con algunos temas de interés para
Monseñor Chávez y González.
5.1. La educación como derecho humano fundamental
Para Monseñor Chávez y González es claro que la educación es un derecho
fundamental vital, ante todo para el desarrollo humano, pero, también, para
el económico, social y cultural de El Salvador que, sin embargo, es inaccesible
para muchos salvadoreños. Esta postura suya, como tal, aparece en varias de
sus Cartas.
41.
6
Véase Provincia Eclesiástica de El Salvador, Carta Pastoral Colectiva del Episcopado de la Provincia Eclesiástica de
El Salvador, Arzobispado de San Salvador, San Salvador 1950, pp. 4-8. Más en concreto dice que: En nombre de la
inmensa mayoría de los padres de familia de El Salvador, que quieren indudablemente instrucción religiosa para sus hijos,
protestamos del atropello que se comete una vez más en una Constitución, que después de asentar que nuestra nación
es democrática, no toma en cuenta la voluntad de la mayoría de los padres de familia (p. 5).
Por ejemplo, con motivo de la beatificación del Papa Pío X citando el Código
de Derecho Canónico, destaca la función educadora de la Iglesia como la
primera y la ubica como la que fundamenta las funciones de santificar y de
gobernar (Chávez y González, 1951). El contexto inmediato de esta Carta es de
impostergable mención, pues tiene que ver con la Constitución Política de El
Salvador de 1950, a la que la Provincia Eclesiástica de El Salvador le dedicó una
Carta Pastoral Colectiva. En ésta, se señalan luces y sombras para la Iglesia a parir
de la Constitución de la República; y de entre las sombras cita el establecimiento
de la enseñanza laica en los centros escolares del Estado, en detrimento de la
democracia y de una educación integral genuina
6
.
Respecto a los laicos que quieren desbaratar la misión docente, santificadora y
rectora de la Iglesia, él hace la siguiente valoración:
¿Qué valen entre tanto sus declaraciones de que no se trata de una
organización sectaria del Estado y de la enseñanza; que no combate ni se
opone a ningún sentimiento religioso; que cultivando el pensamiento lógico,
deja a la libre elección del educando, entre otros, el valor religioso; que
favorece la tolerancia y la amistad entre los hombres y los pueblos; que se
reconoce el derecho del niño a una educación integral y la accesibilidad
a los medios de expresión de las ideas y creencias… sino otras tantas
abiertas contradicciones y mal disimulados señuelos esparcidos acá y allá
para engañar a los incautos (Chávez y González, 1951, p.15).
Y hablando de los responsables de la moralidad pública, contemplando dentro
de ellos a la escuela, dice con toda claridad: “Prolongación auxiliar de la familia
es la escuela que debe continuar la educación integral a la que la familia y el
niño tienen derecho […]” (Chávez y González, 1957, p. 11).
5.2. La relación familia y educación
Ante todo, recordemos que la educación puede ser de tipo formal, no formal
e informal. Las primeras dos categorías corresponden a los centros educativos y
la última a la familia. Ella, pues, está llamada a formar en el sentido de generar
procesos de mejoramiento personal- y también a instruir en cuento transmisora
de conocimientos y actitudes-.
En Monseñor Chávez y González (1946) es claro que la familia es un indispensable
agente educador, ella es un tema recurrente en varias de sus Cartas, sus
palabras lo confirman categóricamente cuando dice: Hoy deseo que meditéis
a una conmigo, sobre todo, vosotros, padres y madres de familia, en la gravísima
función de la educación, principal objetivo de la familia (p. 11).
En efecto, para Monseñor Chávez y González son los padres de familia los
que gozan de mejores y más eficaces medios para educar a sus hijos (1946),
colocando, así, la educación familiar en la categoría de fundamental. Pero
también se refiere a esa labor educativa cuando toca las finalidades del
matrimonio. Más en particular dice que: “Dios ha querido servirse del varón y
la mujer como de colaboradores suyos en la procreación y educación de la
humanidad […]” (Chávez y González, 1955, p. 8).
Elementos de
educación y
pedagogía en las
cartas pastorales
de Monseñor Luis
Chávez y González
42.
