
2.
Editorial
y computadoras y ofrecen, en consecuencia, condiciones poco favorables
para el aprendizaje. A esto agreguemos la variable docente, la calidad de
su formación, su desempeño, su didáctica tradicional, su poca motivación, la
gran cantidad de estudiantes que atiende y las condiciones de trabajo en el
aula. Luego veamos el currículo, su enfoque, la relevancia y pertinencia de sus
temas, su vinculación con la vida y las necesidades de la sociedad. Todo esto sin
excluir la forma en que la escuela se administra, su liderazgo, su accesibilidad,
su contexto de violencia social y las condiciones, muchas veces adversas, de los
estudiantes que asisten a ella.
Ante eso, no resulta absurdo concluir que si la escuela no reúne las mejores
condiciones posibles, disminuye drásticamente la capacidad para cumplir a
cabalidad eso que la sociedad espera de ella. Porque no es suficiente asistir a la
escuela, es más importante lo que ahí se aprende y las condiciones que ofrece
para que ese aprendizaje sea efectivo. Así las cosas, es válido afirmar que el
sistema educativo de un país es tan sólido y efectivo como su escuelita con más
limitaciones y carencias. Y el sistema educativo salvadoreño tiene demasiadas
escuelitas con limitaciones y carencias.
También podemos buscar las respuestas a esas preguntas a partir de los
resultados que la escuela ha producido en el tiempo dentro de la sociedad. Es
decir, qué tipo de sociedad se ha construido a partir de la educación escolar
o qué cambios dentro de la sociedad son atribuibles a la escuela. Aunque se
debe reconocer que dichos resultados pueden ser apenas visibles o su impacto
no ser fácil de distinguir y cuantificar, por lo que recurrimos a unas cuantas pistas
para hacernos la idea.
Para el caso, en la escuela se enseña inglés por al menos cinco años, pero
resulta que al finalizar los cinco años, la o el joven egresado no ha desarrollado
el dominio ni siquiera de nivel básico del idioma. Simplemente no puede usarlo
para propósitos de comunicación y es una lástima que no haya un examen
estandarizado que con sus resultados respalde esta aseveración. Los resultados
de la PAES son otro referente que nos ayudan a dimensionar la situación. Desde
1999 hasta 2018, el promedio de PAES se ha ubicado en el rango de 4.85-5.9. Es
decir, el promedio de PAES nacional ha rondado históricamente el cinco, que, en
términos estrictos, implica una reprobación de la tarea educativa de la escuela.
Además, en general, los egresados de bachillerato acarrean algunas deficiencias
en su formación y esto se manifiesta en situaciones concretas. Una de ellas
se evidencia cuando los estudiantes que quieren ingresar a la universidad
estatal toman el examen de ingreso, solo un pequeño porcentaje de ellos lo
aprueban. Esto los obliga, si quieren continuar estudios superiores, a ingresar a las
universidades privadas que no tiene ningún filtro de ingreso. Otra situación que
ilustra esta afirmación es cuando los jóvenes ingresan a la universidad, además
de sus deficiencias en las disciplinas y que inciden en los niveles de deserción,
presentan deficiencias en la comunicación oral y escrita: se expresan con
una desestructuración en las ideas, sin argumentos más que su simple opinión
idiosincrática, con un vocabulario reducido, con un lenguaje coloquial a menudo
vulgar. ¿No lo cree? Ponga atención en cualquier pasillo de cualquier universidad
o, si lo quiere, en cualquier calle de cualquier ciudad. Es más, terminan una
carrera universitaria y esas deficiencias nunca las superan.
También podríamos tomar algunos problemas, escenarios o realidades presentes