Estos dos argumentos el del objetivo educador de la familia y el de la labor
educativa de los padres son recurrentes en la Vigésima Carta Pastoral, así como
en algunas otras. La razón parece obvia, es dentro de la familia que los hijos van
adquiriendo sus primeras enseñanzas, que luego la escuela irá completando
progresivamente en cuanto prolongación auxiliar de la familia (Chávez y
González, 1955).
Para Monseñor Chávez y González la familia tiene funciones que realiza en
beneficio directo de la sociedad como el tema de la ciudadanía, así como en
la familia misma. En su visión de pedagogía familiar él destaca el ejemplo o el
testimonio como pilar fundamental de la educación (Chávez y González, 1955).
5.3. Educación y ciudadanía
Otra relación que se descubre en las Cartas Pastorales de Monseñor Chávez
y González y que aparece de diversas maneras en varias de ellas es la que
se establece entre educación y ciudadanía. Sabemos que la educación a la
ciudadanía capacita a la persona para jugar un papel activo en la vida pública
y para compartir de forma responsable su propio destino y el de su sociedad, a la
vez que anima a establecer una cultura de los derechos humanos que garantice
el pleno respeto de éstos y la comprensión de las responsabilidades que de
ellos se deducen. Además, prepara a las personas para vivir en una sociedad
multicultural y para actuar frente a la diferencia con conocimientos, sensibilidad,
tolerancia y moral (Chioso, citado por Prellezo y Nanni, 1997).
El primer punto de interés por el tema ciudadano en estas Cartas Pastorales lo
descubrimos en su preocupación por la persona humana que, como ya se dijo,
no siempre es debidamente atendida y que es afectada por el deterioro social
y la irresponsabilidad política del país. Y el segundo en su propia conciencia de
ciudadano.
Respecto al primer punto de interés identificamos las primeras ideas cuando
Monseñor Chávez y González (1957) habla de la moralidad pública. En él,
destaca la triste situación de tantos hombres que participan de las ventajas
materiales del progreso incluyendo a algunos cristianos y que, habiendo recibido
educación familiar y escolar, cuando entran en el entramado social en vez de
ser agentes de cambio se dejan llevar por é. Más en concreto dice que:
Mucho se ha hablado y se habla de moralidad y moralización; y quizá
demasiado, porque con el uso frecuente las palabras llegan a perder su
genuino sentido. Vemos que durante muchos años se ha enseñado en las
escuelas la moral cívica y que aun ahora se la recomienda vivamente en
nombre de un “imperativo categórico”; pero sin que aparezca quién es el
que impera u ordena las debidas actuaciones en el obrar de ese modo
categórico o definitivo, con qué autoridad manda y bajo qué sanción
puede mover a su cumplimiento (pp. 4-5).
43.
En línea de la idea anterior, pero en su Trigésima Novena Carta Pastoral, critica
a los miles de salvadoreños que, frente a una realidad que demanda mucho
por hacer, a pesar de tener grandes recursos económicos, sociales, políticos y
culturales, sin embargo, se quedan muy tranquilos sin buscar ellos mismos cómo
salir de la postración social del momento (Chávez y González, 1967b).
Dentro de esta visión de responsabilidad ciudadana y hablando de las obras
sociales promovidas por la Arquidiócesis, Monseñor Chávez y González (1967b)
plantea la obra de formación humana integral realizada por la Oficina de
Cooperativistas del Secretariado Social Interdiocesano, como destacable, no
tanto por el número de sus miembros, sino por su dimensión cualitativa. De esta
propuesta presenta su mística, su método y su meta. Lo importante de esta
propuesta es la intuición educativa que, nos parece, queda plasmada en el
siguiente párrafo:
Se confía, se espera y se responsabiliza al mismo campesino, al mismo obrero de
nuestro pueblo cultivando en él los más altos ideales del cooperativismo y de la
Doctrina Social de la Iglesia. Se le hace descubrir su alta misión ciudadana y su
dignidad humana. Se cultiva en los valores éticos y sociales del comunitarismo,
del esfuerzo común y del desarrollo (Chávez y González, 1967b).
En esta misma Carta, pero hablando del mal manejo del capital del Estado,
desaprueba tal abuso catalogándolo como un crimen ciudadano. Para él:
Esta conciencia del deber ser social de las profesiones y oficios hay que
remarcarla insistentemente en nuestro medio, pues quienes logran tales
beneficios sociales no pueden hacerlos suyos sin tener en cuenta su
función social. Además, son ellos los mejores motores del cambio social y
del desarrollo integral.
Si queremos caminar más rápidamente en esta marcha hacia la
promoción humana de nuestro pueblo debemos tomar cada uno nuestras
responsabilidades profesionales en bien de la comunidad nacional
(Chávez y González, 1967b, p. 31).
Retomando el tema de la familia, la presenta como la verdadera formadora
de ciudadanos, incluso antes que la escuela o cualquier otra institución u
organización. De ella afirma que:
[…] es la escuela del más rico humanismo y del más acendrado civismo. El
progreso humano de la Patria está en sus manos, porque la patria se forma
de hombres y estos no pueden salir sino del hogar. […] La honestidad,
responsabilidad, espíritu de trabajo, la educación, la decencia, el orden,
las buenas costumbres que hacen a los buenos ciudadanos no pueden
adquirirse ordinariamente más que en un hogar bien cimentado (Chávez
y González, 1968, pp. 13-14).
Respecto a su interés por el tema de ciudadanía descubrimos además de lo ya
dicho que esta convicción le viene, precisamente, de su misma autoconciencia
de ciudadano y, también, de Pastor. En su Cuadragésima Séptima Carta
Pastoral, y hablando de fomentar la vida familiar, dos textos se presentan con un
alto grado de ilustración:
Elementos de
educación y
pedagogía en las
cartas pastorales
de Monseñor Luis
Chávez y González
44.
Como ciudadano salvadoreño, y como Pastor de esta Arquidiócesis de San
Salvador, queremos hacer llegar nuestra voz a las autoridades constituidas
a todos los niveles, para que cada uno, según sus responsabilidades, ponga
lo que está de su parte para colaborar eficazmente en la integración de la
familia en El Salvador (Chávez y González, 1973, pp. 17-18).
Y más adelante, hablando de cómo la situación social va produciendo
desniveles cada vez más profundos en la ciudadanía, él dice que: “[…] todos
tenemos el deber ciudadano de buscar soluciones que les permitan ver con
ojos de esperanza un mejor porvenir para sí y para sus hijos” (Chávez y González,
1973, p. 16).
Así, identificamos que Monseñor Chávez y González concibe la relación
educación-ciudadanía, en cuanto aprendizaje para toda la vida, tanto desde
una perspectiva formal como no formal. Para él es importante hacer conciencia
a la población salvadoreña, de que la ciudadanía no es únicamente un
concepto jurídico y político, sino un estilo de vida que nace y se fortalece desde
la educación
5.4. Educación en la fe
Ya se ha dicho que las Cartas Pastorales tienen por intención ofrecer consejos
generales, instrucciones, consolaciones y directrices en materia de fe, a fin
de que la Diócesis o bien la Conferencia Episcopal de un país se eduque en
ella. A este respecto debe tenerse en cuenta que la educación en la fe es
fundamentalmente una pedagogía (Morrel I Rom X, 1999).
La pedagogía de la fe tiene su fundamento, por un lado, en la Doctrina de la
Iglesia y sus fuentes en la Escritura, la Tradición viva de la Iglesia, el Magisterio,
la liturgia y el testimonio de la praxis cristiana; y, por otra parte, en las ciencias
humanas del comportamiento, sobre todo la antropología, haciendo uso de
teorías pedagógicas válidas y puestas al día. No se debe olvidar nunca que sus
metas educativas deberán proyectarse en función de la perfección o santidad
cristiana, a la cual se llega sólo a través de una auténtica maduración humana
(Morrel I Rom X, 1999). He aquí la razón por la que vale la pena una palabra a
este respecto con motivo de este estudio.
Si anteriormente se ha dicho que la familia es un tema recurrente en las Cartas
Pastorales de Monseñor Chávez y González, ahora hemos de decir que el de la
educación en la fe es como el humus en el que su visión y proyección educativas
se hacen realidad. En seguida, algunos pensamientos que ilustran esta visión.
Hablando de las finalidades del Segundo Congreso Catequístico Arquidiocesano,
Monseñor Chávez y González (1941) manifiesta su apertura a los principios
y métodos pedagógicos que la experiencia y el progreso de las ciencias
psicopedagógicas han mostrado como más eficientes, cuando se trata de
instruir a los niños y adultos en la vida de fe. Para él, la educación en la fe es
la base fundamental sobre la que se levanta toda construcción pedagógica y
toda formación de carácter meramente humano.
45.
En la Novena Carta Pastoral destaca que la primera obligación de los padres
para con sus hijos es educar en clave cristiana. Dice que:
Supuesto el buen ejemplo, la primera obligación de los padres es educar
en cristiano a sus hijos. Para ellos nada debe igualar en importancia, a la
religión, nada debe presentarse en su casa más digno de aprecio nada
más justo ni nada más respetable y santo (Chávez y González, 1946, p. 7).
Pero dentro de esta misma reflexión, Monseñor Chávez y González desaprueba
la educación forjada en el seno de la familia desprovista de la fe. En concreto
dice:
Pero también hay padres que intentan educar en ateo y desprecian la
religión como elemento educativo: padres totalmente laicos (p. 7).
¿Es posible forjar el alma humana de los hijos sin recurrir a Dios, sin la religión?
En la Décima Carta Pastoral la tarea de formar en la fe a los niños también la
delega a los directores de los Colegios Católicos, con el añadido de que sea
una educación capaz de ayudarles a enfrentar debidamente las circunstancias
de la vida. Éste es, sin lugar a dudas, un acento destacable desde su sensibilidad
educativa. Dice:
Deseamos también dirigirnos a los directores y directoras de colegios
católicos para encarecerles que, la formación religiosa que dan a sus
alumnos y alumnas, sea tal, que pueda, en las actuales circunstancias,
capacitarles mejor para hacer frente a tantos problemas religiosos como
les plantea la vida moderna al salir de los colegios (Chávez y González,
1947, p. 12).
5.5. La Universidad
También Monseñor Chávez y González (1967b) se refiere al tema de la educación
desde la Universidad. Dice que ésta no puede simplemente reducirse a formar
profesionales, sino que inspirándose en el Magisterio del Consejo del Episcopado
Latinoamericano, CELAM debe dedicarse: “Al cultivo serio y desinteresado de la
ciencia y debe responder a las interrogantes e inquietudes más profundas del
hombre y de la sociedad” (pp. 30-40).
Para él, los deberes de la Universidad se orientan a la capacitación científico-
cultural de quienes, el día de mañana, han de conducir la sociedad. Así,
autoridades, catedráticos y estudiantes deberían tener como horizonte común
la urgencia de responder adecuadamente al desarrollo del hombre y, también,
de la sociedad (Chávez y González, 1967b).
Pero Monseñor Chávez y González (1975) no solamente manifiesta su
entendimiento sobre la identidad de la Universidad, sino que confía en la
proyección de éstas, a través de los análisis que puedan hacer de la realidad
nacional. Por ejemplo, cuando se refiere al enriquecimiento de unos pocos y al
empobrecimiento de las mayorías, él enmarca su posición apelando al estudio y
análisis de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, sobre la inflación
Elementos de
educación y
pedagogía en las
cartas pastorales
de Monseñor Luis
Chávez y González
46.
en la situación salvadoreña de ese momento. En efecto, considera que uno de
los servicios necesarios en el proceso inflacionario es el análisis de las causas y
de las variables de tal proceso, sobre el que las Universidades tienen un campo
importante de trabajo.
De todo lo anteriormente dicho resulta claro que Monseñor Chávez y González
(1967b) contempla en su visión de educación las diversas dimensiones de la
persona humana, es decir, contempla una educación integral. Esta visión
tiene que ver necesariamente como ya ha sido identificado, con su particular
preocupación por el hombre, fundamento de todas sus reflexiones y enfoques
en sus Cartas. En efecto, consciente de la particular configuración del hombre,
es decir híbrido de espíritu y materia, entiende como lo afirma José María Barrio
(2004) que la educación debe abordar los aspectos relativos al desarrollo
psíquico y somático de la persona. En palabras de Monseñor Chávez y González
(1946):
Educar, como ejercicio, del arte de educar, es el esfuerzo del educador
sobre el educando para plasmarle, según las exigencias del ideal absoluto
de la vida humana que es Dios. Quiere esto decir que en la escala de los
seres humanos hay un tipo supremo de perfección, según el cual deben
ser conformados todos los hombres. Y como quiera que el hombre es
un compuesto de alma y cuerpo, con facultades múltiples que brotan
de su misma naturaleza, inteligencia, voluntad, corazón, sentidos y con
funcionamiento complejísimo de la actividad de etodas estas facultades
que se traduce en la maravilla humana, el deber del educando, o sea, del
hijo, es mirar aquel ideal y modificar su actividad, según las exigencias del
modelo; y el deber del educador o sea de los padres, es mirar al modelo y
al educando para trabajar sobre la vida de este y hacer de ella un trasunto
de aquel (p. 8).
A lo largo de sus Cartas también es claro que para él la educación debe alcanzar
la realidad en la que la persona está inmersa, por eso habla del derecho humano
a la educación, de ciudadanía, del cuidado que el Estado y la Iglesia debe dar
a la familia y de la educación en la fe como educación integral para la vida.
Esta es otra fuente de riqueza en su pensamiento.
6. Valoración general
Toca, ahora, centrar la atención en la valoración de los elementos de educación
y de pedagogía encontrados en las Cartas Pastorales de Monseñor Chávez y
González. Comencemos considerando los aspectos que se presentan como
más fundamentales a partir del estudio de sus Cartas. Para este cometido
nos ubicamos desde dos perspectivas, a saber: primero, desde el contenido
plasmado en sus Cartas y, segundo, desde la manera de transmitir tal contenido.
47.
6.1 Desde el pensamiento plasmado en sus cartas
El primer y más importante aspecto a destacar es la existencia de una antropología
concebida y asumida en clave pedagógica. Ya se ha dicho que para Monseñor
Chávez y González la persona humana es el centro y preocupación principal
de la Iglesia. Este hombre nace en una condición original de indigencia, no
acabado, pero susceptible de aprendizaje y de perfeccionamiento: esta es la
tarea que le corresponde a la educación, no sólo concebida como instrucción
sino y sobre todo como promoción humana integral y situada en una realidad
concreta. Esta última afirmación nos lleva a plantear el siguiente aspecto
educativo en las Cartas que estudiamos.
La educación debe ser concebida y desarrollada para que la persona sepa
integrarse en la vida. En la antropología de Chávez y González el hombre no es
un ser ya hecho, completo, sino que está llamado a configurarse y a desarrollarse
cuando entra en relación con la realidad a través de su inteligencia y de la
intervención oportuna del educador. En estas Cartas, está presente la idea de
un hombre que se presenta como protagonista de un proceso pedagógico de
perfección, incluso capaz de madurar lo necesario para llegar al reconocimiento
de Dios. Se trata de una maduración que no se alcanza de manera instantánea
ni improvisada, sino que, por el contrario, necesita desarrollarse progresivamente
a lo largo del tiempo.
Y como cimiento de este proceso llamado vida humana, la verdad contenida
en toda realidad se presenta como el factor capital de la educación. De ahí
que una inadecuada concepción de la vida como consecuencia de una
inadecuada interpretación de la realidad, puede desencadenar, a su vez, en
una equivocada formación con resultados y consecuencias históricas para la
humanidad. Las Cartas destacan algunas: el materialismo, la masonería, el
laicismo, el comunismo, el consumismo, entre otras. El hombre, pues, necesitará
de la intervención educativa para plenificarse dentro de una realidad concreta.
Para Monseñor Chávez y González hay una convicción aún vigente en nuestros
días: los problemas actuales de ese momento que afectan a la educación no
podrán encontrar solución alguna, si primero no se tiene en cuenta al hombre
que es su fundamento, sujeto y objeto, según la teoría que hemos tomado en
cuenta en este estudio.
La continuidad con la Tradición de la Iglesia y la iluminación de las ciencias
humanas. Nos parece justo destacar que todo conocimiento es deudor de un
pasado sin el cual no habría sido posible surgir. Monseñor Chávez y González ha
sabido asumir la Doctrina de la Iglesia con la que fue formado y, a su vez, supo
dar un salto a las nuevas exigencias que la misma Iglesia pidió con motivo del
Concilio Vaticano II, sobre todo en materia antropológica y de respeto por el
mundo que incluye el reconocimiento de las ciencias humanas, ambos aspectos
fundamentales dentro de su visión de educación, como ya lo hemos visto.
Elementos de
educación y
pedagogía en las
cartas pastorales
de Monseñor Luis
Chávez y González
48.
6. 2 Desde la manera de transmitir su pensamiento
El abordaje de la visión educativa en Monseñor Chávez y González permite
identificar varios elementos pedagógicos, a nuestro juico destacables.
Lo primero que hay que decir es que no nos parece inapropiado considerar a
Monseñor Luis Chávez y González un pedagogo de su tiempo. Y esto por razones
que, en sí mismas, se ponderan como valederas. En primer lugar, por su condición
de Pastor de la Arquidiócesis. Las Cartas dejan ver la responsabilidad formativa y
de acompañamiento con la que guió la Arquidiócesis por 39 años. Pero también
por su invaluable producción literaria a través de estas Cartas cargadas de
intuiciones y elementos genuinos de educación y pedagogía. En sus Cartas hay,
sin duda, una objetiva riqueza antropológica y pedagógica que se advierte en:
La manera ordenada de plantear su doctrina y de organizarla claramente,
sustentada con afecto y concluyendo con oportunas exhortaciones o
disposiciones a tomar en cuenta para sus destinatarios. Estas son Cartas con
un claro fin educativo, difícilmente puede refutarse la intención que tienen de
formar a los cristianos católicos y a la ciudadanía en general de su tiempo.
La naturaleza de las Cartas, pero, también, la manera de escribir de Monseñor
Chávez y González. Éstas ya lo dijimos más de una vez contienen consejos
generales, instrucciones o consolaciones, así como directrices de cómo
comportarse en circunstancias particulares en materia de fe y en materia de
ciudadanía. Todo apunta a una finalidad educativa.
El contexto en el cual se escriben las Cartas. Son contextos considerados por
Monseñor Chávez y González como apremiantes, algunas de estas realidades ya
han sido mencionadas. Aquí, lo educativo y pedagógico se unen a su doctrina,
ya que por medio de ella él pretende educar en diversas circunstancias, pero
no sólo desde una postura intelectual ¿fría?, sino con el lenguaje paternal,
exhortativo y pastoral, el cual va dirigido a un hombre claramente definido y en
un contexto concreto.
Su metodología. En efecto, Monseñor Chávez y González no da la impresión
de escribr de manera improvisada. Todo lo contrario, en sus Cartas puede
identificarse una metodología muy definida y constante a lo largo de ellas que,
como ya se dijo, está determinada por la naturaleza de sus mensajes y de sus
fuentes; de las circunstancias concretas del país en el momento de escribirlas; y
de las condiciones particulares de los fieles de la Arquidiócesis de San Salvador
a quienes se dirigen.
Esta valoración no habría sido posible sin el recorrido analítico por cada una
de sus Cartas de la manera en que lo hemos hecho. Por tanto, no nos queda
más que concluir que para Monseñor Chávez y González su posición educativa
radica, ante todo, en su antropología, que es la de la Iglesia, especialmente del
Concilio Vaticano II. Tal antropología da paso a los elementos de educación y
de pedagogía incluyendo la cristiana presentes en sus Cartas y que tocan las
distintas áreas de la formación humana. De todo esto, no podemos olvidar que
para él la educación en la fe es la base fundamental sobre la que se levanta
toda construcción pedagógica y toda formación de carácter humano.
49.
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